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Barcelona vela armas para escoger a su alcalde. El PP deshoja la margarita: rota o roja
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Josep Martí Blanch

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Barcelona vela armas para escoger a su alcalde. El PP deshoja la margarita: rota o roja

Collboni lleva semanas exprimiendo el mismo mensaje dirigido a los cuatro concejales del PP de Barcelona: ¿de verdad vais a permitir que los independentistas de JxCAT gobiernen Barcelona pudiendo evitarlo?

Foto: La alcaldesa en funciones de Barcelona, Ada Colau. (EFE/Andreu Dalmau)
La alcaldesa en funciones de Barcelona, Ada Colau. (EFE/Andreu Dalmau)
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Víspera de constitución de los ayuntamientos y las apuestas sobre cuál será el nombre del futuro alcalde como hace cuatro años siguen abiertas en Barcelona. Aun teniéndolo todo de cara, nadie se atreve a profetizar que Xavier Trías se alzará mañana con la vara de mando de la Ciudad Condal. Hasta el rabo todo es toro. Y los barceloneses recuerdan perfectamente lo que sucedió hace cuatro años. Cuando el paracaidista político francés Manuel Valls cumplió con el encargo de las élites económicas de la ciudad para que evitase a toda costa la puesta en marcha de un consistorio de signo independentista con Ernest Maragall (ERC) al frente. Entre los adinerados donantes que sufragaron su campaña, daba más miedo entonces una Barcelona que militase institucionalmente en el independentismo que las políticas de Ada Colau, aunque estas también los sacasen de quicio. Entre la Barcelona roja y rota, Manuel Valls apretó el botón de roja. Pero de eso hace ya cuatro años.

No obstante, el paso del tiempo y sobre todo el nuevo clima político no han evitado que el PSC haya intentado crear un estado de opinión similar al de entonces para presionar al PP y que en esta ocasión sea el partido de Alberto Núñez Feijóo el que clone el comportamiento del ya desaparecido Manuel Valls. El candidato socialista, Jaume Collboni, se resiste a renunciar a su última oportunidad para lograr ser alcalde. Y lleva semanas exprimiendo el mismo mensaje dirigido a los cuatro concejales del PP de Barcelona: ¿de verdad vais a permitir que los independentistas de JxCAT gobiernen Barcelona pudiendo evitarlo? ¿No es mejor una Barcelona roja que rota? Huelga decir que mientras el alcaldable socialista insiste en el riesgo de una Barcelona gobernada por Xavier Trías, su partido ha cerrado acuerdos con otros independentistas —ERC— para gobernar juntos las diputaciones de Lleida y Tarragona o apuntala el Gobierno de Pere Aragonès en el Parlamento catalán aprobándole los presupuestos. Cosas de la política.

Foto: Xavier Trias reúne por primera vea a su futuro grupo municipal. (EFE/Alejandro García)

Frente a esta estrategia de Jaume Collboni, a la que finalmente ha sucumbido una parte del PP, lo cierto es que Xavier Trias tiene más y mejores cartas. El alcaldable de JxCAT, además de la ventaja de haber ganado las elecciones, lo que le convertirá en alcalde si no se arma una mayoría alternativa de 21 concejales que se antoja difícil, dispone de un par de ases añadidos en la manga. No le garantizan la tranquilidad absoluta, pero le permiten ser optimista.

El primero se lo regaló Pedro Sánchez convocando elecciones. Eso imposibilitaba que ERC se embarcase en un tripartito de izquierdas —PSC, comunes y ERC— que sin duda se hubiese explorado si el presidente del Gobierno español no hubiera pateado por sorpresa el tablero de juego. Pero con unos comicios a Cortes a la vuelta de la esquina, los republicanos no podían —salvo arriesgándose a un castigo severísimo por parte de su electorado— hacer alcalde de Barcelona a un socialista. Sánchez eliminó con su decreto de convocatoria el primer y más importante escollo en la carrera de Xavier Trias hacia la alcaldía.

Foto: Jaume Collboni, en el acto en que pidió el apoyo de los comunes. (EFE/Quique García)

El segundo es el anticolauismo. Cualquier opción del socialista Jaume Collboni pasa por que los comunes de Ada Colau estén en su Gobierno. Y como estamos en 2023, con el independentismo reducido a retórica (en especial, el de Xavier Trias), el PP no puede dar sus votos a una fórmula que proporcione al colauismo la posibilidad de seguir ejerciendo algún papel en la gobernanza de la ciudad. Para muchos votantes del PP, es más importante hoy acabar con Ada Colau que impedir la llegada de Xavier Trias a la alcaldía. Naturalmente, no todos piensan así. Eso explica que finalmente el PP recogiese el guante de Collboni y aún no haya tomado la decisión definitiva. No obstante, la fórmula que han puesto encima de la mesa para votar al socialista hace imposible esta vía, puesto que los populares exigen que los comunes no estén en el Gobierno municipal. Una manera de decirle al socialista que sí y que no al mismo tiempo. Ayer se especulaba con la posibilidad de que a los populares les bastaría con que Ada Colau anunciase su retirada del ayuntamiento para facilitar la operación. Lo dicho, hasta el rabo todo es toro. Por su parte, los dos concejales de Vox, que podrían sustituir al PP en la operación anti-Trias, sí han hecho público que se votarán a sí mismos, lo que equivale a servirle en bandeja de plata la alcaldía a Xavier Trias. Así pues, todos los focos están puestos en el PP.

Para muchos votantes del PP, es más importante hoy acabar con Ada Colau que impedir la llegada de Xavier Trias a la alcaldía

Mientras tanto, y a la espera de confirmación oficial, Trias cerraba ayer un acuerdo de gobierno municipal con Ernest Maragall, el jefe de filas de ERC. El pacto no tiene suficiente enjundia aritmética como para garantizarle la alcaldía. Los 11 concejales de JxCAT y los cinco de ERC no alcanzan los 21 regidores que exigen las matemáticas. Pero sí tiene impacto en la legislatura en el caso de que Xavier Trias resulte finalmente elegido mañana primer edil. El pacto JxCAT-ERC evita que, una vez queden despejadas todas las incógnitas que plantea el 23-J, pueda armarse un Gobierno alternativo de izquierdas a través de una moción de censura —el mal mayor— o de que simplemente la gobernabilidad de la ciudad —presupuestos y cualquier otra decisión— se torne un calvario. Los 16 concejales, los suyos y los de ERC, más su carácter dialogante y pactista, le asegurarían a Xavier Trias la paz y la estabilidad necesarias para todo el mandato.

Puede decirse que Xavier Trias acaricia la alcaldía. Pero como ya sabemos por experiencia que la política también está para sorprendernos, habrá que esperar a que todos los actores implicados acaben de pronunciar la última palabra. Mañana, punto final del culebrón. El PP tiene la última línea de diálogo del guion.

Víspera de constitución de los ayuntamientos y las apuestas sobre cuál será el nombre del futuro alcalde como hace cuatro años siguen abiertas en Barcelona. Aun teniéndolo todo de cara, nadie se atreve a profetizar que Xavier Trías se alzará mañana con la vara de mando de la Ciudad Condal. Hasta el rabo todo es toro. Y los barceloneses recuerdan perfectamente lo que sucedió hace cuatro años. Cuando el paracaidista político francés Manuel Valls cumplió con el encargo de las élites económicas de la ciudad para que evitase a toda costa la puesta en marcha de un consistorio de signo independentista con Ernest Maragall (ERC) al frente. Entre los adinerados donantes que sufragaron su campaña, daba más miedo entonces una Barcelona que militase institucionalmente en el independentismo que las políticas de Ada Colau, aunque estas también los sacasen de quicio. Entre la Barcelona roja y rota, Manuel Valls apretó el botón de roja. Pero de eso hace ya cuatro años.

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