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El timo de la España vaciada
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Javier Caraballo

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El timo de la España vaciada

El despropósito del Gobierno, o la torpeza, o la ineptitud, o la insensibilidad, han acabado convirtiéndose en una insoportable burla para la gente de Aragón y, en concreto, de Teruel

Foto: El portavoz de Teruel Existe, Tomás Guitarte. (EFE/J. J. Guillen)
El portavoz de Teruel Existe, Tomás Guitarte. (EFE/J. J. Guillen)
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El Gobierno de Pedro Sánchez está gafado por la torpeza de sus ministros y ministras. No es posible encontrar un plan, una iniciativa o un programa que no acabe envuelto en la polémica; sucede, en ocasiones, que hasta el mejor de los propósitos puede degenerar en insulto a quien se pretende agradar por esa necedad inexplicable. Eso es, por ejemplo, lo que acaba de ocurrir con uno de los objetivos teóricos de esta legislatura, la lucha contra la despoblación, eso que llamamos la ‘España vaciada’ y que oculta una realidad mucho más severa de la que imaginamos al hablar o al escribir: en el 53 por ciento de todo el territorio español, solo vive el cinco por ciento de la población, según un informe de Cruz Roja. Como la clase política española es rentista, rentista electoral, el interés por un problema así solo ascendió a los debates nacionales cuando en esos municipios comenzaron a organizarse plataformas y partidos políticos que, si fraguaran, podrían alterar seriamente el reparto de escaños del Congreso de los Diputados.

La ‘bicoca’ del único diputado de Teruel Existe, que acabó siendo clave para que la raquítica mayoría socialista pudiera formar Gobierno, fue el revulsivo definitivo que buscaban los olvidados de tantas provincias, comarcas y pueblos. Por eso, por primera vez que se recuerde, la despoblación fue uno de los ejes del discurso de investidura de un presidente, Pedro Sánchez, en enero de 2020, con un compromiso firme de inversión, tanto para recuperar las infraestructuras que, en algunos casos, llevan decenas de años de promesas incumplidas, y también para la creación de empleo para los jóvenes. "Para que nadie se sienta abandonado por las administraciones públicas, nuestra obligación es llenar de soluciones a esa España interior que languidece ante la despoblación, el envejecimiento, el desmantelamiento de sus servicios públicos y el empobrecimiento de sus hogares", dijo el presidente Sánchez en ese discurso primero de la legislatura en el Congreso de los Diputados.

Foto: Pedro Sánchez, durante un acto con Luis Tudanca en Castilla y León. (EFE/Mariam A. Montesinos)

En estos casi tres años transcurridos, las promesas de entonces no se han plasmado en planes concretos de inversión de infraestructuras y de empleo juvenil con lo que la realidad y las expectativas de futuro de esas zonas despobladas siguen calcando la lánguida realidad que describió el presidente Sánchez en su investidura. Eso no quiere decir, sin embargo, que el compromiso no se haya adornado con el celofán de la burocracia política, como es el caso del nombramiento de una vicepresidenta, la tercera, con la pomposa cartera de “Transición Ecológica y el Reto Demográfico”. Por su acción, el Gobierno presentó en marzo de 2021 un plan de medidas en el que se anunciaba la inversión “de más de 10.000 millones y 130 políticas activas para luchar contra la despoblación y garantizar la cohesión territorial y social”. El mismo plan volvió a presentarse en febrero de este año con el propósito nada sutil de influir en las elecciones de la comunidad de Castilla y León, aunque con escaso éxito para las candidaturas socialistas. Lo que sabemos, ahora que se acaba 2022, es que las inversiones no llagarán hasta el año próximo, que también es año electoral, y que, como llevan advirtiendo algunos expertos desde hace meses, “no tienen un fondo estratégico y están basados en retórica, sin entrar en el contexto de cada situación”.

En medio de todo ese programa etéreo y retórico, lo más palpable para algunas de esas ciudades españolas que siempre se han considerado de segunda, maltratadas en las inversiones públicas, fue el anuncio de descentralización de algunas de las sedes de organismos públicos que se concentran en Madrid. Y es aquí, en este punto, donde el despropósito del Gobierno, o la torpeza, o la ineptitud, o la insensibilidad, han acabado convirtiéndose en una insoportable burla para la gente de Aragón y, en concreto, de Teruel, precisamente de Teruel. Uno de los organismos más codiciados que van a descentralizarse es la Agencia Espacial Española y a esa sede optan varias capitales españolas, entre ellas Teruel.

Foto: El presidente de Aragón, Javier Lambán. (EFE)

Pues bien, hace poco se comunicaron las condiciones para que esas ciudades puedan hacerse con este organismo público y, entre las exigencias, figuran la conexión ferroviaria de alta velocidad y la existencia de un aeropuerto internacional, con vuelos a Bruselas, París, Ámsterdam, Roma, Fráncfort, Praga y Toulouse. Si puede valorarse alguna acción política como el colmo del desprecio, esta sería una de ellas. ¿Cómo se le va a exigir a Teruel que tenga alta velocidad y aeropuerto si, hace un par de años, la noticia recurrente allí era la existencia de un tren que llamaban ‘tamagochi’ (porque tenía un solo vagón con 56 asientos y tardaba un día entero en recorrer la comunidad; era el tren más antiguo, lento y pequeño de España y allí estaba, en Teruel)? Mientras en la comunidad vecina, Cataluña, por ejemplo, todas las provincias estaban comunicadas por AVE, el tamagochi era la conexión ferroviaria de una de las zonas más emblemáticas de la España despoblada.

Podría entenderse que un organismo así, como la Agencia Espacial Española, necesita de las conexiones de comunicación que se citan, sí; pero, en ese caso, lo único que no se puede hacer es extender la oferta a todas las ciudades y, a continuación, excluir a las que carecen de esas infraestructuras porque siempre han sido ignoradas. La indignación lógica ha llevado al presidente de Aragón, Javier Lambán, a considerar lo ocurrido como “una afrenta a la igualdad de oportunidades”. También Teruel Existe ha denunciado al Gobierno de Sánchez y lo ha culpado de lo mismo que el socialista Lambán: “Se nos exige tener algo que nunca se nos ha querido dar”. Será la torpeza de los comunicadores del Gobierno o que la demagogia, como la mentira, tiene las patas cortas, la cuestión es que quien quería agradar a Teruel ha acabado poniéndole delante el espejo de sus frustraciones y desprecios. Cuando se presentó por primera vez aquel plan de los 10.000 millones, Luis Antonio Sáez, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Zaragoza, lo resumió en El Confidencial con un símil fácil de entender: “Es un plan que promete a los pueblos no envejecer como la fórmula del crecepelo”. Pues eso, un timo, como el crecepelo; el timo de la España vaciada.

El Gobierno de Pedro Sánchez está gafado por la torpeza de sus ministros y ministras. No es posible encontrar un plan, una iniciativa o un programa que no acabe envuelto en la polémica; sucede, en ocasiones, que hasta el mejor de los propósitos puede degenerar en insulto a quien se pretende agradar por esa necedad inexplicable. Eso es, por ejemplo, lo que acaba de ocurrir con uno de los objetivos teóricos de esta legislatura, la lucha contra la despoblación, eso que llamamos la ‘España vaciada’ y que oculta una realidad mucho más severa de la que imaginamos al hablar o al escribir: en el 53 por ciento de todo el territorio español, solo vive el cinco por ciento de la población, según un informe de Cruz Roja. Como la clase política española es rentista, rentista electoral, el interés por un problema así solo ascendió a los debates nacionales cuando en esos municipios comenzaron a organizarse plataformas y partidos políticos que, si fraguaran, podrían alterar seriamente el reparto de escaños del Congreso de los Diputados.

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