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Sánchez Galán, el príncipe de las cloacas
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Javier Caraballo

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Sánchez Galán, el príncipe de las cloacas

El presidente de Iberdrola reúne en su biografía más reciente la extraña confluencia de ser el gestor que más ha aumentado su sueldo en el último año a la vez que su reputación se ponía en cuestión en los tribunales

Foto: El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. (EFE)
El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. (EFE)

El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, es un personaje de exposición y estudio. Es de esas personas que transitan por la democracia de la misma forma que podrían hacerlo por una dictadura o cualquier otro régimen: dos palmos por encima de las cabezas de los ciudadanos y hasta de las instituciones, porque piensan que en este mundo todo se arregla con dinero. En realidad, no es que les falte razón, y ya se encargan de demostrarlo, aunque siempre se les olvide, cuando están subidos en ese pedestal, que la hidra de la soberbia es la que va enredándose en sus pies hasta hacerlos caer rodando. A algunos dirigentes políticos es precisamente lo que les ocurre, que la efervescencia de las victorias electorales les acelera el pulso, como si se inyectaran burbujas de champán en el desayuno, y acaban creyéndose todopoderosos e intocables.

Pues bien, por encima de todos estos camina el presidente de Iberdrola, que reúne en su biografía más reciente la extraña confluencia de ser el gestor que más ha aumentado su sueldo en el último año a la vez que su reputación se ponía en cuestión en los tribunales. A ver quién lo iguala. En su sector, en todo el mundo, debe haber muy pocos dirigentes que se hayan embolsado 12 millones de euros en el año de la pandemia (¡12,201 millones de euros en el peor año de la historia reciente!). Y muchos menos que tengan varias causas pendientes en los tribunales, algunas de ellas que le conectan directamente con lo que, vulgarmente, conocemos como cloacas, ese mundo oscuro de chantajes, amenazas, espías y dosieres.

Foto: Antonio Miguel Carmona, exconcejal del PSOE. (EFE)

En la hemeroteca, además de su descollante actividad judicial, se pueden encontrar algunos perfiles de su personalidad como uno de los dos hombres más ricos de Salamanca, amante de las cacerías y de los placeres de la vida en su finca de 1.200 hectáreas de Fuenterroble de Salvatierra. Quienes le han conocido desde su juventud, suelen destacar de él una cualidad que, a la vista de lo que está ocurriendo, puede ayudarnos a comprender su forma de actuar, al margen de lo que se apuntaba antes de la soberbia de estos señores tan poderosos. “El hombre que lo arregla todo”, dicen de él como si se tratara de un resumen telegráfico de su biografía, una síntesis, como de epitafio, de sus mejores cualidades: sea cual sea el problema, Ignacio Sánchez Galán puede solucionarlo. Obviamente, no podemos despreciar la destreza y la capacidad en un hombre así, pero todos sabemos que hay algo más, que se requiere algo más: poder e información. Y falta de escrúpulos, claro.

Vamos a fijarnos solo en algunas de las últimas noticias en que se ha visto envuelto el presidente de Iberdrola. La más reciente ha sido la contratación de un destacado dirigente madrileño del PSOE, Antonio Miguel Carmona, para que entre a formar parte de su exclusivo equipo directivo, con un sueldo cercano al medio millón de euros al año. Igual han sumado todas las declaraciones que había de Carmona en su etapa política contra las eléctricas, las han multiplicado por cinco y les ha salido una cifra redonda: así se compran voluntades en la política española. Hay que tener muy bien afilados los puñales de la venganza en los bolsillos para asestarle al presidente del Gobierno un golpe así, justo en pleno apogeo de la campaña gubernamental contra las eléctricas.

Foto: Antonio Miguel Carmona. (EFE)

Ya pueden seguir repitiendo el presidente Pedro Sánchez y sus ministros que el problema de la subida desorbitada de la electricidad en España es la codicia de las multinacionales energéticas, su beneficio excesivo a costa de los ciudadanos; lo pueden decir todas las veces que quieran porque, a continuación, será inevitable pensar en Carmona y en que todo eso es posible gracias a la permisividad política de tantos años por la complicidad de las puertas giratorias. Tan desahogado va Sánchez Galán que, para restregarle aún más la maniobra en la cara a Pedro Sánchez, ha deslizado que han fichado al antiguo portavoz del PSOE en Madrid para “limpiar la imagen de la compañía Iberdrola en España”. Espectacular.

Todo eso ocurre, además, justo después de que se descubriera que la compañía de Sánchez Galán ha podido manipular algunos de los embalses que controla para bloquear el suministro de energía hidráulica, que es la más barata de todas, y poder encarecer así las tarifas generales. Al parecer, la Guardia Civil le sigue la pista desde 2013 y se sospecha que este verano pasado, cuando comenzó a subir la electricidad de forma desorbitada, Iberdrola ha podido repetir la misma marrullería. Ya veremos, como en cada proceso judicial, cuántas de las acusaciones pueden probarse ante el tribunal, pero, de momento, el presidente de Iberdrola ya tiene el distintivo de ser el primero de una eléctrica al que se investiga penalmente por maniobrar para inflar el recibo de la luz y aumentar sus beneficios.

Foto: Antonio Miguel Carmona comprando rosquillas. (EFE) Opinión
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Todo eso, lo de Carmona y lo de los embalses, está hilvanado por la misma lógica, esa que le atribuye a Ignacio Sánchez Galán el poder de solucionar todos los problemas, a la que solo le falta como complemento un clásico ancestral del poder desmedido: “El fin justifica los medios”. O como le advirtieron al siniestro comisario Villarejo, cuando andaba de tratos y negocios con el presidente de Iberdrola: “Con este no se puede jugar”.

Este otro caso, de hecho, es de todas las actuaciones del presidente de Iberdrola la que más se adentra en las cloacas, como se decía al principio. En los muchos audios y documentos que Villarejo atesoraba como un arsenal —literalmente como un ‘arsenal’—, se encontraron sus trabajos a la multinacional eléctrica para que espiara a los colegas de Sánchez Galán en otras empresas, a dirigentes políticos, a sindicatos, a ecologistas… A todos aquellos, en definitiva, con los que el presidente de Iberdrola tendría que tratar en algún momento. ‘Más vale un buen dosier que un mal acuerdo’, que podría decirse.

Pues bien, también por todo eso tendrá que sentarse en el banquillo “el señorito don Ignacio”, como lo llamaba Villarejo, gracias a que El Confidencial lo destapó todo en 2019. También entonces, Sánchez Galán intentó imponerse con sus tácticas arrolladoras, pero se encontró con que en este periódico no funcionan las puertas giratorias. Apenas cinco palabras hicieron falta para eludir el empujón del mandamás eléctrico: “Rigor, veracidad, profesionalidad, independencia y legalidad”, conceptos irrenunciables de todo periodismo que se precie. Y es que, aunque pensemos que siempre ganan, la tozudez en los principios actúa como un eficaz exorcismo en ese mundo oscuro.

El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, es un personaje de exposición y estudio. Es de esas personas que transitan por la democracia de la misma forma que podrían hacerlo por una dictadura o cualquier otro régimen: dos palmos por encima de las cabezas de los ciudadanos y hasta de las instituciones, porque piensan que en este mundo todo se arregla con dinero. En realidad, no es que les falte razón, y ya se encargan de demostrarlo, aunque siempre se les olvide, cuando están subidos en ese pedestal, que la hidra de la soberbia es la que va enredándose en sus pies hasta hacerlos caer rodando. A algunos dirigentes políticos es precisamente lo que les ocurre, que la efervescencia de las victorias electorales les acelera el pulso, como si se inyectaran burbujas de champán en el desayuno, y acaban creyéndose todopoderosos e intocables.

Ignacio Sánchez Galán
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