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Madrid está lleno de sitios a los que no iríamos jamás
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Madrid está lleno de sitios a los que no iríamos jamás

La vida en la capital está llena de opciones despreciables para todos los gustos, pero para entrar en la disputada lista de los mejores peores planes hay cada vez más competencia

Foto: Este sitio color rosa es una de las últimas incorporaciones a mi lista de sitios de favoritos para no ir jamás. (Coco Mocca)
Este sitio color rosa es una de las últimas incorporaciones a mi lista de sitios de favoritos para no ir jamás. (Coco Mocca)

En Acacias ha abierto una cafetería que es toda de color rosa. Rosas las paredes, rosas las sillas de terciopelo, las tazas, los platos y los pasteles con frambuesas. Hay ramos de rosas por todas partes, también por el techo. Menos mal que la mayor parte de la gente que estaba dentro, casi todos treintañeros, vestían con vaqueros. Si hubieran ido de rosa el camarero no los iba a poder encontrar. Este sitio color rosa, que estaba lleno, por cierto, es una de las últimas incorporaciones a mi lista de sitios favoritos para no ir jamás.

Una de las enormes ventajas de vivir en Madrid es que la ciudad está llena de lugares de lo más variopintos a los que puedes no ir. No estoy hablando de callejones oscuros que huelen a pis ni bares de mala muerte. Sitios de esos a los que no ir los tiene cualquiera. El interés de una gran ciudad se mide en realidad por la variedad en la oferta que cada uno puede despreciar sabiendo que a otros les encanta.

No me esperen tampoco en el Beer Pong de la calle Doctor Fourquet. Otra reciente adquisición para mi lista. Presume de ser el primer Beer Pong Social Club del mundo. Ahí es nada. Es una sala llena de una especie de mesas de ping pong estrechas, sin red y con seis vasos de cartón dispuestos en cada extremo en forma triangular. Los jugadores tienen que tratar de encestar desde el extremo de la mesa al otro con unas pelotitas en vasos llenos de cerveza. Es un juego típico de universitarios yanquis que a lo mejor tiene su público entre los Erasmus, no sé. Me cuesta imaginarlo teniendo éxito en Lavapiés. En tiempos del covid, además, los vasos los llenan de agua. Lo que le toca beber a un equipo cuando el otro encesta se pide aparte. Una sesión de dos horas, 15 euros por persona. “¿Qué mejor para empezar una noche que una buena sesión de Beer pong?”, pregunta incauta su página web. Esa lista sí que sería demasiado larga.

La competencia para entrar en la lista disputada lista de los mejores peores planes es cada vez mayor. No es una sala con pinta de gimnasio donde beber cerveza en vasos de cartón al ritmo que marque la puntería del contrario la menos apetecible de las nuevas salidas nocturnas que ofrece la noche madrileña. Atención porque en Alcorcón acaba de abrir el parque hinchable más grande del mundo. El Big Jump Park está lleno de toboganes gigantes, piscinas de bolas y carreras de obstáculos. Qué bien, ¿verdad? Pues por si alguien se queda con ganas de volver después de acostar a los niños, porque en Madrid hay gente para todo, por las noches ofrece sesiones solo para adultos que quieran pasar la velada saltando descalzos entre desconocidos con música tecno. “Una noche única de diversión y musicote con DJs”, dice la promo. Me lo apunto.

La vida en la capital está llena de opciones despreciables para todos los gustos. Los que odiamos el rosa, por ejemplo, tenemos un nuevo motivo para demostrarlo no yendo nunca al Coco Mocca, este sitio tan cuqui. Presumir de ello es parte de la gracia. Cuanto más éxito tenga el lugar, y este templo rosa lo está teniendo, más nos reafirmaremos los rebeldes en nuestro buen gusto gracias a la oportunidad que nos da Madrid de demostrarlo. Me han hablado también de una tienda en el barrio de Salamanca que solo vende kombuchas y otra de alimentos saludables para mascotas que tienen muchas posibilidades de entrar en la lista. No se me amontonen.

En Acacias ha abierto una cafetería que es toda de color rosa. Rosas las paredes, rosas las sillas de terciopelo, las tazas, los platos y los pasteles con frambuesas. Hay ramos de rosas por todas partes, también por el techo. Menos mal que la mayor parte de la gente que estaba dentro, casi todos treintañeros, vestían con vaqueros. Si hubieran ido de rosa el camarero no los iba a poder encontrar. Este sitio color rosa, que estaba lleno, por cierto, es una de las últimas incorporaciones a mi lista de sitios favoritos para no ir jamás.

Alcorcón Cerveza Madrid
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