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Lambán se viste de Thomas Friedman y arregla España
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Josep Martí Blanch

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Lambán se viste de Thomas Friedman y arregla España

El presidente de Aragón trasladó su deseo explícito de que discutir de economía con Cataluña, Valencia y Baleares sirva para resolver “problemas políticos de difícil solución”

Foto: El presidente de Aragón, Javier Lambán. (EFE)
El presidente de Aragón, Javier Lambán. (EFE)

El presidente de Aragón, Javier Lambán, se puso ayer el traje de Thomas Friedman en la cumbre empresarial de Zaragoza en la que participaron, junto a los anfitriones, las grandes patronales de Valencia, Cataluña y Baleares. Desarrolló, el presidente aragonés, una particular adaptación de la teoría de los arcos dorados del ensayista estadounidense. Friedman explicó en dos artículos de 1996, "Bic Mac I" y "Bic Mac II", que dos países que cuenten con un McDonald's difícilmente se harán la guerra entre ellos. No porque las hamburguesas tengan un poder beatífico oculto, sino porque significa que esos países están demasiado interconectados económicamente para dar rienda suelta a las frivolidades bélicas.

Lambán no habló de Friedman, claro. Y tampoco de teorías económicas que actúan como antídoto bélico. Pero sí trasladó su deseo explícito de que discutir de economía con Cataluña, Valencia y Baleares sirva para resolver “problemas políticos de difícil solución”. En cierta manera, su adaptación local de la teoría de los arcos dorados viene a ser que si las comunidades presentes ayer en la cumbre empresarial refuerzan sus lazos y proyectos económicos, pelillos a la mar con los conflictos territoriales y, especialmente, con las ensoñaciones independentistas que él viene combatiendo con especial virulencia verbal desde hace tiempo.

Foto: El presidente de Aragón, Javier Lambán. (EFE)
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Los empresarios de las cuatro comunidades de la antigua Corona de Aragón sirvieron la excusa con su cumbre para que los respectivos gobiernos autonómicos se sentaran a hablar de proyectos y asuntos concretos.

El encuentro político, con presencia catalana, era inimaginable hace tan solo unos meses, antes de que ERC se hiciera con la presidencia de la Generalitat. Cierto que por parte catalana —a diferencia de Aragón, Valencia y Baleares— no asistió su presidente, Pere Aragonès, que delegó su participación en su consejera de Presidencia, Laura Vilagrà. Pero más allá de esta cuestión, lo que hay que resaltar es la predisposición de los cuatro ejecutivos a participar en un foro conjunto para discutir sobre qué proyectos e iniciativas empresariales y económicas pueden desarrollar en común para sacar todos ellos un provecho conjunto.

El espíritu colaborativo entre las comunidades autónomas parece haberse reforzado tras dos años de pandemia. Las reuniones entre territorios son cada vez más habituales y diríase que empieza a entenderse que, más allá de la relación de cada uno de ellos con el Gobierno de España y de sus intereses particularísimos, hay un espacio de relación entre ellos que puede y debe dotarse de mayor contenido del que ha tenido hasta la fecha.

Esto resulta siempre más fácil para los empresarios que para los políticos. A fin de cuentas, su campo de batalla no es el de los votos y tampoco sus fronteras son las que marcan los límites administrativos de una comunidad. Que el empresariado de las cuatro comunidades presentes ayer en la cumbre de Zaragoza vea las oportunidades globales que ofrecen estos territorios de manera conjunta es lo más natural, razonable y ajustado al sentido común. Lo raro sería que el mundo de la empresa no viese las cosas exactamente así. Por ello, el éxito de la cumbre no está en que las patronales de Aragón, Valencia, Baleares y Cataluña se comprometan o exijan el cumplimiento de un decálogo para la reactivación económica; sino en la capacidad de arrastrar a los respectivos ejecutivos a participar en la reunión y forzarlos a que asuman el compromiso de fijar como prioridad de su agenda política la necesidad de colaborar activamente en aquellos asuntos de los que pueden beneficiarse yendo de la mano.

Claro que el mismo Lambán se encargó de recordar que el encuentro de ayer no puede ser un bálsamo de Fierabrás que al primer sorbo todo lo cura. De hecho, bastó que Josep Sánchez Llibre, el presidente de la patronal catalana Fomento, se refiriese a la candidatura de los Juegos de Invierno 2030 como "candidatura Barcelona-Pirineos" para que el mandatario aragonés saltase como una liebre para recordar que quien utiliza esa nomenclatura “va por mal camino”, porque no sitúa en pie de igualdad a Cataluña y Aragón.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE)

Es una anécdota, pero ejemplifica hasta qué punto hay que ir con pies de plomo para no soliviantar cuando la política anda de por medio. Otro ejemplo es la negociación de un nuevo modelo de financiación. Asunto vital para valencianos e isleños —también para los catalanes, pero esperando que esta vez el trabajo de liebre lo hagan otros—, pero ausente de la parte política del encuentro de ayer porque los intereses de Aragón son radicalmente distintos. Eso sin mentar el intenso conflicto que —con proceso de independencia o sin él— seguirá enfrentando a los gobiernos de Cataluña y al de Aragón periódicamente por cuestiones relacionadas con la lengua, arte religioso o cualquier otro asunto siempre presto a salir de la chistera de uno u otro Ejecutivo con el objetivo nada disimulado de sacar rédito electoral.

La aspiración manifestada por Javier Lambán de que hablando de economía acaben resolviéndose los conflictos territoriales es excesiva. Basta, de momento, con abrir vías de encuentro y colaboración en los asuntos en que sí es posible colaborar mientras siguen desinflamándose los graves conflictos que no pueden restañarse de un día para otro. Así que, si uno fija expectativas razonables, el de ayer fue un día razonablemente bueno, particularmente para las relaciones entre Aragón y Cataluña.

No basta con que la política participe una vez al año en cumbres empresariales en las que se pronuncian palabras altisonantes sobre lo necesario, oportuno y provechoso que es colaborar. Pero es un buen principio. El año que viene, la cumbre se trasladará a Barcelona, según anunció la patronal catalana. Será el momento de evaluar lo que vaya a suceder en el transcurso de los próximos 12 meses y medir con exactitud en qué se han concretado tantos buenos deseos e intenciones.

El presidente de Aragón, Javier Lambán, se puso ayer el traje de Thomas Friedman en la cumbre empresarial de Zaragoza en la que participaron, junto a los anfitriones, las grandes patronales de Valencia, Cataluña y Baleares. Desarrolló, el presidente aragonés, una particular adaptación de la teoría de los arcos dorados del ensayista estadounidense. Friedman explicó en dos artículos de 1996, "Bic Mac I" y "Bic Mac II", que dos países que cuenten con un McDonald's difícilmente se harán la guerra entre ellos. No porque las hamburguesas tengan un poder beatífico oculto, sino porque significa que esos países están demasiado interconectados económicamente para dar rienda suelta a las frivolidades bélicas.

Javier Lambán Aragón
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