Sin permiso
Por
Gracias, Nevenka
Hace falta seguir avanzando sin mártires, no engrosemos el listado de nombres. Ni una más. Ni una menos
Muchos de los avances en materia de igualdad tienen el nombre y apellido de una mártir. Una mujer víctima que se convirtió en el ejemplo público de otras muchas que en silencio han sufrido todo tipo de violencias machistas por el hecho de ser mujeres. Nevenka Fernández fue la primera en conseguir una condena judicial por acoso sexual de un político. Ana Orantes denunció en un programa de televisión los maltratos de su marido y finalmente fue asesinada, mostrando que no eran crímenes pasionales, sino machistas. La víctima de la manada consiguió evidenciar que el consentimiento debía ser el único criterio a la hora de valorar si una mujer estaba siendo violada o no. La víctima de Dani Alves consiguió que la Justicia pusiera en prisión preventiva a una estrella del fútbol mundial. Tarana Burke consiguió que muchas mujeres sintieran el apoyo de la opinión pública para denunciar con el movimiento #metoo. Ruth Ortiz, la madre de los niños asesinados por José Bretón, consiguió concienciar sobre la violencia vicaria. Gisèle, la mujer de 72 años violada por su marido y decenas de hombres bajo los efectos de las drogas, está consiguiendo denunciar que hombres supuestamente respetables son capaces de violar a una mujer únicamente con el permiso de su marido. Jennifer Hermoso demostró al mundo que no se puede besar a una mujer sin que ella quiera. Todas ellas conmocionaron a la opinión pública y la presión social, junto con los movimientos feministas, hicieron posibles los cambios legislativos.
Icíar Bollaín, igual que antes hiciera Ana Pastor, ha traído al presente el caso de Nevenka, la edil del PP que, contra todo pronóstico, consiguió una sentencia condenatoria por acoso sexual hace 20 años. El agresor, alcalde de Ponferrada, consiguió el indulto popular en aquella época. No solo eso, volvió a presentarse a las elecciones después de la condena por acosar a una mujer de 23 años. Nevenka tuvo que marcharse de su ciudad ante el acoso popular que seguía padeciendo. En la actualidad, Ponferrada ha denegado los permisos a la productora de 'Yo, Nevenka' para realizar el rodaje de la película. La enorme ovación que todo el público le dedicó a esta mujer en el Festival de Cine de San Sebastián me parece un gesto, pero no es suficiente. El Ayuntamiento de Ponferrada tendría que pedir disculpas públicas a la exedil. Una muestra que dignificaría la institución tan mancillada por el machismo.
Realizar la retrospectiva de todas las mujeres que tuvieron que escribir la historia con su sufrimiento, con su martirio, también nos sitúa en un presente de esperanza. Es cierto que estamos mucho mejor, tenemos una cobertura legislativa que nada tiene que ver con la que tuvieron otras víctimas, como la víctima de Carlos Flores, hoy diputado de Vox en el Congreso de los Diputados. Su sentencia condenatoria fue antes de la ley de violencia machista aprobada por el gobierno de Zapatero. Sin embargo, que hombres como Flores estén ejerciendo un cargo público nos devuelve a la dura realidad de una sociedad machista que sigue tolerando determinadas acciones como normales y que continúa estigmatizando a las mujeres como Nevenka.
De aquella mujer, la concejala Fernández, se dijo que quería hacerse famosa, vivir del cuento de la agresión, que todo lo hacía por despecho, por venganza. A día de hoy se dice de las mujeres que denuncian a futbolistas famosos, a actores, empresarios… les pido que me digan una, una sola mujer víctima de violencias machistas que haya hecho carrera, dinero o fama de una denuncia falsa, venga, también de una verdadera. Lo cierto, es que estas mujeres, lejos de vivir de las mieles del éxito de una denuncia y aunque la Justicia les dé la razón, son condenadas al ostracismo público, a la marginalidad social. Para muestra, lean el libro sobre la historia de Verónica Rodríguez, una niña de 13 años que fue violada y su agresor fue defendido por los vecinos, mientras que la familia de Verónica se tuvo que ir del pueblo. El agresor se sentía tan respaldado que cuando salió de la cárcel le preguntó a la madre de Verónica “¿cómo está su hija?” Y ante la provocación, María del Carmen García le prendió fuego.
Según los datos del Ministerio del Interior, 2023 ha sido el peor año de la serie histórica en relación con los delitos sexuales: 4.875 violaciones al año, 13 al día y una cada dos horas. 19.981 delitos contra la libertad sexual al año, 1.665 al mes, 54 al día y dos cada hora. Y estos son los datos públicos, imagine la realidad. Esto sucede hoy, no hace 20 años, hoy. Muchas veces ante nuestros ojos, como en el caso de Gisèle, por hombres socialmente etiquetados de “normales”, con víctimas que no tienen la valentía extrema que les pedimos a las mujeres para que denuncien, porque ven, como una parte de la sociedad sigue vilipendiando a las víctimas, cuestionando sus motivos, dibujándolas como pérfidas con motivaciones oscuras contra “pobres hombres”.
Yo no quiero más mártires, no quiero que los nuevos avances sociales en materia de igualdad contra las violencias machistas necesiten más Nevenkas, más Anas, más Gisèles, más Ruths, más Taranas. Somos nosotros y nosotras las que debemos exigir una educación en igualdad que evite el repunte machista que se está produciendo, porque los machistas de hoy, son los potenciales violadores, acosadores y asesinos de mañana. Hace falta seguir avanzando sin mártires, no engrosemos el listado de nombres. Ni una más. Ni una menos.
Muchos de los avances en materia de igualdad tienen el nombre y apellido de una mártir. Una mujer víctima que se convirtió en el ejemplo público de otras muchas que en silencio han sufrido todo tipo de violencias machistas por el hecho de ser mujeres. Nevenka Fernández fue la primera en conseguir una condena judicial por acoso sexual de un político. Ana Orantes denunció en un programa de televisión los maltratos de su marido y finalmente fue asesinada, mostrando que no eran crímenes pasionales, sino machistas. La víctima de la manada consiguió evidenciar que el consentimiento debía ser el único criterio a la hora de valorar si una mujer estaba siendo violada o no. La víctima de Dani Alves consiguió que la Justicia pusiera en prisión preventiva a una estrella del fútbol mundial. Tarana Burke consiguió que muchas mujeres sintieran el apoyo de la opinión pública para denunciar con el movimiento #metoo. Ruth Ortiz, la madre de los niños asesinados por José Bretón, consiguió concienciar sobre la violencia vicaria. Gisèle, la mujer de 72 años violada por su marido y decenas de hombres bajo los efectos de las drogas, está consiguiendo denunciar que hombres supuestamente respetables son capaces de violar a una mujer únicamente con el permiso de su marido. Jennifer Hermoso demostró al mundo que no se puede besar a una mujer sin que ella quiera. Todas ellas conmocionaron a la opinión pública y la presión social, junto con los movimientos feministas, hicieron posibles los cambios legislativos.
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