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Aeropuerto del Prat: apologetas de la miseria y de la ilusión
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Josep Martí Blanch

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Aeropuerto del Prat: apologetas de la miseria y de la ilusión

El debate sobre la ampliación del aeropuerto del Prat demuestra la incapacidad y la falta de talento político de las principales instituciones catalanas

Foto: Aeropuerto de El Prat. (Reuters)
Aeropuerto de El Prat. (Reuters)

En Cataluña ha triunfado una visión falsamente redentora de la política que coloca a buena parte de su poder político institucionalizado en posiciones netamente reaccionarias, esto es, en contra del sentido común y del presente.

Solo así puede entenderse la negativa al proyecto de ampliación del aeropuerto del Prat que plantea AENA y que lleva aparejada una inversión de 1.700 millones para alargar la pista del litoral del aeropuerto, levantar la nueva terminal satélite y la conexión entre esa terminal y la actual T1. En posiciones contrarias están la mitad del Gobierno autonómico, la mitad del consistorio de Barcelona y los ayuntamientos de las ciudades afectadas por el proyecto.

Los reaccionarios son de dos tipos. Están los que sueñan con una Barcelona que vuelva a las esencias de una sociedad casi preindustrial. En esa ciudad, volveríamos a tener animales en los bajos de los edificios y haríamos todos los trayectos a pie o en burro. Habría vaquerías donde comprar la leche para desayunar y nos contentaríamos con adquirir lo esencial, porque el consumo es malo, lleva el mundo a la catástrofe ambiental y no puede salvarse sin decrecer económicamente.

El turismo, por supuesto, es una plaga de langostas en términos bíblicos o una actividad alienante si somos de religión marxista. A los que así piensan, la pandemia les ha venido de perlas. Ha hecho realidad por un tiempo el mundo que querían. Y ahora andan inquietos pensando que a lo mejor ese mundo que en el fondo les agrada no cambiará todo lo que debería, perdiéndose la gran oportunidad que ha sido y es el covid-19. Este es el bando que podría definirse como el de la apología de la miseria.

Luego están los reaccionarios posindustriales que a todo lo que dicen añaden como coletilla 'valor añadido' y 'disruptivo'. Estos, más que volver al pasado, viven ya en un futuro que aún no existe y en consecuencia han dejado de tener los pies en el suelo. En ese futuro ya no hay emisiones y cualquier ciudadano disfruta de un buen trabajo gracias a la formación y a las oportunidades inacabables que ofrece la revolución tecnológica. En ese futuro ni ensuciamos, ni contaminamos, ni nada de nada. De hecho, ni trabajamos. Las máquinas lo hacen todo y gracias ellas, que pagan Seguridad Social e impuestos, disfrutamos de cuantiosos subsidios que nos permiten vivir como reyes. Esta sería la facción de los apologetas de la ilusión.

Foto:  El presidente de Aena, Maurici Lucena. (EFE)

Exageramos. Pero no tanto. Por ahí andan la CUP, En Comú Podem, ERC y JxCAT (en estos dos partidos, las posiciones no son unánimes entre sus dirigentes) cuando se oponen frontalmente al proyecto que ha puesto encima de la mesa el presidente de AENA, Maurici Lucena.

A Lucena le ha bastado un PowerPoint para que las instituciones catalanas se deslizasen voluntariamente por el tobogán del ridículo. Nunca una trampa tan sencilla había dado tanto rendimiento. Porque hay cosas en las que la Generalitat, por citar una institución contraria hasta la fecha al proyecto de ampliación, lleva razón: no es fácil de llevar a la práctica. Afecta humedales especialmente protegidos y no es sencillo que los planes de Maurici Lucena, de compensar los destrozos que vayan a producirse con la ampliación de humedales en otras zonas adyacentes, sean vistos con agrado por las instituciones europeas, que son extremadamente exigentes con los criterios ambientales.

Pero bastaba con decir que sí, que bienvenidos los 1.700 millones de AENA y unos cuantos más porque el proyecto ha de mejorarse, para que todas las cuestiones técnicas que deban resolverse se discutieran con ese compromiso de inversión ya formalizado.

Al rescate de la política saldrá nuevamente el mundo económico y empresarial mañana, con un manifiesto de adhesión

Lo mismo podría decirse del Ayuntamiento de Barcelona, institución dividida al respecto, ya que el PSC —el partido del presidente de AENA, gracias al cual Lucena preside una empresa cotizada— está a favor de la ampliación. Pero no basta, puesto que la alcaldesa —ella con la boca pequeña— y su partido —En Comú Podem— están totalmente en contra.

Al rescate de la política saldrá nuevamente el mundo económico y empresarial mañana, con un manifiesto de adhesión a la ampliación que se celebrará en la institución académica Esade. Serán más de dos centenares de entidades, Fomento del Trabajo y Pimec, Círculo de Economía, Cámara de Comercio, Mobile World Capital, Barcelona Tech City, sindicatos y un largo etcétera, las que exigirán a las instituciones catalanas que den el visto bueno a la ampliación y que se sumen al frente común con AENA y el Gobierno de España para convencer a las autoridades comunitarias de la bondad del proyecto.

A tenor de los éxitos que acompañan los manifiestos de estas entidades, no hay razones para ser optimistas sobre que este frente común pueda hacerse realidad. Con la CUP y En Comú Podem en posiciones contrarias, es difícil que el Gobierno de Cataluña, que depende del apoyo parlamentario de los primeros, o el Ayuntamiento de Barcelona —gobernado por los segundos— cambien de parecer alegremente. Y los gobiernos municipales de las ciudades directamente afectadas por el proyecto —particularmente El Prat de Llobregat— tampoco van a virar su posicionamiento contrario, ya reiterado en plenarios municipales.

placeholder Aeropuerto del Prat. (EFE)
Aeropuerto del Prat. (EFE)

La respuesta a las pretensiones de AENA por parte de las instituciones catalanas es de una endeblez que cuesta creer. Que la operación planteada por Lucena, hecha con el disfraz de un ejecutivo, pero con motivaciones y trasfondo político, no haya sido contestada con la misma habilidad demuestra solo falta de talento e incapacidad. Al menos hasta la fecha.

En 2007, las entidades económicas y empresariales, acompañadas de la clase política, exigían a AENA en un acto multitudinario celebrado en IESE, similar al que se celebrará mañana en Esade, mayor compromiso con el aeropuerto del Prat para que la gran Barcelona, la que incluye su área metropolitana con más de cuatro millones de habitantes, dispusiese de vuelos intercontinentales para mejorar su competitividad y atractivo. Catorce años después, esa oportunidad está ahí y quiere echarse a perder en nombre de un mundo que ya no existe u otro que todavía no se ha hecho realidad.

¿Y el presente? Hace tiempo que en Cataluña se decidió prescindir de él a cambio de imaginar pasados en los que ya no vive nadie y futuros en los que tampoco hay todavía habitantes.

En Cataluña ha triunfado una visión falsamente redentora de la política que coloca a buena parte de su poder político institucionalizado en posiciones netamente reaccionarias, esto es, en contra del sentido común y del presente.

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