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Los tres pueblos monumentales levantados a golpe de lápiz que puedes visitar en Madrid
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Miguel Díaz Martín

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Los tres pueblos monumentales levantados a golpe de lápiz que puedes visitar en Madrid

Camina con nosotros por las calles del desconocido Cortijo de San Isidro, el olvidado Real Sitio de San Fernando de Henares y la joya barroca de Nuevo Baztán; tres pueblos construidos desde cero en el siglo XVIII

Foto: Panorámica del palacio de Goyeneche y la iglesia de Nuevo Baztán. (Turismo Nuevo Baztán)
Panorámica del palacio de Goyeneche y la iglesia de Nuevo Baztán. (Turismo Nuevo Baztán)

Si uno acude al Boletín Oficial del Estado del 17 de julio de 1981 encontrará el siguiente anuncio: Don Pantaleón González-Vallinas ha sido expropiado y sus bienes, sacados a subasta. La puja inicial son 60 millones de pesetas, una fortuna en esos momentos, pero el precio está más que justificado: las propiedades hipotecadas, por las deudas del empresario y reclamadas por el Banco Español de Crédito Banesto, conforman nada menos que el conjunto histórico de Nuevo Baztán, el primer pueblo industrial de España.

La historia de cómo el navarro Juan de Goyeneche levantó una ciudad fabril donde antes había un bosque de acebos se remonta al siglo XVIII. Goyeneche, tesorero de los últimos reyes de los Habsburgo, financió con más de seis millones de reales la victoria del borbón Felipe de Anjou en la Guerra de Sucesión contra el Archiduque Carlos, según la Real Academia de Historia. Tras subir al trono como Felipe V, Anjou premió al navarro con lo que más deseaba: los privilegios reales para construir una pionera ciudad industrial en la comarca del Henares.

Foto: Auto de Fe en la plaza Mayor de Madrid, de Francisco Rizzi. (Museo del Prado) Opinión

Para levantar su proyecto, Goyeneche recurrió al arquitecto José de Churriguera, que planificó una urbe ortogonal con seis manzanas de viviendas para los colonos-obreros de sus factorías y hornos. De aquí saldrían con destino a Madrid las telas, sombreros, pliegos de papel, perfumes, licores o cristalería fina -además de uniformes militares- que tanto costaba traer del extranjero.

Un señorío con tintes barrocos

Detenido en el tiempo, Nuevo Baztán ofrece una sorprendente estampa que evoca sus oficios y su pasado señorial. Su corazón lo constituyen la casa-palacio de Goyeneche y su iglesia, ambos en piedra berroqueña y mampostería, que recuerdan al tradicional alcázar castellano de planta cuadrangular en torno a un patio interior. Sentados en la plaza delantera arbolada, al rumor de la Fuente de los Tritones, no nos costará evocar el monasterio de El Escorial, idea reforzada por las bolas herrerianas sobre la balaustrada de la torre cuadrada del extremo izquierdo.

Este es el área del palacio. Su puerta principal, enmarcada con baquetones a modo de molduras pétreas, luce guirnaldas y rostros alegóricos. En el centro, la cabeza de un león sostiene en sus fauces el escudo ajedrezado del Valle del Baztán, región de la que era oriundo Goyeneche. Sobre el balcón barroco, un blasón alude al Marquesado de Belzunce y al Condado de Saceda, que la Corona otorgó a la familia.

placeholder Portada de la iglesia de Nuevo Baztán. Revista Arquitectura (COAM)
Portada de la iglesia de Nuevo Baztán. Revista Arquitectura (COAM)

A la derecha, tres torres con chapitel flanquean la portada de la iglesia conectada al palacio, que "sin llegar a ser académica" -como señaló la revista del Colegio de Arquitectos de Madrid- armoniza los estilos clásico y barroco. Dos pilastras y cuatro columnas sostienen un doble frontón con la figura de San Francisco Javier sobre la hornacina del entablamento. En el interior, bajo la cúpula de media naranja, el retablo mayor de mármol diseñado por Churriguera queda encuadrado por recargados cortinajes de estuco dorado sostenidos por ángeles. Su boceto, datado hacia 1711, se conserva en el Museo del Prado.

La utopía de Goyeneche se ha mantenido en pie pese a la decadencia que siguió a su muerte y tras décadas de abandono particular e institucional. Nuevo Baztán, como dijimos al comienzo, acabó en manos del desaparecido Banesto de Mario Conde, que terminó por cederlo a la Comunidad de Madrid tras intentar colocarlo como inversión inmobiliaria. Las sucesivas restauraciones acometidas por el área de Patrimonio le han devuelto parte de su esplendor.

placeholder Fuente de los Tritones de Nuevo Baztán con el palacio al fondo. (Comunidad de Madrid)
Fuente de los Tritones de Nuevo Baztán con el palacio al fondo. (Comunidad de Madrid)

El Real Sitio olvidado

Una década después de la muerte de Goyeneche y a solo 30 kilómetros de Nuevo Baztán, Felipe V dispuso en 1746 la fundación de una lujosa fábrica de paños. En uno de sus últimos actos de Gobierno, adquirió una "zona malsana" -según los archivos municipales- que Fernando VI transformaría en una industria con 59 telares, según detalló Ana R. Domínguez en El sueño de un rey. Hoy, este Real Sitio olvidado es el municipio de San Fernando de Henares.

De aquel proyecto de gran fábrica nos queda únicamente la fachada ornamentada, avanzada sobre el cuerpo principal y construida en cantería, vestigio que quedó después de los destrozos de la Guerra Civil y la dejadez de las administraciones. Los cinco vanos de la planta baja cuentan con arcos escarzanos o corvados, mientras que las ventanas altas presentan dintel y molduras barrocas. En la parte superior, un monstruo zoomorfo custodia la inscripción que recuerda a Fernando VI. Esta fachada ha sido recuperada e integrada a la perfección en la reforma del nuevo edificio del Ayuntamiento, obra de los arquitectos Sol Madridejos y Juan C. Sancho.

placeholder Litografía de la Real Fábrica de Paños de San Fernando. (Ayuntamiento de San Fernando)
Litografía de la Real Fábrica de Paños de San Fernando. (Ayuntamiento de San Fernando)

En la parte trasera del Consitorio, Andrés Perea diseñaría un proyecto de viviendas que recuperó la esencia de la planta de la fábrica original, lo que dio lugar a la actual Plaza de Fábrica de Paños, proponiendo un espacio central a escala urbana relacionado con el edificio administrativo, donde podemos observar los restos originales de los muros de mampostería y parte de la fuente original que alimentaba la actividad del complejo.

El Real Sitio, diseñado con toda probabilidad por el Cuerpo de Ingenieros Militares, no acaba aquí. La plaza cuadrada que encabeza la parte delantera de la fábrica estuvo delimitada en origen por una treintena de viviendas de dos plantas con buhardilla para los trabajadores y los gremios que los atendían (panaderos, boticarios, mercerías, carniceros). Hoy contemplamos la ampliación y reconstrucción de las mismas en ladrillo y cantería, obra que ha deparado 167 viviendas tras la resolución de un polémico proyecto urbanístico que acabó en los tribunales. Sigue a día de hoy acabado y cerrado el Museo de la Ciudad, que recupera parte de esas antiguas viviendas, que estará vinculado con el del municipio cercano del Alcalá de Henares.

placeholder Procesión frente a la antigua fábrica de paños. (Ayuntamiento de San Fernando
Procesión frente a la antigua fábrica de paños. (Ayuntamiento de San Fernando

A este espacio urbano se le une, mediante la calle de la Libertad, la plaza de Fernando VI, un gran dibujo circular coronada con una gran estatua del monarca, al estilo de la Plaza de Oriente de Madrid. Esta plaza articula de manera radial el municipio, siendo el origen de ocho calles. Destaca en ella la que lleva hasta el río Jarama y a todas las instalaciones que apoyaban la fábrica: una presa, espacios de lavandería y de tinte o el molino de papel. Esta plaza acabaría dando forma a los futuros barrios y desarrollos que componen la imagen actual de San Fernando. Si el lector quiere caminar por la ribera del río Jarama ha de saber que de esta localidad salen las sendas y rutas que permiten conocer en detalle el este de Madrid.

Una huerta y una bodega para Carlos III

Nuestra última parada está en el extremo sur de Madrid. Carlos III levantó allí el Real Cortijo de San Isidro (1762), un caserío experimental destinado a surtir la mesa del Palacio de Aranjuez de productos agrícolas y ganaderos. La traza pentagonal es de Jaime Marquet con aportaciones de Manuel Serrano. Agricultores y ganaderos se distribuían en las construcciones destinadas a vivienda, reservándose el monarca la Casa Grande o Real Casa, edificio neoclásico de doble planta y 1.870 metros cuadrados.

placeholder Traza actual del Real Cortijo de San Isidro, con la bodega subterránea. (Real Bodega de Carlos III)
Traza actual del Real Cortijo de San Isidro, con la bodega subterránea. (Real Bodega de Carlos III)

Dos hitos completan la población. El primero es la capilla neoclásica de San Isidro, con dos torres-campanario flanqueando la nave de planta de cruz griega y su cúpula de media naranja. El acceso se encuentra bajo la balconada regia sobre columnas dóricas redondeadas. El segundo hito es la Bodega de Carlos III, monumental complejo subterráneo que atraviesa toda la propiedad. Catorce pórticos transversales con arcos formeros delimitan los 70 metros de longitud del lagar, que presenta nave central cubierta por bóvedas tabicadas en media naranja sostenidas por columnas de ladrillo. Las galerías abovedadas en ladrillo visto, que suman 385 metros de longitud, cuentan con tragaluces y óculos. El acceso principal se realiza por una portada monumental con pilastras toscanas encastrada en un muro semielíptico.

placeholder Ermita de San Isidro en el Real Cortijo de Carlos III.
Ermita de San Isidro en el Real Cortijo de Carlos III.

El Real Cortijo, que aún pasa desapercibido para la mayoría de los madrileños, merece una vista a pesar de que las sucesivas reformas lo desnaturalizaron en parte. Tras la Guerra Civil, el Franquismo incluyó San Isidro en la lista de pueblos de colonización con los que intentó repoblar y reevangelizar la España rural. La empresa solo tuvo éxito a medias, pero constituyó un hito arquitectónico que analizaremos en futuros artículos de Caminemos Madrid.

Si uno acude al Boletín Oficial del Estado del 17 de julio de 1981 encontrará el siguiente anuncio: Don Pantaleón González-Vallinas ha sido expropiado y sus bienes, sacados a subasta. La puja inicial son 60 millones de pesetas, una fortuna en esos momentos, pero el precio está más que justificado: las propiedades hipotecadas, por las deudas del empresario y reclamadas por el Banco Español de Crédito Banesto, conforman nada menos que el conjunto histórico de Nuevo Baztán, el primer pueblo industrial de España.

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