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Desinformación, marxismo y confrontación social
Desinformar es un antiguo método de propaganda utilizado al servicio de ciertos fines que tiene varios rostros: desde los bulos a las campañas de descrédito, pasando por la falsificación o trucaje de fotos, cuando no de voces
Los bulos de todo tipo son abundantes y, sin duda, motivo de preocupación de los gobiernos en la Unión Europea, en España —que analiza en una comisión 'ad hoc' recientemente constituida— y también en las plataformas sociales más concernidas (Facebook, WhatsApp, Twitter o YouTube).
Sin duda, junto a esos fenómenos que estudiamos en el Observatorio Complutense de la Desinformación, o este mismo periódico durante las elecciones del 4-M en Madrid, específicos de tiempo electoral, dominan en nuestros días varios modelos de desestabilización social que nos ocuparán hoy la atención. Hay una desinformación que busca engañar, pero hay otra que se propone generar incertidumbre, enfrentamiento, desconfianza y desestabilización social.
Se observa con claridad que los fenómenos se reproducen en distintos países y escenarios con pautas muy parecidas: el #fraudelectoral se ha esgrimido en EEUU (por Trump), en el 14-F de Cataluña o en la primera vuelta de las presidenciales del Perú. O las campañas de desprestigio a vacunas de laboratorios como Pfizer, recurriendo a 'influencers' (como denunciada 'ABC', o 'The Guardian', en el caso AstraZeneca), llegando a alertar a países en subdesarrollo. Es por tanto algo global, como la pandemia, muy contagioso.
Desinformar como técnica de enfrentamiento
Como método de conocimiento, desinformar es manipular, con uno de sus fines: generar antítesis, enfrentamiento, duda, posverdad. Su versión frente a la mía, la de este medio frente a la de este otro, la de progres contra conservadores, la de esta interpretación del dato contra esta otra, con pérdida de información y verdad para todos.
Entiendo que hay una visión marxista —que sigue viva, no se enterró después de la caída del muro de Berlín, como algunos esperábamos— que plantea las cuestiones en términos de diatriba, de tesis versus antítesis, como lucha. De ahí que en ese punto todo lo que facilite el encasillamiento en categorías extremas resulta exitoso, o como en el mar revuelto, cosecha ganancia a los pescadores.
Quizá no son marxistas los que la emplean (independencia sí/no, impuestos más bajos sí/no), pero han caído, hemos caído, quizás en sus redes.
Campañas de extremos
Mariluz Congosto ha identificado que Puigdemont ha apoyado a Marruecos en la crisis de Ceuta con un mensaje extremo (y falso): “En España no se respetan los derechos humanos”.
1/ 🧵Al analizar la reciente crisis migratoria de Ceuta encontré dentro de un grupo de habla francesa el perfil MoorishMovement que despertó mi curiosidad. Busqué en Twitter y encontré que existían versiones en inglés, español, árabe y neerlandés
— Mariluz Congosto (@congosto) May 29, 2021
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https://t.co/KV3WxxWG3N pic.twitter.com/vQCgxQffrV
¿Por qué reaparece el independentismo en la crisis de Ceuta? Esto no es nuevo, pues ya se hizo en otras crisis migratorias, por ejemplo durante la campaña del 14-F de Cataluña y la llegada de balsas a Canarias, y que de nuevo se apoya en fotos trucadas de hace años. Resultado: enfrentamiento, confusión, adobado de parcelas de verdad, al servicio de estrategias geopolíticas o de intereses no confesables.
Keiko o Castillo: dos opciones extremas para Perú
En política, un ejemplo más de esto es la liga final entre Keiko Fujimori o Pedro Castillo, que se enfrentan en la segunda vuelta a la presidencia del Perú el próximo domingo. Competir es ciertamente la lógica de la segunda vuelta en unas presidenciales, pero del seguimiento de los debates entre ambos candidatos se deduce la polarización y el descontento general. Es difícil pensar y acertar qué ocurrirá (las encuestas dan empate técnico), aunque no nos engañemos, las encuestas contribuyen en Perú a la desinformación: en la primera vuelta, el que fue ganador, Pedro Castillo, apenas aparecía en séptimo lugar.
En el ámbito del relato final de los mensajes, bulos, miedos, polarización, lo que en relaciones públicas se conoce como 'spin' (propaganda, articulada por los 'spin doctors' o estrategas), veremos si cala el temor a la 'venezuelización' del Perú —uno de los polos del debate— o si son los errores de alguno de los candidatos los que desempaten en ese día tan trascendental para el país andino. Da que pensar que personas tan distintas y respetadas como los Vargas Llosa, De Soto o Aliaga se han visto obligadas a la polarización, pues no fueron capaces de unirse en candidaturas coherentes.
* Loreto Corredoira es codirectora del Observatorio Complutense de la Desinformación. Profesora titular de Derecho de la Información.
Los bulos de todo tipo son abundantes y, sin duda, motivo de preocupación de los gobiernos en la Unión Europea, en España —que analiza en una comisión 'ad hoc' recientemente constituida— y también en las plataformas sociales más concernidas (Facebook, WhatsApp, Twitter o YouTube).
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