Matacán
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La ignara de México y el favor que hace
El desplante inadmisible de la nueva presidenta mexicana ha conseguido que el Gobierno de Pedro Sánchez tome una decisión sobre nuestras relaciones internacionales que puede ser aplaudida por todos
La nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha comenzado su mandato con la exhibición internacional de su ignorancia, que es uno de los rasgos más elocuentes de esa ideología de falsa izquierda que abochorna todo lo que toca. Por primera vez en medio siglo de democracia en España, la toma de posesión de un presidente de la República de México tendrá lugar sin la presencia del jefe del Estado español, por la obcecación banal, majadera y cínica de esta panda bananera que ha vetado la presencia del rey Felipe VI en el acto. La ignorancia de esa mujer, que se corresponde con la de su ignaro protector, el oscuro López Obrador, el presidente saliente, se desmonta, como haremos, con una enorme facilidad, pero lo mejor de todo esto es que ese incidente diplomático es de un valor extraordinario en España.
Nos hacen un favor importante porque un disparate tan grotesco como el que ha cometido esa mujer, nos ofrece la oportunidad de recordar la historia real, la de hace quinientos años, y la reciente, la que ha unido a España y a México en el último siglo, pero sobre todo desde la restauración de la democracia. Tan bueno es el efecto que consigue el desbarre de la primera mujer presidenta de México que hasta ha contribuido a que el Gobierno de Pedro Sánchez haya adoptado una decisión que todo el mundo podrá aplaudir en España, demostrando así que las críticas aceradas que se le dirigen a diario se apaciguan fácilmente: se trata solo de que el PSOE, como partido de Gobierno, recobre su sentido de Estado.
La osadía del ignorante es una de las distorsiones cognitivas más estudiadas por los psicólogos y, sin embargo, cuando se analiza en la actualidad comprobamos que se ha quedado antigua porque no recoge el aspecto más llamativo de los últimos años: la ignorancia de los populismos. Podrá decirse, y es verdad, que cuando un líder populista miente en sus discursos, no se trata de ignorancia sino de manipulación consciente de la historia para provocar un agravio que no existe y refugiarse tras él. Es evidente: se trata de eso. De hecho, si en España se contabilizaran los manoseos políticos a lo largo de la historia, el país entero podría inscribirse en el libro de los récords más absurdos de la humanidad.
La ‘leyenda negra’ es, en sí misma, una manipulación interesada de la historia, la más trascendente de todas, pero no es la única. Aquí, hay muchos que han querido reescribir el pasado a la medida de sus intenciones más obscenas. Y en esa relación, lo mismo podemos meter en la España contemporánea al dictador de delirios imperialistas, Francisco Franco como a los independentistas de enajenaciones alucinógenas. Igual ocurre con esta oleada de líderes de la izquierda indigenista, aunque ni representan a la izquierda ni a la memoria de América, antes y después de Cristóbal Colón. El intento es tan burdo como dramático. Simplemente, tratan de ocultar la crudeza de la realidad de México oponiéndola a un pasado opresor, que ellos mismos han inventado. Y resulta que el México de hoy, no el de hace quinientos años es un país con más de cien mil personas desaparecidas, según las propias cifras oficiales, y unos índices de pobreza de casi la mitad de la población. López Obrador, al igual que su discípula, le exigen al Rey de España que pida perdón, como si le estuvieran hablando a un cuadro del Museo del Prado, y así piensan que los mexicanos se van a olvidar de que quienes tienen que dar explicaciones son ellos mismos. Por ejemplo, de cómo es posible que sus campañas electorales se financien con dinero del narcotráfico.
En el contexto histórico de hace quinientos años, lo único que podemos trasladar sin variación a la sociedad actual es el concepto de ‘liberación de un pueblo’. En el caso de México, no se trataba de un pueblo, sino de decenas de pueblos indígenas que vivían sojuzgados, masacrados por la dictadura azteca, y la práctica sangrienta de sus dictadores. Como defiende el escritor argentino Marcelo Gullo, “Hernán Cortés no conquistó México; Hernán Cortés liberó México” del régimen de terror de los aztecas. Y remarca esto que decimos, que el único concepto que podríamos trasladar a la mentalidad, a los valores y principios de la sociedad actual, es el de opresión y liberación de un pueblo. Dice Marcelo Gullo: “El día de la caída de Tenochtitlán es comparable al Día de la Liberación de la Alemania nazi. Es un día de liberación para los pueblos mesoamericanos, oprimidos por los aztecas, y para los propios aztecas, oprimidos por una nobleza y una casta sacerdotal atroces. Las pruebas, hoy en día, son apabullantes”.
Todo eso, como queda dicho, es conocido, no ofrece discusión científica en lo fundamental, pero como resulta que esas patrañas siempre encuentran el eco de cabezas huecas, no hay que desaprovechar la ocasión que nos brinda los ignaros para repetirlo otra vez. De esa forma, el perfil psicológico del ignorante osado se le puede aplicar tanto a la presidenta de México como a personajes de la vida española de lo más variopinto. Quizá le haya llegado, hace unos meses, el dislate de la presentadora de televisión Mercedes Milá, que se hizo viral cuando, en un concurso, calificó a Hernán Cortés como “un asesino impresionante, machista y villano”. Nada más patético que el papel de estos personajes, cuando desnudan su ignorancia y se suman a ese discurso infame, pensando quizá que pasan por atrevidos y progresistas, sin medir la pena que pueden llegar a dar.
Así que volvamos al favor que nos hace la ignara de México. Cada disparate de esta naturaleza va acompañado de una ventana de oportunidad y, por esa razón, el desplante inadmisible de la nueva presidenta mexicana ha conseguido que el Gobierno de Pedro Sánchez tome una decisión sobre nuestras relaciones internacionales que puede ser aplaudida por todos, sin fisuras. No despreciemos el detalle porque, quizá, se trata de la primera decisión política de esta naturaleza, de política exterior, que merece un aplauso sin reparos. Ante el desplante de México al jefe del Estado Español, ante el discurso falsario de nuestra propia historia, el Gobierno de Pedro Sánchez ha superado las propias contradicciones de sus socios de Gobierno y ha respondido a la altura de lo que se le podía exigir. Ya sabemos que no servirá para que el presidente Pedro Sánchez recapacite, como líder del PSOE, y vuelva a la coherencia socialdemócrata que abandonó hace tanto tiempo, pero gracias a la presidenta de México podemos gozar de este momento inaudito. El Gobierno de Sánchez legislando en el interés de España. Aplauso cerrado.
La nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha comenzado su mandato con la exhibición internacional de su ignorancia, que es uno de los rasgos más elocuentes de esa ideología de falsa izquierda que abochorna todo lo que toca. Por primera vez en medio siglo de democracia en España, la toma de posesión de un presidente de la República de México tendrá lugar sin la presencia del jefe del Estado español, por la obcecación banal, majadera y cínica de esta panda bananera que ha vetado la presencia del rey Felipe VI en el acto. La ignorancia de esa mujer, que se corresponde con la de su ignaro protector, el oscuro López Obrador, el presidente saliente, se desmonta, como haremos, con una enorme facilidad, pero lo mejor de todo esto es que ese incidente diplomático es de un valor extraordinario en España.
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