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El 'momentum' Laura Borràs: llegó su hora
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Josep Martí Blanch

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El 'momentum' Laura Borràs: llegó su hora

No debería haber duda de que en pocos días Laura Borràs tendría que dejar de ser la segunda autoridad de Cataluña

Foto: La presidenta del Parlament, Laura Borràs. (EFE/Quique García)
La presidenta del Parlament, Laura Borràs. (EFE/Quique García)
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El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha dado por concluida la instrucción del caso Laura Borràs. El juez Jordi Seguí ha dado 10 días a Fiscalía para que concrete la acusación del ministerio público a la presidenta del Parlamento de Cataluña. Los supuestos delitos por los que deberá responder Borràs por, en teoría, fraccionar contratos para beneficiar a un amigo cuando presidía la Institución de las Letras Catalanas son los de prevaricación, fraude a la Administración, falsedad en documento mercantil y malversación de fondos públicos. Toda una macedonia que pone en jaque de manera muy seria el futuro político de la recién escogida también presidenta de JxCAT en sustitución de Carles Puigdemont.

Su procesamiento tendrá consecuencias a corto, medio y largo plazo en la política catalana. El signo de cada una de ellas dependerá de las decisiones que se vayan a tomar con la formalización de la acusación. En el corto plazo habrá que decidir, en primer lugar, si Laura Borràs puede seguir siendo presidenta de un Parlamento que tiene un artículo en su reglamento que obliga a un diputado a abandonar sus funciones en cuanto es procesado por corrupción.

Foto: La presidenta del Parlament, Laura Borràs. (EFE/Toni Albir)

Más allá de la sensatez de un artículo de estas características, que pisotea la presunción de inocencia, lo cierto es que existe y está en vigor. Por tanto, no debería haber duda de que en pocos días Laura Borràs tendría que dejar de ser la segunda autoridad de Cataluña. La CUP, PSC, comunes, PP, Cs y Vox no están por la labor de hacer excepciones y ya le están haciendo el equipaje. Y ERC, que comparte Gobierno con JxCAT —el partido que preside Borràs—, abrió ayer la puerta a sumarse también con gusto a su decapitación. Si a este escenario añadimos que también en JxCAT son incontables los altos cargos y diputados de la formación que en privado fantasean con la idea de quitarse de encima a Borràs, entenderemos bien por qué es difícil que la señora en cuestión siga siendo presidenta del Parlamento durante mucho tiempo.

En este escenario, el independentismo más irredentoo el torrismo sin Torra, como prefieran— dejaría de tener ya ninguna visibilidad institucional. Su fuerza quedaría reducida a los posicionamientos casi individuales de algunos diputados de JxCAT. El unilateralismo —lo que queda de él en el terreno marginal del discurso, porque a efectos prácticos ya no existe— habría muerto definitivamente en las instituciones catalanas. El partido que en su día fundó Carles Puigdemont podría acelerar hacia el destino al que buena parte de sus cuadros quiere llegar a no mucho tardar: el rearme ideológico en el espacio del centro derecha soberanista (ahora no tiene armazón de pensamiento alguna y simplemente baila la música que suena a cada momento) y aterrizar definitivamente en la 'realpolitik' (no del todo, claro) en el terreno identitario, igual que hizo ERC a partir de 2018.

Foto: La nueva presidenta de JxCAT, Laura Borràs, y el nuevo secretario general, Jordi Turul. (EFE/Alejandro García)

Fuera del Parlament, a Laura Borràs le tocaría refugiarse en la presidencia del partido que recién la eligió hace unas semanas como máxima dirigente de la formación. Pero esa es una posición de falsa fortaleza. El congreso de JxCAT reforzó sorpresivamente al secretario general, Jordi Turull, en detrimento de ella, que recibió menos votos y que además vio cómo la militancia le tumbaba el nombre que había propuesto para la Secretaría de Organización.

Si acaba refugiada únicamente en la sede de JxCAT, es más que probable que Borràs vaya perdiendo fuelle, protagonismo y capacidad de influencia. Más aún estando pendiente de un juicio que puede acabar con una condena de prisión y para el que no conseguirá armar un movimiento de masas que la convierta en una Juana de Arco del independentismo, quemada injustamente en la hoguera de la Justicia por su condición de secesionista. Los indicios son demasiado sólidos para una operación de este tipo, pero es que, insistimos, en su propio partido hay demasiada gente que la ve como un problema que deben sacarse de encima cuanto antes mejor para volver a armar alguna cosa que se asemeje a un proyecto con un ideario y no simplemente a un agregado de personas con proyectos en la cabeza no ya diversos, sino incompatibles entre sí.

Foto: Jxcat celebra su segundo congres en el sur de francia

Naturalmente, JXCAT tendrá que disimular. Y no es menos cierto que entre los afiliados hay muchos fans de su presidenta. Habrá ruido. El partido gesticulará, y no poco. Incluso podría darse el caso de que la continuidad de la coalición de gobierno entre JxCAT y ERC pudiese trastabillar seriamente, en la medida en que los republicanos acaben participando de la operación para sacar a Borràs de la presidencia del Parlament.

Pero incluso este escenario no cambiaría lo fundamental: con Borràs recluida y sin altavoces —la presidencia del partido no tiene suficientemente volumen—, JxCAT podría iniciar con más decisión su viaje de regreso a la 'realpolitik'. No de golpe, pero sí con paso ya firme y decidido, y probablemente sin vuelta atrás. Puigdemont ya no juega ningún papel en el plano interno, Torra es un mal recuerdo para todo el soberanismo y ahora sería Borràs, el último exponente de la teórica desobediencia y unilateralidad (en su caso, solo de boquilla), quien quedaría fuera del tablero. Y lo más importante: no habría reemplazo para esa pieza.

El marido de Borràs tuiteó ayer que si la “mala gente” se carga a su señora, Cataluña perderá un activo, pero él recuperará a su esposa. Celebramos sinceramente que siga tan enamorado en estos tiempos en los que la verdadera pandemia es la de divorcios y separaciones. Solo que detrás de esa 'mala gente' está buena parte de JxCAT, el partido del que su mujer es presidenta. Sin ella en posiciones de jugador titular, será más fácil que el centro derecha soberanista vuelva a poner los pies en el suelo e inicie su camino de regreso a la 'realpoliltik'. Si el proceso estuvo en su día a 100º de temperatura para situarse en el presente en los 40º, por poner una cifra, con la muerte política de Borràs —una vez pasada la reacción inicial—, nos iríamos ya definitivamente a una cómoda temperatura primaveral para mucho tiempo. Siempre que no se crucen cisnes negros por el camino. Que existen. Uno de ellos es la revisión de los indultos por parte del Tribunal Supremo. Pero ese es otro tema. Ahora estamos en el 'momentum' Borràs. Llegó su hora.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha dado por concluida la instrucción del caso Laura Borràs. El juez Jordi Seguí ha dado 10 días a Fiscalía para que concrete la acusación del ministerio público a la presidenta del Parlamento de Cataluña. Los supuestos delitos por los que deberá responder Borràs por, en teoría, fraccionar contratos para beneficiar a un amigo cuando presidía la Institución de las Letras Catalanas son los de prevaricación, fraude a la Administración, falsedad en documento mercantil y malversación de fondos públicos. Toda una macedonia que pone en jaque de manera muy seria el futuro político de la recién escogida también presidenta de JxCAT en sustitución de Carles Puigdemont.

Laura Borràs Junts per Catalunya
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