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Estalla con estrépito el 'caso Sánchez'
Aldama escala su denuncia en la entrevista con Herrera y Lobato es libre ya para dar su versión en el Supremo mientras el hermano de Sánchez es imputado y empeora el diagnóstico penal de Begoña Gómez
En febrero de 2022, Pablo Casado, entrevistado en la COPE por un Carlos Herrera suave en las formas, pero inclemente en sus preguntas, en el ejercicio de un periodismo en el que la psicología juega un papel clave entre el que cuestiona y el que responde, se hizo el harakiri al arremeter sin control contra Isabel Díaz Ayuso. El palentino salió letalmente herido de los estudios de la radio de Ábside Media, casi como Pedro Sánchez ayer, después de la conversación entre Herrera y Víctor de Aldama.
Jornada aciaga para el presidente del Gobierno que se encaramó a la tribuna del Congreso para dar cuenta de la penosa gestión de su Gobierno en la catástrofe de la DANA al mismo tiempo que ‘el nexo corruptor’ desvelaba comportamientos miserables de una larga lista de dirigentes socialistas, poniendo al frente de todos ellos un nombre y dos apellidos: Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
Ayer, detonó así ‘su’ caso porque todos los caminos de los demás ‘casos’ conducen irremediablemente a la Moncloa, bajo la intendencia allí de dos sargentos: Félix Bolaños y Óscar López, ambos con responsabilidades gravísimas como el tiempo y los tribunales (y los medios) irán acreditando. Por si fuera poco, el diagnóstico penal de Begoña Gómez ha empeorado al tratar su defensa (en la que López y Bolaños se han implicado) de pasar a la ofensiva desvelando una documentación que aviva la sospecha de una posible malversación. ¿Qué decir de las andanzas de David Sánchez (alias, Azagra) investigado (con ocho cargos provinciales públicos más) por delitos contra la administración pública mediante un auto de la jueza de instrucción n º 3 de Badajoz que ayer corrió como la pólvora por los mentideros de Madrid? Una resolución que llamó la atención por su calidad y precisión procesales.
No sería improbable que los dos instructores del Supremo (caso Ábalos y García Ortiz) llamasen a Sánchez como testigo y, al final, lo imputen
Falta por contrastar la inicial versión del defenestrado Juan Lobato, que ayer dio un paso atrás y dimitió de la secretaría general del PSOE de Madrid, pero que mañana comparece en calidad de testigo ante el instructor de la causa que por revelación de secretos se sigue en la Sala Segunda del Supremo contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que es uno de los vértices del triángulo equilátero de las Bermudas (los otros son Begoña y Ábalos) que será el que absorba definitivamente al presidente del Gobierno. No sería improbable que los dos magistrados-instructores del Alto Tribunal, el del caso Ábalos (Leopoldo Puente) y el del caso del fiscal general (Ángel Luis Hurtado), le reclamen testificar a Sánchez y terminen por imputarle en ambos procedimientos.
La entrevista de Carlos Herrera a Aldama (una pieza radiofónica de especial valor) podría resumirse en pocas palabras: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, sabía todo y todo lo encubrió. Era lógico que así fuera, pero se necesitaba el relato desde las entrañas de la trama. En julio de 2021, el presidente del Gobierno cesó a José Luis Ábalos de su cargo de ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (antes Fomento). De inmediato, lo destituyó también de la secretaría de organización del PSOE y lo sustituyó por Santos Cerdán, un pésimo repuesto. ¿Por qué le cesó? Pues, según Aldama, porque Sánchez dispondría de un ‘informe del CNI’ que desvelaría su vida nada edificante y sus ‘milagros’ financieros. ¿Y por qué rescató Sánchez a Ábalos y lo colocó en las listas electorales por Valencia en las generales de 2023? No es difícil colegir que lo hizo para mantener su silencio (omertá).
Pedro Sánchez llega al congreso como si Sevilla fuese Pionyang, no la capital de Andalucía sino de Corea del Norte
Todo lo demás, siendo relevante, lo es menos porque todos los demás personajes del reparto son secundarios (Montero, Cerdán, Bolaños, López, Marlaska…). Si la confesión -en todo caso, parcial- de Víctor de Aldama ante el magistrado Ismael Moreno fue decisiva la entrevista con Herrera fue mortal de necesidad porque ha situado el montaje corrupto en una dimensión de inédita envergadura. Así, el relato de la visita de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, de acreditarse, se produjo en unos términos tan intolerables para la higiene del Estado que solo la desvergüenza de los enfeudados por Sánchez podría obviar una total reprobación asumiendo ya definitivamente la condición de cooperadores necesarios en el derrumbamiento moral del PSOE y de su Gobierno de coalición.
El balance de estos años de desgobierno es estremecedor: el Congreso neutralizado; la Abogacía del Estado, instrumentalizada; la Fiscalía manipulada por su máxima jerarquía en connivencia con el Gobierno; la Moncloa, hipertrofiada de poder, escenario opaco de episodios misérrimos; Ferraz, en manos de personajes trapaceros; el PSOE de Madrid, nuevamente desmantelado y su secretario general ‘linchado’ (como Tomás Gómez en 2015 y Joaquín Leguina hace unos meses, expulsado del partido), los independentistas depredando el Estado y los recursos públicos a cambio de sostener a Sánchez en el poder y el propio presidente caricaturizado por sí mismo como un personaje perverso de un videojuego.
En estas circunstancias, Sánchez llega a Sevilla para su aclamación como si la capital de Andalucía fuera Pionyang, la de Corea del Norte. Se desplegará en el 41.º Congreso del PSOE todo el muestrario de adhesiones: discursos ditirámbicos sobre el líder; inquebrantables intervenciones de lealtad; serviles ataques a los escasos disidentes y mantras ya conocidos y de dudosa eficacia: fango, bulo, infamia, extrema derecha, derecha extrema… para concluir en una apoteosis a modo de revista en la que Sánchez amenazará con atrincherarse hasta la extenuación. El líder socialista ha pasado de la ofensiva a la resistencia. De ganar a aguantar. Todo lo que le era sólido se derrumbó ayer con estrépito.
En febrero de 2022, Pablo Casado, entrevistado en la COPE por un Carlos Herrera suave en las formas, pero inclemente en sus preguntas, en el ejercicio de un periodismo en el que la psicología juega un papel clave entre el que cuestiona y el que responde, se hizo el harakiri al arremeter sin control contra Isabel Díaz Ayuso. El palentino salió letalmente herido de los estudios de la radio de Ábside Media, casi como Pedro Sánchez ayer, después de la conversación entre Herrera y Víctor de Aldama.
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