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Así se han convertido 10 euros en 300.000 en esta última década
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Javier Molina

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Así se han convertido 10 euros en 300.000 en esta última década

No se trata ni de índices, ni de acciones, ni de materias primas, ni de bonos… sino del bitcoin, el activo digital más popular de todo el cripto-espacio

Foto: Bitcoin (Reuters)
Bitcoin (Reuters)

Tras una década donde la economía norteamericana ha logrado la mayor expansión de su historia, logrando su principal índice de referencia (el S&P500) un alza del 183% a fecha de hoy, donde han brillado acciones como Amazon que sube un 1227%, Advanced Micro Devices con un 1496% o Netflix, también llamada la acción del decenio, que gana un 3914%, al lector no le saldrán las cuentas, pese a las fuertes revalorizaciones mencionadas, para llegar a las cifras del título con esas o similares rentabilidades.

Y es que no se trata ni de índices, ni de acciones, ni de materias primas, ni de bonos… sino del bitcoin (BTC), el activo digital más popular de todo el cripto-espacio, que destaca por la tecnología Blockchain en la que se sustenta y por la escasez que su protocolo delimita. Esta criptomoneda fue creada hace más de 10 años y pretende configurase como una forma en la que se pueda transferir valor por su red, de persona a persona, sin la necesidad de contar con intermediario alguno. Estas transacciones se hacen de forma segura, son irreversibles y realizadas en un entorno de confianza gracias a esa tecnología subyacente. Sin embargo, su principal utilidad parece dirigirse hacía una reserva de valor, logrando en estos años de existencia, una cada vez mayor adopción tanto a nivel individual como, últimamente, institucional.

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Cotizado las 24 horas en los 365 días del año y con acceso mundial, si hubiera invertido 10 euros en 2010, tendría hoy unos 300.000. Bitcoin (BTC) ha sido el activo más rentable de esta década que concluimos en pocos días y, pese a que habría que considerar el riesgo neto de esta inversión en la ecuación, la rentabilidad generada por este activo, ha superado la lograda por cualquier otro tradicional.

Bitcoin (BTC) ha evolucionado desde pretender ser una prueba de concepto de un dinero electrónico, a convertirse en un tipo asset class en sí mismo. Su utilización como posible reserva de valor y como forma de protección contra la inflación, ha ido imponiéndose poco a poco, pasando en este camino de ser un activo 100% minorista, a ganar cada vez más peso y atención en el lado institucional.

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Si lo observamos dentro de una cartera de inversión tradicional, y analizamos el impacto que tiene el incorporar, por ejemplo, un 2% de posición en bitcoin (BTC), los resultados son muy interesantes. Partimos de un portfolio clásico (“Traditional” en los gráficos) que tiene 60% en renta variable (utilizo el S&P500) y un 40% en renta fija (utilizo el AGG), y lo comparamos con otro igualmente construido (“Enhanced” en los gráficos) a la que añadimos un 2% de BTC. En este último caso la composición quedaría con un 58,8% en SPY, un 39,2% en AGG y un 2% en BTC.

Lanzamos hacia atrás toda la serie (partiendo en 2013 para los cálculos) y generamos los resultados de una y otra posición. Mientras que en la cartera clásica (60/40), se obtiene una tasa anual de rentabilidad del 7,33% con un “drawdown” del -14,76%, en el caso del portfolio que incorpora un 2% de BTC, esa rentabilidad sube al 8,57% y la caída máxima baja al -11,95%. Además, su ratio de Sharpe es de 1 contra 0,73 de la cartera tradicional.

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Gráficamente podemos observar el efecto positivo que tiene añadir un activo no correlacionado que, pese a contar con una mayor volatilidad individual, logra mejorar la rentabilidad/riesgo de la cartera global.

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Una de las grandes ventajas que presentan los activos digitales basados en Blockchain, es la capacidad que nos ofrecen para poder analizar todo tipo de datos relacionados con la operativa que sobre ella se desarrolla. Podemos saber cuántas direcciones tienen tokens, a qué precios los han adquirido, el tiempo de permanencia, la concentración, etc. Esta información puede utilizarse desde un punto de vista de inversión, especulación o como forma para optimizar el futuro posicionamiento. Ballenas (aquellos con grandes posiciones y que podrían manipular o mover el precio fácilmente), hodlers (aquellos que mantienen sus bitcoins a largo plazo sin tocarlos) o especuladores de muy corto plazo pueden ser, gracias a este análisis de datos, claramente identificados y aislados para, de esta forma, poder intuir a lo que nos enfrentamos a la hora de abrir posiciones de un lado u otro.

Utilizando esa información publicada en sitios como Intotheblock.com y para el caso del bitcoin (BTC), con la cotización en 7200 USD, resulta que el 57% de las direcciones con posición abierta ganan dinero. Un 5,8% está en los entornos actuales y, el restante 37% habría comprado BTC a precios superiores. Este simple dato nos ayuda a entender la poca consistencia de aquellos que confunden liquidez reducida con manipulación, la importancia de distinguir al tipo de inversor que domina un token, como el grado de concentración (Ballenas) en el BTC es de las menores del top 20 de todos los criptoactivos negociados, o que ahora mismo existen 17,66 millones de direcciones que tienen 8 millones de BTC con un tiempo medio de permanencia de 4,6 años, entre otras muchas otras.

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Del mismo modo y utilizando información de glassnode, podemos comprobar como a cierre de 2019, resulta que el número de direcciones que tienen algo de bitcoin (BTC), han seguido aumentando y alcanzan magnitudes nunca vistas anteriormente. Con respecto a la misma fecha de 2017, momento en que se tocaron los máximos históricos de cotizaciones, el aumento supera los 2 millones.

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A nivel institucional, los avances son muchos y muy significativos. Podemos destacar desde el lanzamiento de la custodia de activos digitales (y mesa de operaciones) de entidades como Fidelity, hasta la puesta en marcha del mercado regulado de futuros y opciones por parte de Bakkt, propietaria del Intercontinental Exchange. Y todo ello sin olvidar la creación de la sección de Activos Digitales por parte de la Bolsa de Stuttgart (la segunda mayor de Alemania), o el nuevo máximo alcanzado por el volumen que los fondos de criptoactivos gestionan.

A nivel de los gobiernos, el proyecto Libra de Facebook ha supuesto un verdadero meneo del sector financiero, y ha puesto sobre la mesa el concepto de las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC). Una gran revolución espera a la vuelta de la esquina.

Así las cosas y recordando que esta tribuna no es ni pretender ser recomendación alguna de inversión, se cierra una década donde el BTC ha sido el activo que, pese a las burbujas constantes vividas e imputadas en ese tiempo, ha pasado de los 0,25 USD de 2010 a los 7300 de 2019, la mayor revalorización de este decenio. Irrupción de las CBDC, despegue de todo el ecosistema DeFi (finanzas descentralizadas), “halving” en mayo 2020 (donde se generarán un 50% menos de bitcoins cada 10 minutos), aumento del grado de adopción como reserva de valor, desarrollos tecnológicos (como Lighting Network), o la regulación que se terminará imponiendo, entre otros muchos, marcará el futuro de las criptomonedas y del bitcoin en particular en la próxima década. Feliz año a todos.

Tras una década donde la economía norteamericana ha logrado la mayor expansión de su historia, logrando su principal índice de referencia (el S&P500) un alza del 183% a fecha de hoy, donde han brillado acciones como Amazon que sube un 1227%, Advanced Micro Devices con un 1496% o Netflix, también llamada la acción del decenio, que gana un 3914%, al lector no le saldrán las cuentas, pese a las fuertes revalorizaciones mencionadas, para llegar a las cifras del título con esas o similares rentabilidades.

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