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Aumenta la siniestralidad vial y a nadie parece importarle
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Carlos Cancela

Aumenta la siniestralidad vial y a nadie parece importarle

Por segundo año consecutivo la siniestralidad crece en España después de un periodo de continuos descensos que se ha mantenido durante catorce años en los

Foto: El pasado 18 de diciembre ya se había superado la cifra de víctimas de todo 2016. EFE/Jesús Diges
El pasado 18 de diciembre ya se había superado la cifra de víctimas de todo 2016. EFE/Jesús Diges

Por segundo año consecutivo la siniestralidad crece en España después de un periodo de continuos descensos que se ha mantenido durante catorce años en los que se ha reducido desde más de 4.000 muertos cada año hasta situarse en el entorno de los 1.160 fallecidos. A lo largo de todos esos años, y antes incluso, desde finales de los años noventa cuando fallecían 5.000 personas cada año, se han logrado muy buenos resultados.

España ha sido durante ese periodo uno de los mejores en cuanto a su evolución a la baja dentro del marco europeo, pero esto ha empezado a cambiar radicalmente. Primero en 2015, cuando se mantuvieron las víctimas del año anterior, en 2016 los datos empeoraron, y en este 2017 las cifras son aún peores que en 2016.

Un total de 1.165 personas han fallecido en las carreteras españolas hasta el 18 de diciembre, una cifra que supera ya los muertos por accidente de tráfico de todo el año 2016, cuando se registraron 1.161 muertos, según los datos provisionales de la DGT. Una aclaración importante, estas cifras corresponden solo a accidentes en vías interurbanas, a los que hay que sumar todos los producidos en zonas urbanas.

Son una cifras que demuestran que los organismos encargados de la vigilancia del tráfico, y básicamente la DGT, han estado todos estos años viviendo muy tranquilos aprovechando las buenas tendencias para no hacer absolutamente nada por mejorar la seguridad vial. Y eso es lo que ahora estamos pagando.

placeholder Imagen de un rescate.
Imagen de un rescate.

Coches más seguros

Los coches son cada día más seguros, no hay ni punto de comparación entre un vehículo de 1998, por ejemplo, y uno del 2017. El primero tenía ABS y en el mejor de los casos ESP, además de algún airbag. Sin embargo, un coche de 2017 tiene en la inmensa mayoría de los casos hasta frenada de emergencia, control de crucero activo, aviso de cambio de carril y un largo etcétera.

Sin embargo, nuestras carreteras son cada vez peores y no porque no se gaste dinero en hacer nuevos tramos de carretera, sino porque no se hace ningún mantenimiento de los tramos que ya están operativos. Es mucho más beneficioso para todos, empresarios y políticos, hacer tramos nuevos que reparar tramos viejos. No se revisa ni una sola señal, no se arreglan los baches y no se eliminan los puntos negros, de los que cada día hay más en las carreteras españolas. Lo único en lo que se invierte es en poner más radares, para con ello aumentar la recaudación por multas.

Desde los años noventa, con más de 5.000 fallecidos en las carreteras cada año, hasta ahora, la plantilla de efectivos de la DGT que vigila el tráfico se ha reducido a la mitad, mientras que las multas han aumentando exponencialmente. Pero parece que aquí nunca pasa nada. Si hay más muertos en la carretera, advierten desde la DGT, es porque hay más movimientos, porque ya no hay crisis y porque salen más coches a la carretera.

Una locura de carreteras

Cada vez que la DGT hace algún anuncio oficial es para advertir que los conductores lo hacen mal, que cada vez hay más positivos por alcohol, o menos uso del cinturón, o para advertir que se ponen en marcha más radares, más helicópteros o que las motos van a llevar radares para detectar más infracciones.

Pero nunca se habla de educación vial, de formar a los conductores, de mejorar los sistemas de aprendizaje de los futuros conductores para obtener el permiso de conducir. El mejor ejemplo, la huelga que durante meses ha paralizado los exámenes de conducir. Tampoco se molestan en explicar a los conductores lo que hacen mal, en lugar de poner una cámara para hacer fotos y que el propio ordenador mande las multas de manera automática a los infractores.

Pero ojo, una vez aclarada mi postura de que la culpa de muchos de los problemas del tráfico residen en la DGT y en los organismos que controlan el tráfico, que solo buscan financiarse con las multas, también debo aclarar que por encima de todo la culpa siempre, y repito siempre, la tienen los conductores.

Las carreteras españolas son una locura. En una autovía de 120 km/h hay coches que van a 80 km/h porque su conductor es una persona de 80 o 85 años que no tiene prisa, mientras que otro es un joven, con dos o tres copas, que va a 180 km/h, las furgonetas van a 140 km/h por la izquierda echando de la carretera al que se pone por delante, y el resto va por el carril central a 100 km/h pegados al coche de delante. Vamos, que cada uno hace lo que le da la gana, incumpliendo sistemáticamente la ley, y siempre la culpa de los accidentes es del otro.

Educación y respeto

La única solución, con la que reducir a cero la siniestralidad es educación, es respeto, es que todos cumplamos de manera ineludible todas y cada una de las normas de tráfico. Que si hay un límite de 120 km/h, hay que ir como máximo a 120 km/h y que, salvo que se tenga un problema, se debe circular cerca de 120 km/h. No es 120 km/h o 50 o 60 más si me gusta ir rápido, o 50 o 60 km/h menos si tengo tiempo para llegar a mi cita, porque entonces iré molestando a todos los usuarios de la carretera.

Un stop es un stop, un ceda el paso es un ceda el paso, una raya continua es una raya continua y un semáforo rojo es eso, un semáforo rojo. Y con esto no se puede hacer una valoración. No es un stop para los otros pero yo puedo hacer solo un ceda el paso. La raya continua lo es para los otros, pero yo puedo saltármela porque soy guay o porque tengo un coche muy bueno….Y mientras no aceptemos eso, las víctimas seguirán subiendo año tras año, a la DGT le importará poco y las multas seguirán aumentando. España es diferente

Por segundo año consecutivo la siniestralidad crece en España después de un periodo de continuos descensos que se ha mantenido durante catorce años en los que se ha reducido desde más de 4.000 muertos cada año hasta situarse en el entorno de los 1.160 fallecidos. A lo largo de todos esos años, y antes incluso, desde finales de los años noventa cuando fallecían 5.000 personas cada año, se han logrado muy buenos resultados.

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