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Guerra en Israel, ¿qué tienen que ver Maduro e Irán?
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Guerra en Israel, ¿qué tienen que ver Maduro e Irán?

El régimen de Irán, promotor de la desestabilización del Medio Oriente, ha venido posicionándose en Venezuela con una fuerza inédita

Foto: El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el ministro iraní de Petróleo, Javad Owji. (Reuters/Palacio de Miraflores/Archivo)
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el ministro iraní de Petróleo, Javad Owji. (Reuters/Palacio de Miraflores/Archivo)

El pasado 7 de octubre, el mundo amaneció sacudido por los cuatro costados. Escenas de civiles gritando, familias corriendo con sus hijos en brazos y cadáveres desfilando en furgonetas como si se tratase de una caravana del infierno. El multiverso banal de las redes sociales sensibilizó a todo aquel que se sumergía buscando entender lo sucedido. Un ataque del grupo terrorista Hamás contra Israel era el titular que se adueñaba de las portadas de las agencias de noticia y medios de comunicación.

Este episodio nuevamente nos coloca en un terreno de incertidumbre, barbarie y deshumanización. Las imágenes dantescas nos estremecen por lo cruentas que son, pero no nos muestran la foto grande en la que está todo occidente en juego.

Hamás actúa como brazo armado del régimen iraní y eso es una prueba ineludible de cómo actores que no están en el primer plano de los acontecimientos instrumentalizan este conflicto. La verdad es que esta guerra nos traslada nuevamente al plano geopolítico en el que tenemos tiempo insistiendo. Si bien es cierto que este es un conflicto con raíces históricas y una base de carácter religioso, no es menos cierto que en los últimos tiempos es también un foco más de la lucha mundial del autoritarismo contra Occidente. Es un frente más de la Guerra Fría que se libra en esta época, donde potencias antioccidentales como China, Rusia e Irán están moviendo sus fichas de manera quirúrgica para tratar de incrementar su influencia en el mundo, promoviendo la intensificación de las luchas políticas, étnicas y sociales, así como los radicalismos, sin importar que esto derive en tensiones políticas o en conflictos armados, tampoco en la erosión de la democracia.

A estas naciones solo las mueve la idea de parir un nuevo mundo, donde Europa, Estados Unidos y sus aliados pasen a segundo plano y la democracia y los derechos humanos se midan con una regla relativista.

Foto: Concentración propalestina en Dublín. (Reuters/Clodagh Kilcoyne) Opinión

Lo digo con conocimiento de causa, ya que Venezuela ha sido precisamente un laboratorio de ensayos para este maquiavélico propósito. El régimen de Irán, promotor de la desestabilización del Medio Oriente, ha venido posicionándose en Venezuela con una fuerza inédita. La toma de poder de Chávez condujo a un importante cambio de política exterior de Venezuela, con un discurso contra Estados Unidos y gran cantidad de visitas a países como Irán para trabajar sobre cooperaciones técnicas y nuevos espacios de inversión para el desarrollo. La relación con Irán empezó con la firma para construir en Venezuela una fábrica de bicicletas, aquel convenio que desató risas de algunos hacedores de opinión pública, fue el punto de partida de una penetración iraní en Venezuela que se ha convertido en una realidad en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y el Caribe.

Con Maduro, el vínculo con Irán no ha hecho más que elevarse al máximo. Mucha gente no lo sabe, pero si algo ha influido en la permanencia de Maduro en el poder, es el apoyo que le da Irán, quien hoy le provee al régimen el andamiaje para evadir las sanciones de Occidente con operaciones de comercio ilícito de oro y venta de petróleo vía mercado negro, insumos para reparar refinerías petroleras acabadas por la desidia e incapacidad de la dictadura y hasta tecnología militar de primer nivel, específicamente drones de reconocimiento y sistemas de lanzamiento de misiles antibuques. Precisamente, en este plano de la seguridad y defensa es donde el rol de Irán se hace cada vez más robusto: oficiales iraníes han brindado capacitación a militares venezolanos en áreas de ciberseguridad y, por si fuera poco, Venezuela e Irán encabezaron la construcción de una escuela de formación de milicianos en Bolivia, para formar ejércitos revolucionarios de los países de la llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA).

Foto: Ataque aéreo israelí contra Al-Tufah, Gaza. (EFE/EPA/Mohammed Saber) Opinión

Pero la expansión iraní en suelo venezolano no se queda allí. Sus brazos armados también se han valido de esta relación para controlar extensos territorios dentro de Venezuela, con el propósito de financiarse y echar raíces hacia otros países de América Latina. La presencia del grupo Hezbolá en Venezuela ha sido ampliamente documentada por medios de comunicación y agencias de inteligencia. Se conoce que el grupo tiene una fuerte presencia en Venezuela, desde donde coordina operaciones para el resto de la región.

Solo hay que remitirse a los diversos escándalos públicos que han desnudado la relación entre los grupos terroristas de Irán y el régimen de Maduro. Misael López, exconsejero legal de la embajada de Venezuela en Irak, denunció que desde los consulados de Venezuela en Damasco y Bagdad se emitieron pasaportes para personas vinculadas a Hezbolá, siguiendo instrucciones de uno de los jerarcas del régimen venezolano, Tareck El Aissami.

Asimismo, hace un año se destapó uno de los escándalos de mayor envergadura en esta época. En Argentina, un avión venezolano-iraní fue detenido por levantarse alertas internacionales sobre sus tripulantes y su carga. Luego de una investigación y las requisas respectivas, la justicia argentina llegó a la conclusión de que uno de los pilotos de la aeronave había pertenecido a las llamadas Fuerzas Quds, una división de la Guardia Revolucionaria Islámica especializada en operaciones de inteligencia militar.

En síntesis, las escenas que estamos percibiendo en el Medio Oriente son parte de una ecuación mucho más grande. El régimen iraní y las otras potencias anti occidente mueven sus hilos para incrementar las tensiones y posicionar sus agendas, sacando provecho del caos y la desestabilización.

En Venezuela, sería imposible explicar la erosión de la democracia sin mencionar el papel que han jugado países como Irán, China, Rusia y Cuba, quienes han abastecido tanto a Chávez como Maduro de herramientas autoritarias para reprimir a los venezolanos y secuestrar el poder político.

Foto: F-35I Adir de las fuerzas aéreas israelíes. (IDF)

El pueblo de Israel es víctima de la misma receta, por ello Maduro y los demás regímenes autocráticos tratan de justificar la violencia de Hamás, y reproducen en redes sociales y por sus cadenas de información en el mundo, una versión sobre los hechos que no corresponde con la realidad, justificando una acción armada y culpando a Occidente, tal cual hicieron en Ucrania.

Hace pocas horas, Maduro decía que Cristo fue el primer palestino antiimperialista y que fue crucificado por el imperio español (sic). De nuevo se desataron las risas por la ignorancia, el lapsus y la mala intención del dictador que vuelve a hacer el ridículo; sin embargo, al mismo tiempo, sigue consolidándose a toda velocidad un proyecto global que viene por la destrucción de nuestros valores de libertad.

*Julio Borges Junyent es un político y abogado venezolano.​ Fue presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela durante 2017-2018 y es fundador del partido Primero Justicia.

El pasado 7 de octubre, el mundo amaneció sacudido por los cuatro costados. Escenas de civiles gritando, familias corriendo con sus hijos en brazos y cadáveres desfilando en furgonetas como si se tratase de una caravana del infierno. El multiverso banal de las redes sociales sensibilizó a todo aquel que se sumergía buscando entender lo sucedido. Un ataque del grupo terrorista Hamás contra Israel era el titular que se adueñaba de las portadas de las agencias de noticia y medios de comunicación.

Conflicto árabe-israelí Nicolás Maduro Irán
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