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Sánchez/Iglesias, razones para una desconfianza
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Graciano Palomo

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Sánchez/Iglesias, razones para una desconfianza

Lo que realmente le interesa a Sánchez es la desaparición de la extrema izquierda ("socialismo del siglo XXI") y que la casa común de la izquierda sea una, el PSOE

Foto: El presidente del gobierno Pedro Sánchez (i) y el líder de Podemos Pablo Iglesias. (EFE)
El presidente del gobierno Pedro Sánchez (i) y el líder de Podemos Pablo Iglesias. (EFE)

En realidad, lo único que Pablo Iglesias respeta de Pedro Sánchez es el poder. En realidad, lo que Sánchez admira en Pablo es su capacidad para haber levantado un movimiento/partido de la nada y sus manos libres para jugar a su antojo con la criatura. Punto.

Si, finalmente, se produjera un acuerdo 'in extremis' entre el PSOE y Podemos –que no es imposible– la conllevanza dentro de ese gobierno sería prácticamente imposible. No solo por el juego de 'egos' y el protagonismo 'ad hominem', sino también por las medidas a adoptar. Lo que realmente interesa a Sánchez es la desaparición de la extrema izquierda (“socialismo del siglo XXI”) y que la casa común de la izquierda sea una, esto es, el PSOE que pueda mirar desde arriba en posición desdeñosa. El resto son meros juegos malabares porque sus amigos en Europa ya le han dejado claro lo que hay.

Sánchez sabe perfectamente que con Iglesias dentro del ejecutivo el lío está asegurado

Iglesias cree que el jefe del Gobierno en funciones tiene en el cogote la presión del IBEX nunca pintó menos desde la restauración democrática– para que no cuente con él. No hace falta. Sánchez no gusta de compañeros de viaje gritones y faltones. No le hace gracia que nadie pueda cuestionar su protagonismo y sabe perfectamente que con Iglesias dentro del poder ejecutivo el lío permanente está asegurado.

Iglesias –cuyo orgullo no cabe en un paquebote transatlántico– necesita que Sánchez le ofrezca un transportín para que se visualice 'urbi et orbi' su poder e influencia. Pese a que sus mesnadas están en cuarto menguante todavía hay un sector importante de la sociedad española que le considera imprescindible en el nuevo tablero político que surge en España tras el detritus cocinado por Zapatero y sus cuates.

Esto es lo que hay, mis queridos amigos. En cualquier caso, el órdago de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez es uno de esos espectáculos políticos dignos de ser contemplados con divertimento y palomitas.

En realidad, lo único que Pablo Iglesias respeta de Pedro Sánchez es el poder. En realidad, lo que Sánchez admira en Pablo es su capacidad para haber levantado un movimiento/partido de la nada y sus manos libres para jugar a su antojo con la criatura. Punto.

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