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Juan Gómez Bada

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¿Por qué sube la bolsa?

Esta huida de las divisas emitidas por los bancos centrales se traslada directamente a los mercados financieros, contribuyendo a que aumente el precio de otros activos líquidos

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Seguimos con los estadios vacíos, sin turistas, sin ocio nocturno y sin grandes eventos. Gran parte de la actividad sigue en hibernación y todavía no hemos valorado los daños provocados en los sectores más afectados. Sin embargo, los mercados financieros, liderados por la bolsa americana, van viento en popa. Parece como si ya estuviera todo arreglado. ¿Por qué han recuperado tan rápido? En mi opinión, coexisten tres motivos:

  1. El escenario más probable es una progresiva y rápida vuelta a la normalidad. El aumento de la población inmunizada, bien sea por la vacunación o por haber superado la enfermedad, permitirá ir levantando las restricciones en el corto plazo.
  2. Menor miedo a otras amenazas. La guerra comercial, el Brexit y el auge de los populismos ya no preocupan tanto. Es cuando desaparece el miedo de los inversores, cuando más rápidamente suben los precios en los mercados, mucho más que cuando hay un boom económico.
  3. Sobra liquidez en muchos ámbitos. Gracias a la contundente actuación de los bancos centrales, que han disparado la oferta monetaria comprando deuda por un volumen sin precedentes, esta crisis está siendo menos profunda de lo que debería y será más corta. No obstante, mientras gran parte de las empresas siguen pasándolo muy mal por falta de financiación y, muchas terminarán quebrando, se da la paradoja de que los particulares han acumulado mucho más ahorro del que esperaban.
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¿Qué implica este último punto? El incremento del pasivo de los bancos centrales tiene como contrapartida un mayor activo en manos de los agentes económicos, que se materializa en más liquidez en manos de los ahorradores. A medida que estos últimos van viendo luz al final de túnel, deciden consumir e invertir dicho ahorro. El mayor consumo hace recuperar los ingresos a las empresas y el incremento de la inversión está provocando subidas de precios de los activos en los que invierten.

Esto nos hace pensar que, mentalmente, está superada la crisis. Digo mentalmente porque las restricciones, contagios y muertes continúan. En esta tesitura, nos debemos preguntar ¿quién va a asumir los costes?

Tenemos a las empresas y al Estado mucho más endeudados, los cuales, por cortesía de los bancos centrales, pueden devolver sus deudas a muy largo plazo y con bajos tipos de interés o incluso negativos. Para las cuentas públicas no hay mucha diferencia entre que los bancos centrales les condonen la deuda o que se la renueven perpetuamente a tipo cero. De esa manera, todo apunta a que se va a acabar pagando el coste de esta crisis con más dinero en circulación, depreciando el valor de la divisa.

Nos encontramos con un exceso de oferta monetaria donde nadie quiere quedarse papel moneda más allá de lo operativamente necesario; ni quienes confían en la recuperación económica, ni quienes tienen miedo a que su dinero pierda valor. Esta huida de las divisas emitidas por los bancos centrales se traslada directamente a los mercados financieros, contribuyendo a que aumente el precio de otros activos líquidos, como las acciones o las materias primas.

Seguimos con los estadios vacíos, sin turistas, sin ocio nocturno y sin grandes eventos. Gran parte de la actividad sigue en hibernación y todavía no hemos valorado los daños provocados en los sectores más afectados. Sin embargo, los mercados financieros, liderados por la bolsa americana, van viento en popa. Parece como si ya estuviera todo arreglado. ¿Por qué han recuperado tan rápido? En mi opinión, coexisten tres motivos:

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