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Yo voto a Leonor
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Pilar Gómez

Maten al mensajero

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Yo voto a Leonor

Cuando los que en nombre de la democracia la ponen en riesgo, la princesa ha emergido como garante del progreso de la monarquía que avala el sistema del 78 sin fisuras

Foto: La princesa Leonor, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional. (Getty)
La princesa Leonor, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional. (Getty)
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¿Tienen las democracias mecanismos para defender de los dirigentes que las amenazan? La presidencia de Donald Trump en la primera potencia mundial abrió un debate que ponía el foco en si los instrumentos correctores de los estados serían capaces de aguantar ante mandatarios capaces de desafiar los contrapoderes. El magnate buscó el control de los jueces que hoy le sientan en el banquillo por sus desmanes autoritarios. Hay esperanza. En España la Constitución sufre un test de resistencia a prueba de investidura. Sánchez necesita de los independentistas catalanes para mantenerse en La Moncloa. Tendrá que retorcer el espíritu del 78 para encajar una amnistía que desautoriza a los jueces y dinamita el principio de Igualdad que recoge el artículo 14 de nuestra Carta Magna.

La incógnita es si lo que llamamos sistema sobrevivirá o las sisas se harán tan grandes que en unos años nuestra nación se romperá. Hay quiénes confían en que, incluso Sánchez, tiene límites. Su tiempo pasará, dicen. Yo desde el 12 de octubre he decidido que voto a Leonor. La heredera al trono emergió en la celebración de la Hispanidad como una garantía de autenticidad. España se tambalea sumida en la frivolidad política, alejada de los principios y sin líderes capaces de estar a la altura de las circunstancias. La mentira se ha normalizado. Tanto del que oculta a los españoles lo que está dispuesto a hacer con sus votos, como del que reniega de su trayectoria incapaz de condenar expresiones como "que te vote Txapote".

Foto: Un operario limpia la tumba de Fernando Buesa, atacada la semana pasada con heces y pintura. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)

La Princesa de Asturias encarna el triunfo de la Transición. Avala todo aquello que ahora pretenden cuestionar tachándolo de "régimen". Leonor será mejor reina que su padre, igual que Felipe VI ha aprendido de los errores de Juan Carlos I. El veterano Herrero de Miñón se hizo metáfora en el besamanos del Palacio Real. Con la historia sobre su espalda, paso tembloroso y cabeza firme abrió una ventana de tiempo. Ese apretón de manos con Leonor es ya un símbolo. La democracia por la que él y otros hombres y mujeres (menos de las deseadas) lucharon, no solo, ha madurado, sino que avanza. La Corona se ha profesionalizado y simboliza mucho más que la unidad de España. Evidencia el progreso.

A punto de alcanzar la mayoría de edad, Leonor está llamada a ser la cuarta reina no consorte de la historia de nuestro país y la primera mujer que comande las Fuerzas Armadas. Reflejo de su tiempo como lo fueron Isabel de Castilla, Juana "la Loca" e Isabel II. Lo tendrá mucho más difícil que sus antecesoras. Su responsabilidad será mayor y el control sobre sus actos exhaustivo. Reinará en una democracia plena, donde las mujeres tienen más derechos y muchos por conquistar. El matrimonio de sus padres representó un nuevo camino. Duro e injustamente cuestionado, incluso por quien esto escribe. La perspectiva permite rectificar.

"Leonor está llamada a ser la cuarta reina no consorte de nuestro país y la primera mujer que comande las Fuerzas Armadas"

Los Reyes son monarcas para el siglo XXI. Conectan con los anhelos de la sociedad en la que reinan porque son ella misma. Con privilegios y obligaciones que los políticos a los que votamos olvidan con demasiada frecuencia. Su poder emana de una Constitución que los que quieren gobernar han entregado a los que buscan abolir. La heredera al trono dio una lección de compromiso. Ni un resquicio al error. Profesionalidad en estado puro. En Europa los países con las democracias más avanzadas tienen un rey o una reina. Bélgica, el espejo de la progresía española, jamás ha cuestionado su modelo de Estado. La mayoría de los españoles tampoco. La Monarquía goza de la aprobación ciudadana según el CIS y la popularidad de Felipe VI está en récord.

Los cuarenta y nueve años de nuestra actual democracia ha sido el período más próspero de nuestra historia. La monarquía evoluciona para no ser un anacronismo. Es difícil en tiempos de la inteligencia artificial justificar el derecho de sangre, pero en estos momentos es casi la única garantía de que respetarán las normas democráticas. Quizás parezca un oxímoron. También lo es que se amenacen los pilares de la democracia en nombre de ella. Ante eso, yo voto a Leonor.

¿Tienen las democracias mecanismos para defender de los dirigentes que las amenazan? La presidencia de Donald Trump en la primera potencia mundial abrió un debate que ponía el foco en si los instrumentos correctores de los estados serían capaces de aguantar ante mandatarios capaces de desafiar los contrapoderes. El magnate buscó el control de los jueces que hoy le sientan en el banquillo por sus desmanes autoritarios. Hay esperanza. En España la Constitución sufre un test de resistencia a prueba de investidura. Sánchez necesita de los independentistas catalanes para mantenerse en La Moncloa. Tendrá que retorcer el espíritu del 78 para encajar una amnistía que desautoriza a los jueces y dinamita el principio de Igualdad que recoge el artículo 14 de nuestra Carta Magna.

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