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¿Es tarde para invertir en bitcoins?
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Javier Molina

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¿Es tarde para invertir en bitcoins?

Tener un instrumento monetario con emisión fija y escaso, que se basa en código y presenta una gran seguridad en su red, está marcando el camino a muchas empresas

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Tras más de cuatro años escribiendo en este mismo medio sobre bitcoin (BTC), y superados los cuarenta artículos al respecto en ese plazo, tiempo en el cual me he dedicado a explicar los motivos por los que bitcoin (BTC) podía ser considerado un asset class en sí mismo, la pregunta de si es o no tarde para invertir es de las más recurrentes que muchos se hacen, quedando la frecuencia de la misma muy por encima de la que deberían hacerse sobre la idoneidad o no de tal posicionamiento.

No en vano y como advertían hace unos días la CNMV y el Banco de España, el riesgo implícito en este tipo de inversión es extremadamente elevado, no existiendo todavía un ámbito regulatorio similar al del resto de productos financieros. Además, nos recuerdan, las criptomonedas no se consideran un medio de pago, no tienen respaldo de autoridad central alguna y no están cubiertas por garantías de depósitos o inversiones.

Uno podría entender que, con solo una lectura de este último extracto parcial del comunicado de los reguladores nacionales no es que sea tarde para invertir, sino que nunca debiera hacerlo. Momento en el cual debería añadirse que, todo producto financiero que no se entienda profundamente, debe ser evitado siempre. Hasta Warren Buffet afirma que las criptomonedas no reproducen ni producen nada y que, tras un cierto periodo de tiempo se tendrá la misma cantidad de tokens en cartera, siendo la única posibilidad de revalorización el que otro esté dispuesto a darles un valor superior.

Foto: Foto: Reuters.

Y es que hasta hace no demasiado tiempo, el inmaduro y poco desarrollado ecosistema de los criptoactivos, la elevada volatilidad, los episodios de burbujas, los pronósticos de desaparición (hasta 397 acumulados) y esa poca clarificación regulatoria, era terreno solo apto para visionarios, aventureros y especuladores. Sin embargo y tras estos doce años de existencia de bitcoin (BTC), con episodios tan sonados como la fiebre de las ICO y el posterior pinchazo de los excesos cometidos en 2017, volvemos a encontrarnos con máximos históricos de su cotización que, a día de hoy ha doblado aquellos niveles máximos comentados y colocan de nuevo al bitcoin (BTC) en el epicentro de todo tipo de noticias e información.

El covid-19 y la respuesta dada por gobiernos y bancos centrales ante la crisis económica provocada por la pandemia, ha generado otra serie de dudas. La masiva expansión monetaria sin precedentes que estamos viviendo, como medida de choque a los efectos del virus, está levantando incertidumbres sobre el valor futuro de las divisas Fiat, generando la búsqueda de activos alternativos que como bitcoin (BTC), pudieran servir como respuesta al riesgo potencial de inflación.

Ante la depreciación de las principales divisas y de los instrumentos clásicos de colocación de tesorería de las empresas, algunas corporaciones han empezado a buscar otras opciones que ayuden a una mejor gestión de la misma. En pleno auge de todo lo digital y bajo la idea de apostar por un oro2.0, bitcoin (BTC) presenta aquellas propiedades de cobertura contra la inflación, al tiempo que ofrece un alto potencial de revalorización frente a otros activos. El CFO de MicroStrategy, uno de los primeros en cambiar sus dólares por bitcoins (BTC) en su balance, afirmaba que Bitcoin es la primera red monetaria digital efectiva que crecerá a lo largo del tiempo y que, su estrategia de posicionamiento es de largo plazo.

Foto: Ilustración: EC

El cambio de 1500 millones de USD por bitcoin (BTC) en la tesorería de Tesla anunciada esta semana, bajo la idea de dotar de mayor flexibilidad a la compañía en la diversificación y búsqueda de rentabilidad para su efectivo, ha disparado el grado de euforia en los mercados. Que además pueda plantear la aceptación como medio de pago de la criptodivisa, abre nuevas puertas a la adopción masiva, tema este ya iniciado por otras compañías como PayPal o Square el año pasado. Ayer mismo, MasterCard anunciaba que se estaba preparando para dar soporte, como medio de intercambio, a ciertas criptomonedas. Twitter parece estar igualmente considerando la incorporación de bitcoin (BTC) a sus reservas, al tiempo que empieza a plantearse la idoneidad del pago en bitcoin (BTC) de salarios a aquellos empleados que lo solicitasen.

Al final y resumiendo, nos encontramos con un número creciente de instituciones que buscan alternativas para la gestión de su tesorería en un entorno de tipos reales negativos. Tener un instrumento monetario con emisión fija y escaso, que se basa en código y presenta una gran seguridad en su red, está marcando el camino a muchas de estas empresas. El siguiente gráfico revela cómo, a diferencia de lo ocurrido en 2017, son ahora los grandes inversores (>1000 BTC) los que están entrando en bitcoin (BTC), superando ya las 2160 entidades y demostrando que, a la vista de los datos son los principales compradores en 2021.

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Como información curiosa, si atendemos a la composición de la riqueza en bitcoin (BTC), el dato muchas veces compartido de que el 2% del total tiene el 95% de toda la oferta, no es cierto. En base a un estudio de Glassnode, se demuestra que la distribución en algo más amplia, quedando ese porcentaje en el 71,5%.

El principal atractivo de bitcoin (BTC)

Sin embargo, ese argumento de cobertura ante una potencial inflación a modo de “Sound Money” aun siendo totalmente viable resulta, no obstante, más aspiracional que real a día de hoy, y no constituye el principal atractivo de bitcoin (BTC) a mi juicio. Hasta que no veamos una aceptación mucho mayor como medio de intercambio, su volatilidad se reduzca sensiblemente y las dudas sobre el impacto que Tether puede tener en el ecosistema se aclaren (pese a su peso comparativo inferior al 4% en capitalización), lo realmente interesante de bitcoin (BTC) es ser hoy un nuevo asset class que ofrece claras ventajas para quien lo utiliza correctamente.

La volatilidad, que parece ser el punto más débil de bitcoin (BTC) es, sin embargo, una de las principales virtudes. Su comportamiento errático permite mantener una baja correlación con el resto de activos como son las acciones, los bonos o el mismo oro, permitiendo lograr diversificación. Obviamente se trata de colocar una pequeña parte de la cartera en este instrumento para lograr tal fin pues, con solo un 5% de asignación de recursos a bitcoin (BTC), se logra el mismo efecto diversificador que si se invierte el 25% en el mayor fondo alternativo de JP Morgan (JHEQX). Del lado de la rentabilidad y desde 2013, la tasa real de rentabilidad de bitcoin (BTC) es superior al 127% anual. En ese sentido arriesgar un 5% compensa, con creces, el riesgo asumido.

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A la hora de entender el comportamiento de bitcoin(BTC) y tras el crash provocado por el covid-19, hemos visto como la criptomoneda actúa como valor refugio, siendo aquellos escenarios donde se descuenta deflación, el peor de las situaciones posibles. De las 33 ocasiones en las que bitcoin (BTC) ha perdido más de un 10% en una sola sesión, en el 88% de los casos esto se ha producido en un entorno de contracción económica y de la inflación o, cuando éstas circunstancias son descontadas por el mercado. Desde 2011 y atendiendo al comportamiento de bitcoin (BTC) de forma trimestral (fuente publicación Concoda), los entornos deflacionarios han generado una rentabilidad negativa superior al 19%. Cuando se descuenta una situación de estanflación el desempeño ha sido del 20% positivo. En tiempos de reflación como los actuales, la rentabilidad ha sido del 28% y, el mejor de los resultados se ha dado bajo situación real (+58%).

Analizando ya el impacto en una cartera y, actualizando datos hasta día de hoy, seguimos viendo cómo el incorporar ese 5% de BTC mejora la rentabilidad riesgo de la misma. Desde 2014 hasta 2021, el portfolio 1 que contiene 60% renta variable (SPY) y 40% renta fija (AGG) genera una tasa compuesta anual de crecimiento del 8,4%. Si observamos el portfolio 2 donde añadimos un 5% de BTC a costa de reducirlo de ambas posiciones, esa tasa sube hasta el 18,67%. Además, y aquí está lo importante, mejora el índice de Sharpe al pasar de 0,99 hasta 1,33.

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Sin embargo, todo esto de estar en un momento del ciclo económico históricamente favorable para bitcoin (BTC), y de contar con ventajas claras desde un punto de vista de diversificación y descorrelación, debe llevarse a cabo dentro de una estrategia de gestión razonada y ajustada al nivel de riesgo de cada inversor.

Como ya expliqué hace unos años en el libro Blockchain, la gestión de la volatilidad es la clave. Si a esto le añadimos un posicionamiento mediante algún tipo de sistema como el DCA (dollar cost averaging), el punto de partida será, por lo menos, mucho mejor.

Con respecto a la volatilidad, utilizar un objetivo máximo deseado (target) puede ayudar a estabilizar la posición y, en consecuencia, a limitar el diferencial entre los resultados. Por ejemplo, si deseamos tener un target del 75% y la volatilidad estimada hoy es del 95%, el porcentaje de exposición a BTC no será superior al 79%. Del mismo modo, si ahora la volatilidad estimada baja hasta el 60%, podríamos llevar la exposición hasta el 125% (100% si no hay apalancamiento). Otras técnicas como fijar un límite (Cap) o hacer que éste sea variable, ayudarán a conseguir distintos objetivos.

Por último, la técnica de entrar en mercado de forma escalonada (DCA), es una de las estrategias seguidas en cualquier tipo de activo. En el caso del BTC y por su alta volatilidad, adquiere aún mayor sentido el uso de este tipo de herramientas. Una vez definido el monto destinado a riesgo (ese 5% que comentaba), la idea es distribuir la compra en varias fechas. De esa forma si un inversor decidió posicionarse en bitcoin (BTC) en 2018 y lo hace a raíz de 50 USD mensuales, a día de hoy habría destinado a riesgo 1800 USD, siendo el valor de la posición de 8700 USD.

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Así las cosas y dejando claro que esta tribuna no es ni pretende ser invitación alguna a la toma de posición alguna, el mejor momento para invertir en cualquier tipo de activo es cuando se entiende lo que se compra y el valor que esa inversión incorpora. El actual momento de mercado, con los futuros de marzo de bitcoin (BTC) cotizando en fuerte contango, es una muestra más del modo “risk-on” en el que se encuentran los inversores y que, dadas las fuertes revalorizaciones experimentadas, puede generar un efecto llamada de complicadas consecuencias. Como expliqué hace un tiempo en esta misma tribuna, en el caso de bitcoin (BTC) el mayor riesgo es quedarse fuera pero, como también siempre he aclarado, todo proceso de asignación de recursos debe hacerse bajo el máximo conocimiento posible, siempre desde el buen juicio y nunca, bajo la idea de obtener altas rentabilidades a costa de asumir un riesgo para el que no estamos preparados.

Tras más de cuatro años escribiendo en este mismo medio sobre bitcoin (BTC), y superados los cuarenta artículos al respecto en ese plazo, tiempo en el cual me he dedicado a explicar los motivos por los que bitcoin (BTC) podía ser considerado un asset class en sí mismo, la pregunta de si es o no tarde para invertir es de las más recurrentes que muchos se hacen, quedando la frecuencia de la misma muy por encima de la que deberían hacerse sobre la idoneidad o no de tal posicionamiento.

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