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Elecciones en Cataluña: causas y consecuencias
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Elecciones en Cataluña: causas y consecuencias

Todo encaja y así se explica: Aragonès quería acabar la legislatura, el PSC estaba dispuesto a ello y la inexplicable cerrazón de los comunes es la que acaba dinamitándolo todo

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
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Cataluña ha hecho saltar de nuevo la banca política. ¿Por qué se han avanzado las elecciones a la presidencia de la Generalitat y qué consecuencias se desprenden para la propia comunidad autónoma y también en el plano nacional?

Primero las causas. Formalmente, el desencadenante ha sido la negativa de los comunes a apoyar los presupuestos de la Generalitat por la negativa de Pere Aragonès a formalizar su renuncia al megaproyecto de ocio Hard Rock en Tarragona.

La narrativa es impecable. Atrapado entre la exigencia del PSC de que el proyecto siga adelante y la de En Comú Podem de renunciar a él, Aragonès no puede aprobar la ley más importante del año político. Y con sólo 33 diputados de ERC en el Parlament sobre un total de 135, toma nota de su debilidad palmaria y decide llamar a los catalanes a las urnas para que se repartan cartas de nuevo.

Resulta creíble. Y para adornar el cuento con más detalles de veracidad se añaden detalles sobre la lucha interna entre las familias de En Comú Podem y como finalmente el partido ha decantado hacia las tesis de Ada Colau de reventar los presupuestos, imponiéndose a las otras voces de su espacio político que hubieran preferido alcanzar un acuerdo.

Foto: Yolanda Díaz con Ada Colau en un acto. (EFE/Andreu Dalmau)

Todo encaja y así se explica: Aragonès quería acabar la legislatura, el PSC estaba dispuesto a ello y la inexplicable cerrazón de los comunes es la que acaba dinamitándolo todo. Verdades, pero no incompatibles con otros hechos igualmente ciertos.

Aragonès venía preparándose para apretar el botón electoral. Su unción como candidato, su remodelación de gobierno promocionando a vicepresidente de estrategia y comunicación al tradicional jefe de campañas de ERC, Sergi Sabrià; así como la elevada inversión publicitaria de las últimas semanas en clave puramente propagandística indican a las claras que el avance electoral no ha sido meramente sobrevenido, sino que ya estaba la cabeza de los republicanos mucho antes de que se desencadenara el fracaso de los presupuestos. Otra cosa es que la mayoría de analistas y periodistas que seguimos la actualidad catalana, servidor incluido, no lo viéramos venir hasta prácticamente horas antes de la precipitación de los hechos y que sólo ahora seamos capaces de juntar las piezas.

La forma de negociar los presupuestos señala claramente que a Pere Aragonès no le venía mal el escenario de elecciones anticipadas

De igual modo, la forma de negociar los presupuestos -rápido acuerdo con los socialistas e inmovilismo respecto a los comunes más la negativa a abrir el melón de la negociación con Junts, que exigía únicamente la supresión del impuesto de sucesiones- señala claramente que a Pere Aragonès no le venía mal el escenario de elecciones anticipadas.

¿Y al PSC? Vista la rapidez con la que Pedro Sánchez anunció ayer la renuncia a los Presupuestos Generales del Estado para 2024, y en la práctica también a cualquier iniciativa legislativa ambiciosa en el presente curso, habrá que convenir que también a los socialistas les viene bien el anticipo electoral. Sánchez se ahorra el sangrado de la negociación de sus presupuestos con los independentistas y pone su legislatura en paréntesis sin obligarse a nuevas concesiones hasta después de las europeas.

Foto: El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante un acto político en Francia. (Europa Press/Glòria Sánchez)

¿Ha sido una decisión colegiada entre ambos partidos? No. No puede afirmarse. ¿Pero son fundamentadas las sospechas de cierta complacencia entre republicanos y socialistas? Sí.

¿Qué cosas gana ERC con el adelanto? De entrada una narrativa creíble sobre el motivo por el cual la legislatura termina abruptamente habiendo predicado hasta la extenuación el compromiso agotarla.

¿Y qué más? Aragonés se ahorra también la desagradable gestión mediática de la sequía en los próximos meses (el foco mediático estará en la campaña electoral). Evita también que la candidatura de Carles Puigdemont sea efectiva, aunque pueda formalmente ser el cabeza de cartel en las elecciones como ya hizo en el pasado.

¿Qué cosas gana ERC con el adelanto? De entrada una narrativa creíble sobre el motivo por el cual la legislatura termina abruptamente

Aragonès aspira también a aprovecharse del momento de debilidad -respecto a máximos- que algunas encuestas marcan sobre el PSC, en la medida que están por ver los costes que puede tener la amnistía entre los votantes catalanes socialistas y también el efecto del caso Koldo y derivadas.

Por todo ello, y a pesar de que desde ERC afirmen lo contrario, indica que en el fondo los republicanos han aprovechado la ventana de oportunidad, hasta cierto punto provocándola, para que Pere Aragonès retomase la iniciativa política a través de la convocatoria de elecciones. Y es lo que ha hecho.

Para los socialistas las elecciones no son del todo tan mal asunto como puede parecer a primera vista. Illa tiene una ventaja sólida de partida para ganar los comicios. Lo que está por ver es que ese colchón sea suficiente para alcanzar también la presidencia de la Generalitat.

Si se cumplen los pronósticos, Illa brindará a Sánchez una victoria en una gran comunidad autónoma en vísperas de las elecciones europeas. Aunque la operación no está exenta de riesgos en función de cuál sea finalmente la aritmética parlamentaria resultante de las elecciones.

Lo que sí es cierto es que el PSC hubiera podido asumir un pequeño movimiento de ERC con los comunes para alcanzar un acuerdo de presupuestos de la Generalitat si el objetivo firme hubiese sido evitar las elecciones anticipadas en Cataluña.

Como ni socialistas ni republicanos han tenido mucho interés en que eso sucediese habrá que colegir que por algo será. Sin la aceptación socialista del escenario hoy no estaríamos hablando de elecciones anticipadas en Cataluña.

En el capítulo de consecuencias todo va a depender, como es natural, de los resultados.

Un escenario es que el PSC consiga, no sólo ganar las elecciones, sino que además lo haga con suficiente margen

Un escenario es que el PSC consiga, no sólo ganar las elecciones, sino que además lo haga con suficiente margen como para imposibilitar, con la ayuda del importante despegue que se prevé por parte del PP, una mayoría independentista alternativa.

En ese escenario, en Cataluña se dibuja una alianza de izquierdas que puede adoptar la forma de un bipartito (PSC-ERC) o tripartito (PSC-ERC-comunes). Esta es la carta a los reyes de Pedro Sánchez. Le serviría en bandeja el discurso de lo acertado de su “política de reconciliación” al desalojar a los independentistas no del gobierno, pero sí de la presidencia de la Generalitat. Para ello es necesario que ERC no se desplome y que el diferencial sea por el crecimiento del PSC.

Otro escenario, también probable, es el que ya se ha vivido en esta legislatura. Illa gana las elecciones pero con un margen insuficiente que posibilita mayorías alternativas factibles de corte independentista, ya sea con ERC o con Junts como primera fuerza soberanista.

Foto: El líder del PSC, Salvador Illa, en el Parlament durante el debate de Presupuestos. (EFE/Quique García)

Si ello sucede, no puede descartarse que los independentistas se vean obligados a simular una entente de nuevo a pesar de haberse tirado los platos por la cabeza en esta legislatura que ahora termina, en la que empezaron gobernando en coalición hasta que Junts decidió abandonar el ejecutivo.

Si el primer escenario es el dulce sueño de Sánchez, el segundo es discursivamente su peor pesadilla, con los independentistas de nuevo reagrupados y rearmados en la Generalitat. Si para la primera opción es necesario determinar el crecimiento del PP y a costillas de quien, para la segunda es relevante igualmente saber qué resultado será el de la CUP (actualmente en proceso de refundación programática) y si los nuevos grupúsculos independentistas, como el de la ultraderechista Silvia Orriols (Aliança Catalana), consiguen representación.

En el caso de Orriols, al que algunas encuestas internas que circulan por Cataluña han llegado a asignar hasta seis diputados, hay que tener en cuenta que sus diputados no servirían para armar una mayoría independentista, puesto que ERC, y probablemente también Junts, aplicarían con esta formación el cordón sanitario tan habitual como inefectivo con la ultraderecha. Es decir, podría darse del caso de una mayoría parlamentaria independentista inefectiva.

No puede descartarse que los independentistas se vean obligados a simular una entente de nuevo a pesar de haberse tirado los platos por la cabeza

Esto es lo más sustancial, reducido al máximo, que permite la especulación a fecha de hoy.

En el terreno de lo ya cierto la convocatoria de elecciones demuestra que sigue vigente la regla procesista de que el tablero político español en su conjunto sigue sujeto a lo que suceda en Cataluña. El primer año de la legislatura de Sánchez está perdido. Pero estas elecciones catalanas pueden tener consecuencias de mayor alcance todavía para el gobierno español.

Fíjense que incluso el mejor escenario teórico para los socialistas, el que lleva a presidir la Generalitat a Salvador Illa con el apoyo de ERC, nos deja una pregunta en el aire: ¿qué haría Junts en esta situación en el Congreso? ¿Seguir apoyando plácidamente a Sánchez? Atentos a sus pantallas. Las anticipadas catalanas reabren de nuevo todos los escenarios imaginables a partir del segundo semestre del año. Y todos son todos.

Cataluña ha hecho saltar de nuevo la banca política. ¿Por qué se han avanzado las elecciones a la presidencia de la Generalitat y qué consecuencias se desprenden para la propia comunidad autónoma y también en el plano nacional?

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