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ERC se lame las heridas de las municipales con una crisis de gobierno en la Generalitat
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Josep Martí Blanch

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ERC se lame las heridas de las municipales con una crisis de gobierno en la Generalitat

El premio a la acción de gobierno que buscaban los republicanos en las municipales se tornó castigo. Así que tocaba reaccionar, señalar algunos culpables y mostrarles la tarjeta roja

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras. (EFE/Enric Fontcuberta)
El presidente de ERC, Oriol Junqueras. (EFE/Enric Fontcuberta)
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A ERC puede aplicársele el consejo que prescribe prudencia con lo que se sueña, no sea que se acabe cumpliendo. Soñaron la presidencia de la Generalitat, con gobernar en solitario en Cataluña, en superar a los de Carles Puigdemont en todas las elecciones, en convertirse en el partido soberanista que condicionara la gobernabilidad de España y en acabar siendo los nuevos campeones de la centralidad soberanista.

Sueños cumplidos. Menos lo último, ocupar sin discusión el eje central del soberanismo político. Y es que a ERC se le hace bola el objetivo de ser la Convergència del siglo XXI. No despega. En el eje soberanista, no consigue dejar atrás a JxCAT que, aun con el partido hecho unos zorros, una presidenta condenada por corrupción y un Carles Puigdemont decidiendo con el mando a distancia, le aguanta todos los envites. Y en el eje social, observa impotente cómo en las municipales el PSC le ha comido la tostada en los feudos que se disputaban entre ambos. En resumen, los 300.000 votos que los republicanos se dejaron por el camino en últimas elecciones han activado los sensores de peligro en los cuarteles de Oriol Junqueras. Y con más motivo con las elecciones generales, convocadas sorpresivamente por Pedro Sánchez a la vuelta de la esquina.

El plan Junqueras de consolidar ERC en la centralidad política catalana y ganar ventaja a sus competidores pasaba por varios frentes. El primero, acabar con el infantilismo independentista y situar la negociación con el Estado como única forma de acomodar una solución al conflicto territorial. La segunda, gobernar la Generalitat con acierto para después recoger los frutos de una gestión sobresaliente. Ni una cosa ni la otra acaban de funcionar, a tenor de los números alcanzados en las municipales. Y tampoco las perspectivas para el 23 de julio son excesivamente halagüeñas.

La crisis de gobierno de Pere Aragonès pretende sacar mayor rendimiento al juguete que ahora disfruta en solitario tras la salida de JxCAT del Ejecutivo catalán hace ocho meses. Eso acabó con el ruido que protagonizaban los socios, pero sirvió para que una vez ganada la calma se hicieran evidentes las graves carencias del Ejecutivo en algunas de las carteras más importantes y con mayor presupuesto.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, y la 'consellera' de Presidencia, Laura Vilagrà. (EFE/Enric Fontcuberta)

De ahí que Aragonès no se haya conformado con sustituir únicamente y de modo quirúrgico a Teresa Jordà, que debía abandonar la Consejería de Acción Climática para acompañar a Gabriel Rufián como número dos en las listas a Cortes, y haya optado por cortar la cabeza de dos consejeros más, el de educación, Josep Gonzalez-Cambray, y el de Territorio, Juli Fernández.

El premio a la acción de gobierno que buscaba ERC en las municipales se tornó castigo. Así que tocaba reaccionar, señalar culpables y expulsarlos del campo de juego. Cambray ya no contaba con un solo apoyo entre la comunidad educativa y Fernández, que solo ha durado ocho meses en el cargo, ha sido cesado porque ERC ha llegado a la conclusión de que no está lo suficientemente capacitado para liderar una consejería con tanta influencia territorial a través de la obra pública y la política de vivienda.

Foto: Oriol Junqueras, confirmando a Gabriel Rufián como candidato a las generales. (EFE/Toni Albir)

Las tres carteras que cambian de manos son para personas criadas en las ubres del partido. Se acabaron los experimentos de pescar fuera de las propias siglas, como sucedió cuando se tuvo que sustituir a todos los consejeros de JxCAT que abandonaron el Ejecutivo. Hace ocho meses se dibujó una opa amable a otros espacios políticos con los fichajes de Gemma Ubasart (ex-Podemos) para Justicia, Carles Campuzano (exconvergente) para Derechos Sociales y Joaquim Nadal (ex-PSC) para Investigación y Universidades. Lo de ampliar el espectro ideológico tampoco ha dado los frutos esperados en las municipales.

Así que esta vez los cambios son para incorporar purasangres republicanos. Hay que acallar también las voces críticas, que por primera vez en mucho tiempo se han empezado a oír en ERC discutiendo la estrategia junquerista. Y eso pasa por muscular las instituciones con carnés del partido que tengan reconocimiento entre la militancia. Los tres nuevos consejeros, Anna Simó (Educación), Esther Capella (Territorio) y David Mascort (Acción Climática) cumplen con ese perfil, que también se ha buscado en la elección de la número dos de Gabriel Rufián en la candidatura a cortes, Teresa Jordà.

Es difícil, más allá del mensaje de ánimo al propio partido, que la remodelación de Aragonès sirva para aliviar los problemas de su Ejecutivo. Este seguirá obligado a negociar hasta las comas de los decretos con el PSC o con JxCAT y su endeblez parlamentaria no va a mejorar en lo que quede de legislatura. ERC estaba obligada a hacer algún movimiento con sentido —el de intentar resucitar el discurso de la unidad independentista tras convocar Sánchez elecciones fue tomado a risa por JxCAT y la CUP— para demostrar al menos capacidad de reacción tras el varapalo municipalista.

Y las crisis de gobierno siempre figuran en el manual pirotécnico de la gestión política como un intento de recuperar la ilusión. Pero Aragonès sabe que, con crisis de gobierno o sin ella, la política catalana ha abierto un nuevo paréntesis que no se cerrará hasta después de las elecciones generales. Y será la aritmética que salga de esos comicios la que determinará la duración de la legislatura catalana. Con crisis de gobierno en el Gobierno de la Generalitat o sin ella. Si Sánchez pierde la Moncloa, los catalanes irán a votar anticipadamente en 2024. Lo que ha hecho Aragonès no es para que el Gobierno dure más tiempo, es para estar mejor preparado y con el partido más alineado si todo acaba precipitándose.

A ERC puede aplicársele el consejo que prescribe prudencia con lo que se sueña, no sea que se acabe cumpliendo. Soñaron la presidencia de la Generalitat, con gobernar en solitario en Cataluña, en superar a los de Carles Puigdemont en todas las elecciones, en convertirse en el partido soberanista que condicionara la gobernabilidad de España y en acabar siendo los nuevos campeones de la centralidad soberanista.

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