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Por qué, como mujer, votaría no a la nueva Constitución de Chile
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Por qué, como mujer, votaría no a la nueva Constitución de Chile

El nuevo texto constitucional parece considerar que las mujeres, la mitad de la población, somos poca cosa por nosotras mismas, así que cada vez que nos menciona nos acompaña de las susodichas 'disidencias'

Foto: Una mujer pega un cartel del Caupolicanazo Feminista (mitin político), realizado para incentivar a votar 'apruebo' a la nueva Constitución. (EFE/Ailen Díaz)
Una mujer pega un cartel del Caupolicanazo Feminista (mitin político), realizado para incentivar a votar 'apruebo' a la nueva Constitución. (EFE/Ailen Díaz)

El domingo 4 de septiembre, Chile va a votar, en un histórico referéndum, si aprueba el texto de una nueva Constitución. El pueblo tiene dos opciones de voto, que son 'apruebo' y 'rechazo'. En las encuestas, ambas opciones de voto están muy ajustadas. Podemos preguntarnos cuáles son las causas de unas cifras tan altas de 'rechazo', teniendo en cuenta que en un referéndum anterior el 80% del pueblo chileno manifestó que quiere sustituir la actual Constitución, procedente de la dictadura de Pinochet.

Aclaremos que la actual Constitución de Chile ha sido ampliamente enmendada para posibilitar el funcionamiento democrático. Es mucho menos lo que queda de ella que lo cambiado, de modo que el principal motivo para querer una nueva Constitución es la falta de legitimidad de la Carta Magna.

La explicación de tan altas cifras de 'rechazo' parece estar en el proceso de elaboración de la nueva Constitución, que ha sido escrita por una Convención Constituyente muy controvertida, porque solo ha participado en ella un sector ideológico muy específico del país, que tiene la aquiescencia del presidente, Gabriel Boric.

Foto: Protesta contra el Gobierno chileno en Valparaíso. (Reuters)
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Ese sector ideológico dominante guarda semejanza con el peronismo argentino y con la corriente que surgió en distintos países al albur de protestas como el movimiento 15M-Indignados en España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. En Chile, un estallido social similar se produjo en 2019, denunciando problemas como el alto precio de los productos básicos, las bajas pensiones, los altos precios de los servicios de salud, la corrupción de la clase política y la persistencia de la Constitución de Pinochet.

Sin embargo, la línea ideológica resultante ha sido muy criticada tanto por sectores de derechas (que la han denominado 'izquierda woke') como por el movimiento feminista internacional y por la izquierda marxista, que no se fía de un movimiento que se define como “ni de izquierdas ni de derechas”, pero que no duda en capitalizar el rechazo a la dictadura. Los motivos de las críticas son que esta 'izquierda woke', que es un movimiento de indignación estudiantil y mayoritariamente de clase acomodada, olvida muy pronto los problemas más acuciantes de las mujeres y la clase trabajadora.

Foto: Miles de personas se manifiestan durante una protesta en plaza Italia en contra del Gobierno de Sebastián Piñera, en Santiago, el 16 de octubre de 2020. (EFE)

Mucho antes de que hayamos alcanzado la paridad política, puesto fin a los feminicidios o a la doble jornada femenina, la 'izquierda woke' ha decidido que es un buen momento para repartir los escasos recursos de las mujeres con aquellos varones autoproclamados 'disidencias sexuales'. El nuevo texto constitucional parece considerar que las mujeres, la mitad de la población, somos poca cosa por nosotras mismas, así que cada vez que nos menciona nos acompaña de las susodichas 'disidencias'. El texto constitucional incluso afirma que los varones de dichas 'disidencias' también sufren “violencia de género”, ignorando que dicho término se creó para nombrar la violencia específica que sufren las mujeres y que tiene lugar por el solo hecho de haber nacido hembras, en el marco de las sociedades patriarcales (en las que existe una jerarquía económica y cultural de los hombres sobre las mujeres).

No es lo mismo sufrir discriminación por parecer homosexual o travesti que sufrir explotación diaria como madre. Ambos problemas son importantes, pero no son idénticos y no tienen la misma escala. Todo el sistema económico se sustenta sobre los hombros del trabajo no remunerado de las mujeres.

Para ejemplificar la justa indignación del feminismo internacional hacia esta Constitución, nos referiremos a un vídeo promocional que se ha viralizado a favor del 'apruebo'. En el vídeo, un señor travesti viaja al pasado y aparece dentro de la casa de las pioneras del feminismo para decirles que en el futuro las mujeres tendrán derechos y que “no solamente se van a beneficiar las mujeres” sino que en el futuro se van a respetar los “derechos fundamentales de todes”. Recapitulando, un hombre con ropas femeninas se cuela en el salón de la casa de estas ilustres mujeres para explicarles cosas, mientras todas guardan silencio con cara de susto. El hombre habla con expresión de iluminado mientras agarra la mano de una temblorosa Marta Vergara, que le mira con espanto. Esto es humillante para la memoria de Marta Vergara y de todas las mujeres que lucharon por el voto y por la emancipación femenina.

Esta nueva Constitución también es humillante para las chilenas que llevan mucho tiempo abogando por la paridad política. Parece que el nuevo documento les concede la paridad a cambio de que callen con la cuestión de las 'disidencias'. Imaginen que cada vez que la Constitución utiliza la palabra 'trabajadores' añadiese la coletilla 'y disidencias sexuales', ¿no les parecería extraño?, ¿qué tienen que ver las trabajadoras y trabajadores con las 'disidencias sexuales'?, ¿por qué deberíamos considerar que justo los apartados de 'derechos laborales' (y no otros cualesquiera) son aplicables a un grupo con problemas completamente distintos?

La perspectiva 'woke' reinante en la Constitución también se manifiesta en una preocupante confusión entre los trastornos mentales y las identidades. Así, la Constitución se refiere a las personas con enfermedades mentales como 'neurodivergentes', ¡qué maravilla!, sin duda esta bonita denominación permitirá ahorrar muchos costes en servicios públicos de atención a estas personas. Por su parte, la Constitución considera que las personas con disforia de género tienen una 'identidad' disidente. Antes de la ideología 'woke', todo el mundo veía claro que pensar que “has nacido en un cuerpo equivocado” no es ninguna identidad, sino una idea irracional que causa dolor a la persona, comparable a tener anorexia.

Foto: Manifestaciones en Chile. (Reuters)

En conclusión, la nueva Constitución ha sido inspirada por la misma ideología posmoderna y neoliberal que inspira las series estadounidenses de Netflix. No resulta en absoluto creíble que este texto pueda ser un producto genuino de las preocupaciones del pueblo, antes parece un producto del capital internacional. Lo más peligroso es que una Constitución como esta no puede proporcionar a un país estabilidad ni paz social.

Ahora se abre una disyuntiva ante cada persona chilena: votar 'apruebo' o votar 'rechazo'. Si gana el 'rechazo', habrá que realizar grandes esfuerzos para que se abra una nueva Convención Constituyente, como quiere el 80% del pueblo chileno, esta vez con participación real de todas las ideologías de la población. Si gana el 'apruebo', las mujeres tendrán que realizar grandes esfuerzos para que este texto sea enmendado. Mi opinión es que este proceso constitucional está controlado por élites posmodernas y las mujeres no van a poder maniobrar. Yo votaría 'rechazo'.

*Tasia Aránguez Sánchez es profesora en el Departamento de Filosofía del Derecho de la Universidad de Granada.

El domingo 4 de septiembre, Chile va a votar, en un histórico referéndum, si aprueba el texto de una nueva Constitución. El pueblo tiene dos opciones de voto, que son 'apruebo' y 'rechazo'. En las encuestas, ambas opciones de voto están muy ajustadas. Podemos preguntarnos cuáles son las causas de unas cifras tan altas de 'rechazo', teniendo en cuenta que en un referéndum anterior el 80% del pueblo chileno manifestó que quiere sustituir la actual Constitución, procedente de la dictadura de Pinochet.

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