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Un puñetazo en toda la cara, la respuesta del BCE a Sánchez por su impuesto expropiatorio a la banca
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Josep Martí Blanch

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Un puñetazo en toda la cara, la respuesta del BCE a Sánchez por su impuesto expropiatorio a la banca

La institución europea le ha cantado las cuarenta al Ejecutivo en un dictamen que es de suponer que ha hecho subir los colores a más de uno en el Ministerio de Economía

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (EFE/Toms Kalnis)
La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (EFE/Toms Kalnis)
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Un puñetazo en toda la cara. Así ha respondido el Banco Central Europeo al encargo del congreso de pronunciarse sobre el impuesto a los beneficios de la banca improvisado por Pedro Sánchez y su Gobierno. Con lenguaje técnico y sin adjetivos, como se espera de los tecnócratas del dinero, la institución europea que rige nuestras vidas y bolsillos le ha cantado las cuarenta al Ejecutivo español en un dictamen que es de suponer que ha hecho subir los colores a más de uno y más de dos en el Ministerio de Economía.

El dictamen del BCE era previsible. Es lo menos que te puede pasar cuando improvisas anuncios al tuntún para ganar titulares, señalar culpables y congraciarse con tus socios de Gobierno. Sánchez quiso capear el temporal de la inflación y las encuestas señalando a los pérfidos banqueros cumpliendo el guion que marca el capítulo uno del manual del oficio de político: buscar siempre un enemigo al que señalar cuando quieres irte de rositas.

Foto: La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. (Daniel Roland/Reuters)

El anuncio se precipitó de un día para otro, sin estudios previos ni nada que otorgase a la intención del Gobierno un mínimo de seriedad y solidez. Sin contrastar, ni siquiera hablar, con nadie del sector —el Banco de España, el BCE, las propias entidades financieras— y sin analizar detalladamente el impacto que una carga impositiva de este calado podía tener en medio del nuevo entorno macroeconómico en el que nos movemos. Después del titular, que es lo que se buscaba, tocaba improvisar también la redacción del nuevo tributo, que venía acompañado de la promesa de que las entidades financieras no podrían trasladar esa nueva y arbitraria exacción fiscal a los ciudadanos. ¡Qué fácil es gobernar!

Si el BCE no fuera una entidad tan exquisita en los modos, hubiese podido escribir en su dictamen que la vicepresidenta primera y ministra de economía, Nadia Calviño, ha podido estar mucho tiempo en Bruselas ocupando cargos de relumbrón económico, pero que, a la hora de dar forma —del Ministerio de Hacienda no se esperaba nada aunque formalmente comandase la iniciativa— al nuevo impuesto a la banca, ha hecho el trabajo de un becario que lo tiene todo por aprender. Para empezar, el BCE nos dice abiertamente que ese nuevo impuesto lo vamos a pagar usted y yo porque los bancos tienen, no solo el derecho, sino también la obligación impuesta por quien les vigila (el propio BCE) de cobrárselo para proteger la solvencia de su negocio. Cae de un plumazo la gran promesa sanchista de que esto solo tocaría los bolsillos de los banqueros malos, malísimos. ¡Qué sorpresa! Descubrir a estas edades que los impuestos siempre caen hacia abajo, hasta que de un modo u otro alcanzan al ciudadano que es quien siempre acaba apoquinando a la hora de la verdad.

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, y el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. (EFE Paolo Aguilar)

Más allá de la imposibilidad de evitar la carga expropiatoria que se ha sacado el Gobierno de la manga para ganar un estado de opinión —nosotros buenos, ellos malos—, el BCE también le sube los colores al Gobierno español manejando argumentos de parvulario sobre los tiempos difíciles que se avecinan, con riesgos serios para el negocio financiero en función de cuan mal acaben yendo las cosas. Por tanto, viene a decir el BCE, hagan el favor de estudiar seriamente lo que proponen. Dibujen el impacto que puede tener sobre el funcionamiento del crédito y cuánto daño puede hacerles a sus entidades financieras que, por cierto, no tienen culpa alguna —como sí tuvieron en crisis precedentes— de cuanto está sucediendo en estos momentos.

Banqueros defendiendo a banqueros, puede pensar alguien. Y se equivocará. El Banco Central Europeo es un especialista en darle palos a la banca, particularmente tras la crisis financiera de la década pasada, y en las reuniones de la institución se deciden cosas que complican a veces muy mucho la vida del negocio bancario. Así que el papelito que ayer envió el BCE al Congreso hay que tomarlo como lo que es. Un posicionamiento técnico y solvente sobre los riesgos no desdeñables de ese impuesto que Pedro Sánchez se sacó del bolsillo como quien se saca el pañuelo para sonarse.

Gobernar es una cosa seria y a este Gobierno a veces se le olvida. Pueden ponerse impuestos, claro, pero lo que no es de recibo es hacerlo sin estudiar seriamente cómo hacerlo y, como mínimo, anticipar las consecuencias que pueden provocar. Y, si no es mucho pedir, sin engañarnos como chinos insistiendo en que a los ciudadanos no nos va a costar un céntimo. Claro que a nosotros pueden tomarnos el pelo, bien porque nos dejamos, bien porque no tenemos otra. Pero al BCE no.

Un puñetazo en toda la cara. Así ha respondido el Banco Central Europeo al encargo del congreso de pronunciarse sobre el impuesto a los beneficios de la banca improvisado por Pedro Sánchez y su Gobierno. Con lenguaje técnico y sin adjetivos, como se espera de los tecnócratas del dinero, la institución europea que rige nuestras vidas y bolsillos le ha cantado las cuarenta al Ejecutivo español en un dictamen que es de suponer que ha hecho subir los colores a más de uno y más de dos en el Ministerio de Economía.

Banco Central Europeo (BCE) Pedro Sánchez
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