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Los mejores se parecen, aunque estén en las antípodas políticas
Ethosfera emprende la difícil misión de explorar los nuevos límites de lo público a través de la ética y la filosofía política y de nuevos códigos de conversación pública en el polarizado entorno digital
Los mejores se parecen, aunque estén en las antípodas políticas. Esa es la premisa con la que el profesor de ética y filosofía política Diego S. Garrocho y yo decidimos emprender Ethosfera, un 'think tank' que tiene como misión agregar la virtud privada y ponerla al servicio de la esfera pública. El método que empleamos es el de la ética e innovación crítica, a través del cual rescatamos los principales sistemas de razonamiento moral y ético y los acercamos a ese colectivo de personas comprometidas con el cultivo de la virtud que abundan en nuestro país para propiciar un nuevo código de conversación pública.
La virtud es, además, contagiosa, y así lo hemos podido comprobar en nuestro primer espacio de reflexión, al que bautizamos 'Mejores empresas, mejor democracia', del que nace un informe que hicimos público la semana pasada, y que lleva por título 'Cinco debates desde la ética para el futuro de España'. Efectivamente, durante los nueve meses que ha durado la experiencia hemos sido testigos del entusiasmo por lo bueno que se genera cuando existe un espacio que procura un contacto con la sabiduría de los grandes filósofos que nos precedieron y nuevos códigos de conversación pública sobre temáticas críticas. También hemos podido comprobar que existen hombres y mujeres de enorme altura profesional y exigentes agendas que a título personal están dispuestos a dedicar parte de su tiempo a la esfera pública sin un rédito aparente, siempre y cuando el porqué y el para qué estén lo suficientemente claros y fundamentados.
Todo este ejercicio nos suscita una relevante reflexión sobre lo que podría ser una esfera pública saludable en el actual clima de digitalización y polarización. Estos cinco debates se mantuvieron a puerta cerrada, sin luz ni taquígrafos. Funcionarios de la alta Administración, jóvenes empresarios y líderes de la sociedad civil se daban cita un jueves al mes en una de las salas del Círculo de Bellas Artes para deliberar sobre una temática crítica diferente. Una muestra de 38 hombres y mujeres procedentes de diversos entornos sociales y también ideológicos, que encarnan diferentes identidades. Pero estas diferencias no supusieron nunca un obstáculo para la plena aceptación, desde la serenidad, aun con amplia discrepancia, a la hora de escuchar las conclusiones de unos y otros sobre temas tan sensibles como si las élites políticas y económicas están demasiado concentradas en Madrid, si deberíamos fomentar políticas de decrecimiento, si la sociedad está intelectualmente preparada para asumir ciertas reflexiones complejas o si existen unas élites globales con agendas no reveladas.
El acto de la semana pasada, donde dimos a conocer el informe que refleja el resultado de este ejercicio deliberativo, fue público en toda regla. Contó con la presencia de medios de comunicación y con un centenar de asistentes, entre los que había diputados de un bando y otro del espectro ideológico, periodistas y académicos progresistas y conservadores especializados en democracia y en deliberación pública, líderes de la sociedad civil, empresarios jóvenes y veteranos, es decir, un gran pluralismo.
Un pluralismo que también quisimos garantizar a través de los panelistas. Lo interesante fue el contraste de presenciar en un mismo acto el discurso del recién nombrado presidente del Instituto de la Empresa Familiar, Andrés Sendagorta, que resaltó la importancia de la empresa y la familia como los dos pilares vertebradores de la sociedad, y el diálogo de clausura con la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, que habló de su condición humilde y de cómo la política, concretamente la socialdemocracia, es la única solución posible a los problemas de desigualdad que planteamos en el informe.
Un foro perfecto para ensayar esa premisa de que los mejores se parecen y que los distintos son capaces de escucharse con serenidad, aunque se atente de alguna forma a su propia identidad. Un punto final de todo el ejercicio de laboratorio emprendido desde octubre del año pasado. Sin embargo, lo más llamativo para mí fue comprobar, en las conversaciones que mantuve con los diversos asistentes durante el cóctel, cómo cada uno de ellos había vivido el mismo acto público de una manera radicalmente diferente. Como si cada uno hubiera llevado unas gafas diferentes a través de las cuales hubiera experimentado una realidad distinta. Parece, en definitiva, que no fue posible la experiencia de lo común, nada diferente a lo que estamos por desgracia habituados en la actual esfera pública polarizada.
Hannah Arendt definió lo público en 'La condición humana' como “el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él”. Y añadió, “sin embargo, hay muchas cosas que no pueden soportar la implacable, brillante luz de la constante presencia de otros en la escena pública; allí únicamente se tolera lo que es considerado apropiado, digno de verse y oírse, de manera que lo inapropiado se convierte automáticamente en asunto privado” (p. 61).
Ethosfera emprende la difícil misión de explorar los nuevos límites de lo público a través de la ética y la filosofía política y de nuevos códigos de conversación pública en el polarizado entorno digital. No digo nada nuevo si concluyo esta tribuna con el mensaje de que nos ahorraríamos mucha de la actual división si juntos redefiniéramos una nueva noción de lo público en el periodismo y en la política y huyéramos de la sentimentalización y la identidad. Pero nunca está de más recordarlo, y Ethosfera no parará de repetirlo.
*Elena Herrero-Beaumont es doctora en Derecho Constitucional. Directora de Ethosfera. Profesora de derecho y ética en el IE.
Los mejores se parecen, aunque estén en las antípodas políticas. Esa es la premisa con la que el profesor de ética y filosofía política Diego S. Garrocho y yo decidimos emprender Ethosfera, un 'think tank' que tiene como misión agregar la virtud privada y ponerla al servicio de la esfera pública. El método que empleamos es el de la ética e innovación crítica, a través del cual rescatamos los principales sistemas de razonamiento moral y ético y los acercamos a ese colectivo de personas comprometidas con el cultivo de la virtud que abundan en nuestro país para propiciar un nuevo código de conversación pública.
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