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Bizarrap en los bancos centrales
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Bizarrap en los bancos centrales

El manual de las crisis económicas, el de cuando todavía vivíamos en el tiempo de las certezas y los conciertos exigían música en directo, ya no sirve para entender el mundo

Foto: Bizarrap y Quevedo. (Cedida)
Bizarrap y Quevedo. (Cedida)
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Cuando el mundo cambia muy deprisa nos faltan las palabras para lo que pasa, porque lo de antes no sirve y lo nuevo no tiene nombre todavía. Está pasando por todas partes, de los conciertos a los bancos centrales. Ambos mundos tienen en común que las herramientas del pasado ya no valen para explicar lo que les pasa.

Miles de personas se juntaron este fin de semana en Madrid a corear en directo las canciones sin nombre de Bizarrap, el artista más escuchado del mundo en Spotify. Tal vez les suene su 'hit' con Quevedo, no el de los sonetos, sino el del reguetón. Es fácil distinguirlos, el de ahora es el que rima "Y nos dormimo' a las die'/ Pa' repetirlo otra ve".

Foto: BZRP y Ptazeta juntos en la Music Session #45 del argentino. (BZRP instagram)

El caso es que si juntamos miles de personas cantando en un festival, con un artista famoso en el escenario y música a todo trapo, lo normal sería reconocer que se trata de un concierto. ¿Pero se puede llamar concierto a un espectáculo en el que el artista ni canta ni tiene músicos ni instrumentos y las voces son enlatadas? Bizarrap no es un cantante ni un DJ, es un productor musical que se popularizó en YouTube y ahora lo peta en todo el planeta con sus canciones. Bueno, él las llama sesiones. Los espectáculos musicales están cambiando y un chaval argentino de 24 años es uno de los que han dado con las claves. A falta todavía de una palabra mejor, lo que hace lo llamaremos concierto.

La nueva era económica tampoco tiene nombre todavía. No saben aún cómo llamarla los banqueros centrales, que unos días antes de que Bizarrap actuara en Madrid se reunieron en las montañas de Jackson Hole, en Wyoming. Su misión era estudiar cómo frenar la peor inflación en cuatro décadas. La conclusión más inquietante, a juzgar por la crónica del encuentro que hizo el 'Financial Times', es que los banqueros centrales no conocen aún las nuevas reglas del juego para gestionarla. Lo bueno es que al menos lo van reconociendo.

El manual de las crisis económicas, el de cuando todavía vivíamos en el tiempo de las certezas y los conciertos exigían música en directo, dice que para controlar la inflación hay que enfriar la economía subiendo los tipos. Pero el manual de las crisis pasadas no dice cuánto ni cómo evitar que suban los precios cuando la inflación se junta con una crisis energética y una volatilidad en los mercados, tanto de precios como de suministros, que además arrastra una crisis climática y la resaca de una pandemia. Y todo, claro, azuzado por la guerra de un tirano que quiere desestabilizarlo todo y que acaba de cumplir su amenaza de cortar el gas a Europa.

Foto: La carta de un bar de bocadillos arrasa en Twitter por la originalidad de sus nombres (Twitter: @RickyExp)

A los banqueros centrales les falta un Bizarrap. Algo que, aunque duela, como duelen las rimas de sus canciones, funcione en los mercados. La subida de tipos parece la solución más obvia. ¿Pero cuánto pueden frenar el alza de precios sin lastrar demasiado el crecimiento? Ese era el estribillo en Jackson Hole y solo rima con incertidumbre.

Endurecer la política monetaria puede no bastar para enfriar una economía que tiene giros impredecibles en la oferta y, por tanto, en los precios. Los bancos centrales tendrán que tomar decisiones sin conocer la dimensión de los 'shocks' energéticos de la guerra y los efectos tanto de la demanda de unos consumidores recién salidos de la pandemia como de los estímulos económicos para superarla.

En un contexto tan volátil no puede extrañarnos demasiado que Bizarrap sea la estrella del momento. Es solo otra de las cosas que se vuelven difíciles de entender si solo aplicamos las reglas del mundo de antes. Cuando el mundo cambia tan deprisa, toca reinventarse. Los banqueros centrales andan buscando cómo. "Ya no es ayer, mañana no ha llegado", que decía Quevedo. El otro.

Cuando el mundo cambia muy deprisa nos faltan las palabras para lo que pasa, porque lo de antes no sirve y lo nuevo no tiene nombre todavía. Está pasando por todas partes, de los conciertos a los bancos centrales. Ambos mundos tienen en común que las herramientas del pasado ya no valen para explicar lo que les pasa.

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