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La hipocresía climática se va en 2023 a los Emiratos Árabes Unidos: no al petróleo en el país del petróleo
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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La hipocresía climática se va en 2023 a los Emiratos Árabes Unidos: no al petróleo en el país del petróleo

¿De verdad alguien piensa que los EAU pueden tener algún interés en que el mundo contenga las emisiones de CO₂?

Foto: Una activista representa a la Madre Naturaleza para llamar la atención sobre la contaminación de los recursos hídricos. (EFE/Sedat Suna)
Una activista representa a la Madre Naturaleza para llamar la atención sobre la contaminación de los recursos hídricos. (EFE/Sedat Suna)
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El año que viene, el circo de la cumbre climática (COP28) se trasladará a los Emiratos Árabes Unidos (EAU). ¡¡Qué gran victoria para los medioambientalistas!! ¡Qué gran ojo el de Naciones Unidas! Trasladar el negocio anual del medio ambiente a un país que vive del petróleo y al que la eliminación de los combustibles fósiles como materia prima convertiría en un paria del desierto. Los activistas del clima viajarán en 2023 a EAU, acompañados de toda la corte de políticos, lobistas, empresas energéticas y otros actores del gran business climático, para decirles a la cara a las gentes de esas monarquías federadas que vamos a dejar de utilizar aquello que les hace ricos porque el planeta no resiste más emisiones. Ellos lo entenderán perfectamente, nos darán las gracias por ser tan concienciados y nos enseñarán orgullosos sus rascacielos cero emisiones.

Aunque quizá deba verse de otra manera. El año que viene, la cumbre del clima vivirá la máxima expresión de la hipocresía que habitualmente la acompaña. Si los catarís se compraron un mundial, los EAU han hecho lo propio con la cumbre del clima. ¡Viva el blanqueo! ¡Si no puedes con el enemigo, únete a él y desvirtúa sus pretensiones! ¿De verdad alguien piensa que esos emiratos pueden tener algún interés en que el mundo contenga las emisiones de CO₂? Solo los locos y los enfermos se disparan voluntariamente al pie. Lo que sí que no tiene límites son la mentira y la media verdad.

Si algún interés tienen los EAU en los discursos de restricción del uso del petróleo, es únicamente el de hacernos pagar más caro este recurso natural. Tanta perorata sobre la progresiva disminución forzosa —en teoría— en el uso del petróleo y del gas les ayudan en ese empeño. Tú ve diciendo que no vas a necesitarme en el futuro, que yo por el camino hacia ese mañana me iré cobrando en el presente tus amenazas con el precio tan alto como pueda. Y además sé que no es verdad que no vayas a necesitarme, porque no tienes alternativa, les falta añadir. En fin, si la energía nuclear y el gas natural son ahora energías limpias, los Emiratos Árabes también pueden ser un lugar ecológico. Este es un mundo totalmente performativo. Basta con decir una cosa para que se convierta en verdad en el metaverso que nos hemos montado. Entre otras cosas, porque también las palabras han dejado de tener un significado concreto. Así que si los EAU dicen que son los primeros interesados en un mundo verde, es que lo son. Y punto.

Foto: Una activista denuncia el fracaso de la COP27. (EFE/S. Suna)

Este festival de la hipocresía emiratí no llegará hasta el año que viene. Y semanas antes del certamen, los activistas del clima volverán a sacarse un conejo de la manga —este año ha sido el de ensuciar obras de arte, asegurándose primero que estaban protegidas por un cristal— para ir calentando la cumbre y fijar la atención de los ciudadanos en el inminente fin del mundo. Luego llegará el evento, con multitud de líderes explicando que estamos ante la última oportunidad, y tras días de reuniones, de nuevo la decepción y el hasta luego, Lucas, y nos vemos en la próxima edición donde sea que se organice. Lo que viene siendo una rutina, como este año en Egipto.

Alguien pensará que este es un razonamiento injustamente cáustico. Pero es que uno ya no sabe cómo manejar las contradicciones que advierte entre lo que se dice y lo que acaba pasando. Las emisiones de CO₂ en el mundo siguen subiendo, China, India y Rusia 40% de las emisiones— tienen un compromiso con las políticas ambientales equivalente al que puede tener una lubina, Estados Unidos —si regresa la agenda republicana en las próximas elecciones—, exactamente igual, con Trump o sin él, y Europa vive presa de sus contradicciones —calificando de energía verde el gas natural, por ejemplo, quemando carbón en Alemania, etc.—. Sobre esto último se argumenta, y con razón, que es culpa de la guerra en el este. Pero es que una excepcionalidad u otra siempre van a estar encima de la mesa. Vivimos en una burbuja de voluntarismo discursivo que —si se alza la mirada para tener en cuenta la realidad de todo el globo— no nos lleva a ninguna parte.

Foto: Una joven activista climática durante una protesta en la COP27. (EFE/K. Elfiqi)

Lo de este año en Egipto ha sido un rotundo fracaso. Los medios se resisten a calificarlo de tal, porque no pueden pasarse el año entero avisando de que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina y después explicar, como si nada, que la cumbre que debía evitarlo no ha servido para absolutamente nada. Así que mejor hablamos de claroscuros. Pero la verdad es que de claros ni uno y de oscuros casi todos los de la colección. Nada sobre menos emisiones. Y un compromiso débil para estudiar la creación en el futuro de un fondo económico para ayudar a los países más perjudicad,os por las evoluciones del clima. Pero del qué-cómo-quién-cuánto-cuándo sobre ese fondo no se ha discutido nada en absoluto. Y no es que nadie tenga ni idea de momento, sino que además muchos de los países que han pactado la declaración en la que figura ese recurso económico no tienen ninguna intención de darle viabilidad. Eso sí, los asistentes habituales se han dado un año para estudiarlo y ya tienen excusa para viajar de nuevo el próximo año.

El negocio del cambio climático es como todos, ha de crecer para mantenerse en pie. Así que el año que viene todos a EAU. Y no se confundan. No es negacionismo, porque del meollo de la cuestión hablan los que saben y servidor no tiene nada que decir. Pero sí es hartazgo y mal humor a cuenta de esta inflación de hipocresía anual que se da cita en las susodichas cumbres y que nos toca engullir durante semanas con una cucharada sopera. Ni el estómago más capaz está ya en condiciones de digerirlo. Suerte que solo dura una semana.

El año que viene, el circo de la cumbre climática (COP28) se trasladará a los Emiratos Árabes Unidos (EAU). ¡¡Qué gran victoria para los medioambientalistas!! ¡Qué gran ojo el de Naciones Unidas! Trasladar el negocio anual del medio ambiente a un país que vive del petróleo y al que la eliminación de los combustibles fósiles como materia prima convertiría en un paria del desierto. Los activistas del clima viajarán en 2023 a EAU, acompañados de toda la corte de políticos, lobistas, empresas energéticas y otros actores del gran business climático, para decirles a la cara a las gentes de esas monarquías federadas que vamos a dejar de utilizar aquello que les hace ricos porque el planeta no resiste más emisiones. Ellos lo entenderán perfectamente, nos darán las gracias por ser tan concienciados y nos enseñarán orgullosos sus rascacielos cero emisiones.

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