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Yolanda Díaz saca a pasear su unicornio electoral: trabajar menos y cobrar más
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Josep Martí Blanch

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Yolanda Díaz saca a pasear su unicornio electoral: trabajar menos y cobrar más

Los que trabajan cada vez más soportan a sus espaldas la mejora de las condiciones de los que cada vez trabajan menos. Paradojas del progresismo facilón

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/J. J. Guillén)
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/J. J. Guillén)
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Yolanda Díaz ya tiene un unicornio con el que salir a pasear en campaña electoral: trabajar menos y cobrar más. La vicepresidenta fue más lejos que los sindicatos en el clásico catálogo reivindicativo del primero de mayo. Las centrales sindicales, cumpliendo el guion, circunscribieron sus exigencias al empresariado en el necesario incremento salarial y amenazaron con calentar el otoño con huelgas y manifestaciones. A Yolanda Díaz no le bastó con sumarse a la petición de mejora de los estipendios. Añadió de su parte que ha llegado el momento de que los españoles no solo cobren más trabajando menos. La vicepresidenta, es una idea, debería finalizar todas sus alocuciones públicas con una expresión del tipo “bendiciones” o “namasté” para dotarlas de mayor coherencia con el rol de ser de luz que ella misma ha decidido asignarse.

Sobre lo de mejorar salarios, a nadie que viva con los pies en el suelo se le escapa que llevan razón los sindicatos y también la vicepresidenta del Gobierno. Solo que esa reivindicación puede hacerse sin necesidad de demonizar al empresariado, que es un deporte del que gustan demasiado los miembros del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Pero siendo España el país que más poder adquisitivo perdió en 2022, un 5,3% según corroboraba la OCDE en su último informe sobre salarios de hace unos días (Taxing Wage 2022), y con unas previsiones sobre la inflación en 2023 que tampoco son para tirar cohetes y menos en el capítulo alimentario (12,2% según el Banco de España), es de justicia que las empresas que estén en condiciones de hacerlo se avengan a mejorar las condiciones salariales de sus empleados. Que los sindicatos hayan subido el tono y que el Gobierno se muestre cómplice con esas exigencias es de lo más comprensible dadas las circunstancias. Con mayor motivo cuando en algunos sectores los beneficios marcan récords prepandémicos.

Aunque también es igual de razonable recordarle a la vicepresidenta que el Gobierno del que forma parte es corresponsable de la pérdida de poder adquisitivo de muchos españoles. Y que tiene obligaciones desatendidas a la hora de cumplir con su parte de responsabilidad en el empobrecimiento generalizado que venimos sufriendo. Este mismo lunes este periódico informaba que Hacienda recauda más en 2023 por no haber adaptado los tramos de IRPF a la inflación. Como no le hemos oído ni una sola palabra sobre el particular a Yolanda Díaz, deberíamos hacerle un hueco en la abultada lista de individuos que actúan bajo la divisa del “consejos vendo que para mí no tengo”. Aplíquese el Gobierno en aquello que de él depende con la misma energía que exige a los demás. En el ilusorio pacto de rentas del que tanto se habló en su día, el Ejecutivo sigue comportándose, medidas electoralistas al margen, como el capitán Araña, el que embarcaba a la gente para luego quedarse en tierra.

La administración es un ejemplo de que trabajar menos conlleva costes añadidos cuando no se calibra el impacto de rebajar la jornada laboral

Respecto a lo de ganar más trabajando menos, basta decir, permitámonos la broma, que todos queremos fumar lo mismo que la vicepresidenta. Pero felicitemos a los más de 3,5 millones de funcionarios que tenemos en España según la última encuesta de población activa (EPA, primer trimestre 2023). Los servidores públicos ya tienen a quien votar en las próximas elecciones. El sector público, ajeno a las reglas de competitividad y productividad, es el único, junto a las grandes compañías, que está en condiciones de jugar con las reglas que propone la vicepresidenta.

Foto: Foto: EFE/David Arquimbau.

Una buena idea, esta de Yolanda Díaz, para seguir ampliando la brecha entre las diferentes tipologías de empleados del mercado laboral de España. A un lado funcionarios y trabajadores de grandes compañías. Y del otro, el ejército de autónomos, muy cerca también de los 3,5 millones, que junto a los asalariados de pequeñas y medianas empresas constituyen la base de la pirámide de los casi 17 millones de trabajadores que el INE certifica en el sector privado español. Y a estos lo que les sucede es que ya hace tiempo que cada vez trabajan más para ganar lo mismo o menos. Pero como Yolanda Díaz solo conoce a fondo la administración, es de lo más normal que pueda confundirse y llegar a la conclusión que todo el mundo es orégano. Por cierto, la Administración es un ejemplo claro de que trabajar menos conlleva costes añadidos para el servicio que se presta cuando no se calibra bien el impacto de rebajar la jornada laboral o la puesta en práctica esa nebulosa llamada teletrabajo. La existencia de un mercado negro de citas con la Administración para que el ciudadano pueda resolver sus cuitas con la burocracia, tal y como han informado los medios de comunicación recientemente, así lo certifica. Los que trabajan cada vez más soportan a sus espaldas la mejora de las condiciones de los que cada vez trabajan menos. Paradojas del progresismo facilón.

A la espera de la maravillosa fórmula que nos presentará en breve la líder de Sumar para que todos sin excepción ingresemos más dinero trabajando menos, de momento, quizá, debiéramos conformarnos con un pacto por el sentido común. Es decir, que, sin poner en riesgo la competitividad y la solvencia empresarial, se alivie sustancialmente la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores españoles. Pero, en ese ejercicio, también debe estar un Gobierno que, hasta la fecha, se ha aprovechado de la inflación para vaciarnos un poquito más los bolsillos. Pero de eso Yolanda no dijo nada. Se le olvidó entre tanta celebración.

Yolanda Díaz ya tiene un unicornio con el que salir a pasear en campaña electoral: trabajar menos y cobrar más. La vicepresidenta fue más lejos que los sindicatos en el clásico catálogo reivindicativo del primero de mayo. Las centrales sindicales, cumpliendo el guion, circunscribieron sus exigencias al empresariado en el necesario incremento salarial y amenazaron con calentar el otoño con huelgas y manifestaciones. A Yolanda Díaz no le bastó con sumarse a la petición de mejora de los estipendios. Añadió de su parte que ha llegado el momento de que los españoles no solo cobren más trabajando menos. La vicepresidenta, es una idea, debería finalizar todas sus alocuciones públicas con una expresión del tipo “bendiciones” o “namasté” para dotarlas de mayor coherencia con el rol de ser de luz que ella misma ha decidido asignarse.

Yolanda Díaz
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