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Cinco sitios que puedes visitar en Madrid sin tener que compartirlos con miles de turistas
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Miguel Díaz Martín

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Cinco sitios que puedes visitar en Madrid sin tener que compartirlos con miles de turistas

Aunque visitar la capital sin agobios es cada vez más difícil, aquí te descubrimos una puerta, una antigua nave industrial, una pasarela, una estación ferroviaria y hasta un pueblo que podrás disfrutar casi en solitario

Foto: Edificio principal del complejo Ombú. (Cedida: Acciona)
Edificio principal del complejo Ombú. (Cedida: Acciona)

El auge turístico y hotelero de Madrid ha complicado los paseos por la capital hasta el punto de hacer difícil una visita tranquila. Sin embargo, la ciudad y la Comunidad tienen suficiente patrimonio como para atender a todos los que quieren conocerlas. La cuestión es saber dónde buscar.

Desde Caminemos Madrid estamos decididos a ayudar. Por eso hemos pensado una ruta diferente, un recorrido histórico y arquitectónico por lugares apenas conocidos que no tendrás que compartir con miles de turistas.

Si vienes en verano, te recomendamos madrugar para ver nuestro primer destino. A pocos minutos de Moncloa y del metro de Ciudad Universitaria encontramos la portada original del Hospital y Convento de la Concepción de Nuestra Señora. El monumento fue construido por el maestro mozárabe Hazán en el año 1507. Este ideó una estructura gótico-mudéjar con arco apuntado sobre base de sillería y decoración vegetal de rosas y bolas tanto en el intradós como en el alfiz. Sobre el arco contemplamos la representación del abrazo de San Joaquín y Santa Ana, así como las esculturas de San Francisco y San Onofre protegidas por doseletes.

La portada se erige en medio de la plaza con escalinatas que forman las escuelas de Arquitectura y de Edificación de la Universidad Politécnica. La tradición cuenta que fue el estudiante y luego doctor en arquitectura Rafael Manzano quien se empeñó en sacar la puerta del almacén municipal donde se guardó tras el derribo del hospital y colocarla en su ubicación actual. Sería su mentor, Fernando Chueca Goitia, quien se encargaría de insertarlo en el templete que contemplamos hoy, como detalla el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM).

placeholder Antigua portada del Hospìtal de La Latina, que hoy se levanta en la Ciudad Universitaria: (Cedida: Colegio de Arquitectos de Madrid)
Antigua portada del Hospìtal de La Latina, que hoy se levanta en la Ciudad Universitaria: (Cedida: Colegio de Arquitectos de Madrid)

Su ubicación original estuvo en las inmediaciones de la Calle de Toledo y de la Plaza de la Cebada, como parte del hospital y el convento que fundaron Francisco Ramírez, secretario de los Reyes Católicos, y Beatriz Galindo, personaje más conocido por el sobrenombre de La Latina, que fue profesora y confidente de la reina Isabel, pero no mentora de sus hijas, precisa la Real Academia de Historia.

Los escudos de Ramírez y de Galindo aparecen en la puerta, así como en la inscripción que figura en la misma. Lo que el monumento no cuenta es que su construcción se realizó mediante una bula papal concedida por Alejandro VI, quien otorgó a Francisco Ramírez y La Latina permiso e indulgencias para que redimiesen sus “culpas y pecados” con esta obra de caridad. A pesar de ser uno de los restos más curiosos del Madrid medieval, la popularmente conocida como puerta del Hospital de La Latina es totalmente desconocida por los turistas, lo que nos brinda una oportunidad fantástica de contemplarla casi en solitario.

Foto: Panorámica de la Iglesia de San Miguel Arcángel. (Cedida) Opinión

Tres iconos de la modernidad

Buscamos nuestra siguiente parada al sureste de aquí. Encajonados entre la estación de autobuses de Méndez Álvaro, las vías del tren y un complejo de cines, se encuentran los nuevos jardines que rodean la antigua factoría de la Sociedad de Gasificación Industrial del Cerro de la Plata. La nave que ideó el arquitecto Luis Landecho en 1905 y que surtió de electricidad a la zona es un icono del patrimonio industrial de Madrid, rescatado del abandono por el estudio de Norman Foster y Ortiz Leon por encargo de Acciona.

El edificio pudo haberse perdido como ha ocurrido con tantos en Madrid— de no ser porque sus dueños se empeñaron en conservar la estructura original de muros de ladrillo, los grandes vanos en forma de arco de medio punto rebajado y las ventanas con cristales sobre estructura metálica que iluminaban la fábrica de gas, símbolo del progreso de la capital. El complejo fue mucho mayor, pues aquí se contaban un edificio de motores, la nave de bombas y un chalet para oficinas y despachos con viviendas para ingenieros y directores, así como casas destinadas a los obreros con vestuarios, aseos, cocina, comedor y botiquín, de acuerdo al COAM. Aún podemos respirar ese pasado fabril contemplando la amplitud de la nave - rebautizada con el nombre de Ombú- y su techo inclinado soportado por cerchas metálicas.

Sin salir del Cerro de la Plata, visitamos el conjunto futurista que forman el Planetario de Madrid y la gran pasarela con símbolos masónicos que lo conecta con el Pasillo Verde Ferroviario. El primero, como bien saben los lectores de Caminemos Madrid, fue la última gran obra de modernización del Madrid de los años 80 que el alcalde Enrique Tierno Galván encargó a Salvador Pérez Arroyo. Este se apoyó en especialistas de la entonces República Democrática Alemana (RDA) para realizar un complejo basado en formas geométricas básicas. Y aunque es cierto que el Planetario figura en muchas guías turísticas, no ocurre lo mismo con la pasarela. Su responsable, Manuel Ayllón, no tuvo empacho en incluir en ella un gran símbolo del sol sobre la inmensa puerta rectangular o un suelo con forma de damero, entre otros, lo que la convirtió en uno de los lugares de Madrid que homenajean abiertamente el culto masónico.

placeholder La Puerta del Sur, símbolo masónico en la pasarela del Planetario de Madrid. (Cedida: COAM)
La Puerta del Sur, símbolo masónico en la pasarela del Planetario de Madrid. (Cedida: COAM)

La estación de los mosaicos

Ponemos rumbo ahora hacia el sureste de la región. Dejamos atrás el ajetreado vestíbulo ajardinado de Atocha donde antes había trenes y ahora se arremolinan turistas— para buscar la tranquilidad de Aranjuez. Nuestro destino no es el inmenso patrimonio del Real Sitio, sino la estación de ferrocarril de la que fue la segunda línea férrea nacional de España. Atravesar los puentes sobre los ríos Jarama y Tajo mientras vemos pasar campos y huertas a velocidad reducida ya hace que el viaje merezca la pena. Pero la sorpresa final es la propia estación, que data de la década de 1920.

El edificio es obra de Narciso Clavería y vino a sustituir a la primitiva estructura, situada frente a la Plaza de Armas del Palacio de Aranjuez y que contaba con ramal propio hasta la residencia real. La estación está formada por una nave rectangular de ladrillo rojo con zócalo de piedra y decoración con azulejos. El cuerpo central sobreelevado luce tres puertas con arcos rebajados adintelados sobre los que se alzan tres huecos con vidrieras y tres arcos de medio punto con dos parteluces cada uno. La cornisa decorada con dentículos está coronada por el gran reloj enmarcado característico de las estaciones ferroviarias.

placeholder Fachada de la estación de tren de Aranjuez con su característico reloj. (Cedida: ADIF)
Fachada de la estación de tren de Aranjuez con su característico reloj. (Cedida: ADIF)

En el interior del vestíbulo, las lámparas de forja y el artesonado del techo de madera dan la bienvenida a un boquiabierto visitante, que antes se habrá maravillado con los espléndidos mosaicos del artista genovés Mario Maragliano, colaborador, entre otros, de Gaudí. Estos mosaicos, restaurados y protegidos por la Comunidad de Madrid -aunque todavía víctimas de las humedades- embellecen los pasillos subterráneos que conectan con los andenes, protegidos de las inclemencias del tiempo por marquesinas sobre columnas de hierro. Maragliano es también el autor de los mosaicos del vestíbulo que representan las letras MZA, pertenecientes a la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante, que explotó la línea. Este recorrido fue inaugurado por la MZA con un viaje en el que participaron la reina Isabel II y el promotor de la obra, el Marqués de Salamanca.

placeholder Artesonado del vestíbulo principal de la estación de Aranjuez. (Cedida: Comunidad de Madrid)
Artesonado del vestíbulo principal de la estación de Aranjuez. (Cedida: Comunidad de Madrid)

Nuestra ruta llega aquí a su fin, pero, antes de sumergirse de nuevo en la marea de turistas, recomendamos al lector que no abandone Aranjuez sin visitar otra joya escondida: el Real Cortijo de San Isidro que fue huerta, zona de recreo y bodega del rey Carlos III. Estamos seguros de que lo disfrutará tanto como todos los lectores que nos acompañan habitualmente en el descubrimiento de la arquitectura y el patrimonio de Madrid.

El auge turístico y hotelero de Madrid ha complicado los paseos por la capital hasta el punto de hacer difícil una visita tranquila. Sin embargo, la ciudad y la Comunidad tienen suficiente patrimonio como para atender a todos los que quieren conocerlas. La cuestión es saber dónde buscar.

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