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¿Qué salvarías? ¿España o tus vacaciones?
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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¿Qué salvarías? ¿España o tus vacaciones?

La última esperanza de Sánchez para el 23-J es la gran anomalía del factor chiringuito. Porque en unas elecciones normales, ya sabemos lo que pasa. Pasa el 28-M

Foto: Vista general de la terraza de un local en la playa del Postiguet, en Alicante. (EFE/Manuel Lorenzo)
Vista general de la terraza de un local en la playa del Postiguet, en Alicante. (EFE/Manuel Lorenzo)
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Las próximas encuestas preelectorales para el 23-J va a haber que hacerlas a las puertas de agencias de viajes. ¿Cómo medir la intención de voto? Andan todavía los expertos en demoscopia recuperándose del shock del adelanto electoral a finales de julio, calculando la dimensión de la anomalía. La intención de voto entra en una dimensión desconocida cuando la abstención no se mide por el desinterés en la política sino por las ganas de playa. Nunca hemos votado en plenas vacaciones y no está claro qué preguntar. ¿Qué salvarías? ¿España o tus vacaciones?

Siempre es arriesgado extrapolar resultados de unas municipales a las generales. Pero esta vez es más difícil que nunca. Y no solo porque en las municipales y las autonómicas haya partidos que no se presentan en las generales, ni porque la participación sea siempre distinta, ni siquiera por la ley D'Hondt. La nueva variable clave es el factor chiringuito. Y no es posible desmenuzar datos inexistentes. Tampoco sirven de referencia otros países, porque no se pueden comparar vacaciones escolares, ni la temperatura ni las costumbres de veraneo. Demasiadas variables desconocidas.

Adelantar unas elecciones generales al momento del año en que todo el que puede permitírselo (y buena parte de los que no) huye de su código postal es hacerlo a ciegas. Pero sobre todo hace difícil creerse que lo que busque sea una gran movilización. A los votantes de izquierdas que se quedaron en casa el 28-M no parece más probable ilusionarlos con votar un 23 de julio con 45º C y en medio de sus vacaciones. Podrán perdonarle la reforma de la malversación, las excarcelaciones del solo sí es sí y lo de Bildu. ¿Pero las vacaciones?

Otra opción más verosímil es que la idea del presidente sea desmovilizar a los que ya están más movilizados, que son los que quieren cambio, como se vio el 28-M. Si movilizar a la izquierda indecisa no funciona, siempre queda la posibilidad de apostarlo todo a que a los ya movilizados se les pasen las ganas de perder a Sánchez de vista cuando se tomen otro tinto de verano en el chiringuito.

Otra opción más verosímil es que la idea del presidente sea desmovilizar a los que ya están más movilizados, que son los que quieren cambio

¿Y el voto por correo? Veremos a ver. Para solicitarlo, hay que estar ya motivado de casa. Y para muchos bastante jaleo es acordarse de renovar el pasaporte. Se prevé más votante por correo del habitual, pero aquí también entramos en territorio desconocido. No solo porque sea en verano y para pedir la documentación hace falta dar la dirección donde se va a estar en julio. Solicitarlo nada más haber votado es otra anomalía.

Además de las vacaciones, están también las lipotimias. La ley electoral tendría que tener horario de verano y de invierno. Porque va a ser raro que en esos días en que las autoridades nos repiten todo el rato que por prevención es mejor no salir de casa hasta que no se ponga el sol, para evitar golpes de calor, anden también recordando a media mañana lo importante que es salir a votar.

De ahí que los cálculos de Sánchez puedan basarse en que no hay cálculos posibles. En vez de aferrarse a los datos, lo hace a la falta de ellos. No poder prever demoscópicamente cuánta gente va a ir un 23 de julio es el último clavo ardiendo al que agarrarse cuando lo previsible es la derrota. La esperanza de Sánchez es la gran anomalía del factor chiringuito. Porque en unas elecciones normales, ya sabemos lo que pasa. Pasa el 28-M.

Las próximas encuestas preelectorales para el 23-J va a haber que hacerlas a las puertas de agencias de viajes. ¿Cómo medir la intención de voto? Andan todavía los expertos en demoscopia recuperándose del shock del adelanto electoral a finales de julio, calculando la dimensión de la anomalía. La intención de voto entra en una dimensión desconocida cuando la abstención no se mide por el desinterés en la política sino por las ganas de playa. Nunca hemos votado en plenas vacaciones y no está claro qué preguntar. ¿Qué salvarías? ¿España o tus vacaciones?

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