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Koldo y la corrupción 0.0 de Bildu
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Javier Caraballo

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Koldo y la corrupción 0.0 de Bildu

No ha existido nunca, ni existirá, ningún caso de corrupción que pueda equipararse en nada a la corrupción a la que esos miserables sometían a la sociedad vasca

Foto: Koldo García comparece en la comisión parlamentaria del Senado. (EFE/J.J. Guillén)
Koldo García comparece en la comisión parlamentaria del Senado. (EFE/J.J. Guillén)
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La cara de Koldo es el espejo de un alma calcinada. Por eso acudió ayer al Senado, a la comisión de investigación, para arrojar el hollín de sus entrañas, como si estuviera escupiendo un cabreo negro. Iba con un traje bien planchado, gris oscuro, con la camisa blanca y una corbata roja, uniforme oficial de tantos socialistas cuando se suben a la tribuna. También el uniforme de asesor socialista, que es a lo que se dedicó cuando lo sacaron de las puertas de las discotecas, esos porteros fornidos, y le pidieron que entregara su vida al servicio del número dos del partido de sus ancestros. Del PSOE era su padre, su 'aita', y del PSOE era su abuelo, su 'aitite', porque fue así, en euskera, como se refirió a ellos en la comparecencia del Senado.

Koldo, en fin, tiene un cabreo de mil pares de mascarillas y la sensación que ofrece es que, al menor descuido, puede soltarle una hostia al primero que se le cruce. Si yo fuera Pedro Sánchez, no estaría muy tranquilo con la reacción de este hombre que se ve como un muerto en vida, que defiende su inocencia, y que solo muestra ya fidelidad, y agradecimiento, por una persona, su antiguo jefe, José Luis Ábalos, el único miembro que respeta del PSOE, el partido al que volverá, como el general MacArthur volvió a las Filipinas.

La intervención, inflamada y enfadada, de Koldo en el Senado ha servido, en este sentido, para confirmar varios aspectos del caso Mascarillas, fundamentalmente el vínculo estrecho que sigue existiendo entre el exministro de Fomento y su asesor. A diferencia de otros casos de corrupción que hemos conocido en medio siglo de democracia, lo que no ocurre en esta investigación es que el alto cargo que se ha visto salpicado por las irregularidades de un subordinado, descargue toda la culpa en él. Tengamos en cuenta que José Luis Ábalos, al menos por el momento, no está ni siquiera investigado y bien podría haber dicho, desde el primer día, que se avergonzaba de que su asesor hubiera abusado de su confianza y que se consideraba traicionado. Eso no ha sucedido y, al contrario, el silencio de Ábalos se ve correspondido por los elogios continuos de Koldo García cada vez que le preguntan por él. Lo pone hasta de ejemplo público de persona de la que hay que aprender, empezando por los dirigentes del PSOE de su tierra, como Santos Cerdán o María Chivite, la presidenta de la comunidad foral. Ya se dijo aquí en alguna ocasión que todo esto nos lleva, indiciariamente, a sospechar que, este escándalo de corrupción, denunciado por la Fiscalía tras varios años de investigación de la Guardia Civil, quizá comenzó con la pregunta equivocada.

La cuestión central no es quién puso a Koldo en contacto con Víctor de Aldama, sino al revés, quién le dijo a Víctor de Aldama que se pusiera en contacto con Koldo para sus negocios de mascarillas. Quiere decirse que, como hemos ido conociendo, antes incluso de que se decretara la pandemia, en febrero del año 2020, el mencionado Víctor de Aldama ya actuaba como mediador entre una gran empresa turística, Globalia, el Gobierno de España y el Gobierno de Venezuela, en la famosa, y enigmática, visita de la vicepresidenta de Nicolás Maduro al aeropuerto de Barajas, a pesar de que tenía prohibida su entrada en territorio europeo. Y todavía antes de esa fecha, en septiembre de 2019, fue cuando la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, hizo amistad, al parecer, con el mandamás de Globalia, Javier Hidalgo, y con Víctor de Aldama, en la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo, que se celebró en San Petersburgo.

Foto: Koldo García comparece en la comisión parlamentaria del Senado. (EFE/J.J. Guillén) Opinión
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¿Quién es el vértice del escándalo? Ya se verá. Lo que Koldo dice, y repite, es que él tiene la conciencia muy tranquila. Por eso se revolvió, como un toro herido, cuando el portavoz de Bildu le preguntó que quién, entonces, no podía tener la conciencia tranquila. “Pues igual ustedes, los primeros”, dijo Koldo. No estaba el día para aplausos, pero ahí, en ese momento, se mereció una ovación, las cosas como son. Lo que había sucedido minutos antes es que el portavoz de Euskal Herria Bildu aprovechó su intervención para pavonearse de los buenos resultados obtenidos en las elecciones vascas del pasado domingo. “En mi país”, decía como si viviera en Lilliput, “cada vez gobernamos más instituciones y tenemos la etiqueta de corrupción 0.0, además de ser garantes de la transparencia y de las buenas prácticas”. Lógicamente, todo lo contrario es lo que sucede, según Bildu, en el Estado español: “Usted es un eslabón más de ese mal endémico que padece el reino de España, que es la corrupción”, como le dijo a Koldo.

El portavoz de Bildu en esa comisión se llama Josu Estarrona Elizondo, y tiene acta de senador por Álava desde las elecciones del 23 de julio de 2023. Cuando llegó al Senado, supimos de él que es profesor de música y, como tal, le dedicó una canción de bienvenida a Ion Kepa Parot, cuando salió de la cárcel en 2022, condenado por su pertenencia al comando Argala, también conocido como 'comando itinerante', uno de los más mortíferos de ETA, autor de la masacre de la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en 1987, en la que hubo 11 muertos, cinco de ellos niñas. Además de asesinar, la banda terrorista ETA implantó durante décadas el mayor negocio de extorsión que ha existido nunca. En un libro reciente de la Universidad de Deusto, 'Misivas del terror. Análisis ético-político de la extorsión y la violencia de ETA contra el mundo empresarial', se cifra en 25.000 millones de euros el coste directo de la violencia del terrorismo vasco. La cifra puede ser desorbitante si se le añade que entre 10.000 y 15.000 empresarios fueron extorsionados y que hasta 40.000 personas se vieron obligadas a trasladar su residencia fuera del País Vasco. No ha existido nunca, ni existirá, ningún caso de corrupción que pueda equipararse en nada a la corrupción a la que esos miserables sometían a la sociedad vasca, sin contar con los asesinatos de tantos cientos de inocentes. Para que ahora venga un Josu Estarrona con canciones versolaris de la ‘corrupción 0.0’ de Bildu.

La cara de Koldo es el espejo de un alma calcinada. Por eso acudió ayer al Senado, a la comisión de investigación, para arrojar el hollín de sus entrañas, como si estuviera escupiendo un cabreo negro. Iba con un traje bien planchado, gris oscuro, con la camisa blanca y una corbata roja, uniforme oficial de tantos socialistas cuando se suben a la tribuna. También el uniforme de asesor socialista, que es a lo que se dedicó cuando lo sacaron de las puertas de las discotecas, esos porteros fornidos, y le pidieron que entregara su vida al servicio del número dos del partido de sus ancestros. Del PSOE era su padre, su 'aita', y del PSOE era su abuelo, su 'aitite', porque fue así, en euskera, como se refirió a ellos en la comparecencia del Senado.

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