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La cuestión no se centra en si en México habrá oportunidades de colaborar en el desarrollo, seguro que existirán. El quid de la cuestión se centrará en de qué profundidad serán

Foto: La presidenta de México, Claudia Sheinbaum. (Reuters/Raquel Cunha)
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum. (Reuters/Raquel Cunha)

La situación y los cambios institucionales del país, que es primer mercado para los productos españoles en Iberoamérica, y tercer destino mundial de nuestra inversión productiva, está generando solicitudes de opinión e información sobre las perspectivas de corto y medio plazo. Un buen número de empresas españolas con intereses o planes en México están analizando su estrategia en estos días.

Desde mi punto de vista, lo primero es destacar que no existirá una definición clara de la trayectoria económica de México hasta dentro de dos o tres meses. Hoy, la película no es completa ya que se carece de dos escenas cruciales para poder conocer mejor el desenlace. Me refiero al resultado de los comicios presidenciales de Estados Unidos, y sobre todo, a poder observar las primeras decisiones del gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum.

El 5 de noviembre sabremos quién será el inquilino o la inquilina de una Casa Blanca que tiene gran influencia en el devenir de México por motivos como: los dos países norteamericanos tienen integradas parte de sus cadenas de producción, de hecho, desde el pasado año México se ha convertido en el principal proveedor de EEUU superando a China; la primera fuente de ingresos de México son las remesas que envían sus connacionales que trabajan en el norte. También es cierto que gane quien gane va a necesitar a México para poder sustituir la manufactura asiática o para abordar con éxito asuntos de fuerza laboral y de estrategia migratoria. Pero no será exactamente igual si la nueva presidencia dificulta la revisión del tratado de libre comercio de América del Norte (T-MEC), que tendrá lugar en 2026, o si las formas son guiadas por la desacreditación de México con intereses alejados de la racionalidad diplomática o económica.

El otro escenario, la otra interrogante aún no completamente despejada, versa en torno al estilo y las decisiones que realmente ejercerá la máxima mandataria mexicana. Es relevante hacer un apunte sobre el sistema electoral local para entender que podría ser prematuro juzgar al nuevo ejecutivo. Las iniciativas institucionales de las últimas semanas han sido realizadas en un periodo en el que conviven un presidente saliente que ostenta el mando y una presidenta electa que aún no accede al cargo.

Foto: El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. (EFE/Mario Guzmán) Opinión
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La ciudadanía acudió a las urnas el 2 de junio y López Obrador entregó la banda presidencial el primero de octubre. No es del todo sencillo discernir si las últimas decisiones legislativas o algunas declaraciones públicas son más iniciativa de un pasado reciente, caracterizado por el hábil manejo de la comunicación y la agenda política, o se ajustan completamente a las prioridades del nuevo ejecutivo. Lo sabremos con mayor certeza en los próximos cien días.

Con estas variables más despejadas, los resultados de las elecciones en EEUU y un nuevo gobierno mexicano tomando sus decisiones, se podrá tener un juicio más certero. Aunque también es cierto que algunas propuestas y posicionamientos ya están recibiendo valoraciones por parte de inversores nacionales y extranjeros por su posible impacto en la confianza empresarial.

México cuenta con unas variables macroeconómicas sanas y con la necesidad de desarrollar sectores diversos

Nuestra función, como entidad cameral oficial en un tercer país, no es la de la política ni la de participar en el debate local, nuestra función es la de colaborar en el éxito de los proyectos binacionales empresariales. Y en ese ámbito seguimos constatando que México tiene un notable potencial económico. Hablamos de un país con más de 130 millones de personas con una edad media de 29 años, y nos referimos a una de las economías más abiertas al mundo, como lo demuestra el número de tratados comerciales en vigor, o el hecho de que México sea vecino y proveedor del gran consumidor norteamericano. Y por si esto fuera poco, México cuenta con unas variables macroeconómicas sanas y con la necesidad de desarrollar sectores diversos como las infraestructuras, la energía, la sostenibilidad o la industria, para los que necesita el conocimiento y el capital privado.

Para mí, la cuestión no se centra en si en México habrá oportunidades de colaborar en el desarrollo, seguro que existirán. El quid de la cuestión se centrará en de qué profundidad serán. La clave está en que si México afronta satisfactoriamente retos, como los de la seguridad física o los de la certeza jurídica, puede tener aún mayores oportunidades. Las cifras de llegada de empresas, de capitales o de exportación son positivas. Y lo pudieran ser aún más, podrían acelerarse despejando interrogantes y apostando por una relación cercana con sus principales mercados exteriores. México económicamente va bien, si el nuevo gobierno resuelve este tipo de retos y se fortalece la relación con los cercanos, geográficamente y culturalmente hablando, puede ir todavía mejor.

En nuestro caso, la relación comercial entre la República de México y el Reino de España es positiva para ambas partes, es recíproca, como ejemplo, puedo señalar que de un lado, nuestras empresas colaboran con el desarrollo económico y social empleando, directa e indirectamente, en torno a un millón de mexicanos; y del otro, los 700 grupos mexicanos que trabajan dentro de nuestras fronteras tienen posiciones importantes en sectores estratégicos y están creciendo de manera destacada.

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden, en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Michael Reynolds)

La realidad del siglo XXI, la verdad de las empresas que desarrollan sus proyectos en los dos lados del Atlántico, o el objetivo de los cientos de miles de relaciones personales entre ciudadanos de uno y otro país, es el de la cercanía y el del respeto a las instituciones. Nosotros apostamos por la responsabilidad empresarial, por la cooperación para el desarrollo y por la cultura compartida para fortalecer los lazos. Potenciando lo que nos une podemos disminuir los interrogantes, se incrementan las certezas y se genera el mejor ambiente empresarial posible en beneficio de una sociedad mexicana y una española, a las que no les sobran ni la inversión privada, ni el intercambio de conocimiento, ni los empleos de calidad.

*Antonio Basagoiti, presidente de la Cámara Española de Comercio en México.

La situación y los cambios institucionales del país, que es primer mercado para los productos españoles en Iberoamérica, y tercer destino mundial de nuestra inversión productiva, está generando solicitudes de opinión e información sobre las perspectivas de corto y medio plazo. Un buen número de empresas españolas con intereses o planes en México están analizando su estrategia en estos días.

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