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Dónde come McCoy | El tesoro escondido de Majadahonda: El Toque, de Lucas Vega
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Alberto Artero

Dónde come McCoy

Por
Ilustración: Irene de Pablo

Dónde come McCoy | El tesoro escondido de Majadahonda: El Toque, de Lucas Vega

"Lucas trabaja buena materia prima, tiene técnica de sobra para sacar el mejor provecho con combinaciones imposibles y la inteligencia para presentarla en formatos atractivos"

Foto: El tesoro escondido de Majadahonda. (Imagen: Irene de Pablo)
El tesoro escondido de Majadahonda. (Imagen: Irene de Pablo)
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Miren, en esto que escribo hoy les reconozco que me va a costar ser objetivo. Frecuento El Toque desde prácticamente su apertura, en un local de todo menos comercial enfrente del Club Internacional de Tenis de Majadahonda (Madrid). Fue uno de los primeros restaurantes de los que hablé cuando en mi Valor Añadido incluía los viernes el apartado de 'Alimento para el Cuerpo', allá por 2007. Y desde entonces he sido cliente fiel al lugar, pudiendo comprobar de primera mano la evolución gastronómica de su cocinero, Lucas Vega.

Por tanto, apliquen si quieren a las siguientes líneas un factor de corrección. Pero les anticipo que se equivocarán. No hay nada de lo que les vaya a contar aquí que no corresponda a la realidad. Si no, pregunten a su feligresía.

Como señalé en Instagram tras mi penúltima visita, "Lucas trabaja buena materia prima, tiene técnica de sobra para sacar de ella el mejor provecho con combinaciones imposibles y la inteligencia para presentarla en formatos atractivos para todas las edades". Algo que es mucho más difícil de lo que puede parecer, cuadratura del círculo. Repasando recientes experiencias, no se me ocurre una descripción mejor. Ese es su mérito, y no es poco.

Foto: Los cinco magníficos: restaurantes dignos de peregrinación. (Laura Martín) Opinión

¿Qué se come en El Toque?

A la carta, que incluye algunos de sus platos de siempre, se añade una amplia lista de recomendaciones del día que responden a lo que los cursis llamarían 'cocina de mercado' y en los que el producto prima por encima de cualquier veleidad. Aquí, Lucas se permite pocas fantasías, limitándose a potenciar sus cualidades. Es en el resto de su oferta donde despliega una creatividad que incluye guiños a otras cocinas, originales mezclas de mar y montaña y clásicos pasados por su tamiz.

Así, pueden arrancar con el pan pizza con crema de jalapeño y anchoa o con el tomate rico con cebolleta y tronco de atún, que sirven para entrar en calor; seguir con dos imprescindibles, las berenjenas crujientes rellenas de cabrales, almendras y miel, de toda la vida, o la 'focaccia' de atún rojo, papada de cerdo y anchoa, brutal; darle un aire a los langostinos en tempura con mahonesa picante, al nivel de los del Sushi99, que fue quien los situó en el mapa; seguir con dos brioches, el originalísimo de albóndiga de vaca y calamar frito o el de carrillera estofada con curri, mejor el primero; entregarse al atún, sea en tartar con huevo frito y trufa o en 'sashimi' con erizo fresco, o rematar con cualquiera de las carnes, siendo la más distinta el 'tataki' de solomillo con verduras y salsa japonesa. Y se quedarán con ganas de más, se lo aseguro.

Mención aparte merecen postres y bodega. Los postres son, literalmente, de otra galaxia, especialmente las tartas: a la fina de manzana con helado de nata, la de chocolate o la de las tres leches, que nació con el local, se une una de queso cremoso sin parangón en el universo madrileño según los 'cachorros McCoy', que son jueces últimos en estas lides. Y miren que la competencia es dura.

La devoción de Lucas por los vinos originales se plasma en una carta llena de muy buenas referencias. En nuestras últimas visitas, nos decantamos por El Canto de la Alondra, un vino de Peñafiel, Ribera del Duero, increíblemente suave pese a su alta graduación, y por Hop Hop Grillo, mestizo somontano entre garnacha y 'syrah' que también nos cautivó. Todo esto servido por el personal de siempre, con la simpatía de siempre, en el local ampliado de siempre.

Concluyo a lo Anson, citándome de nuevo como colofón: "Si tienen cuarenta eurillos tontos en el bolsillo y viven por Majadahonda o quieren salir de Madrid, El Toque, un lugar sin pretensiones con una clientela más que fiel, es su lugar. No lo duden".

Pues eso, la semana que viene más y, lo intentaremos, mejor.

Miren, en esto que escribo hoy les reconozco que me va a costar ser objetivo. Frecuento El Toque desde prácticamente su apertura, en un local de todo menos comercial enfrente del Club Internacional de Tenis de Majadahonda (Madrid). Fue uno de los primeros restaurantes de los que hablé cuando en mi Valor Añadido incluía los viernes el apartado de 'Alimento para el Cuerpo', allá por 2007. Y desde entonces he sido cliente fiel al lugar, pudiendo comprobar de primera mano la evolución gastronómica de su cocinero, Lucas Vega.

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