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Buenas noches, hasta mañana, los Lunnis y Yolanda nos vamos a la cama
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Juan Soto Ivars

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Buenas noches, hasta mañana, los Lunnis y Yolanda nos vamos a la cama

A las 22 h en casa, con las luces apagadas y así reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero. Del trabajo a casa, y dieta equilibrada. Nada de fritos por la noche, ni postres opíparos

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. (EFE/Javier Lizón)
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. (EFE/Javier Lizón)
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Yolanda Díaz ha avisado a la prensa por sorpresa, tiene algo importante que decir. Se comprende lo improviso: la inspiración no aparece por encargo, se rige por sus propias normas. Es un resplandor que quiebra el terciopelo negro, un relámpago en la ría de Lugo, que es inesperada, primeramente porque en Lugo no hay playa ni la habrá, por más voluntad política que se ponga. Son las seis de la tarde. La sala de prensa, llena.

Aparece por entre la bandera de Europa y la española la flamante ministra de Trabajo, cuyo estilismo supone tres décimas del PIB y da empleo a no pocos sectores, desde el textil a la aeronáutica, pasando por la peluquería. Bajo los bucles de oro hallamos un rostro, en el rostro una mirada, tras la mirada una mente, en la mente un secreto. “Tengan todos y todas ustedes muy buenas tardes”, dice. Es la amabilidad personificada.

Empieza su declaración con una loa a la labor del Gobierno que no solo resulta imperiosa, sino también necesaria. ¿Quién, sino el Gobierno, hablará bien del Gobierno en este país cainita? Ante tantas infamias y vituperios, Yolanda -como le gusta que la llamen, tan cercana- pinta un cuadro de colores pastel y fosforito, no exento de gomets, mucho más cercano a la realidad.

El paro baja, la pobreza desaparece, la violencia ya no existe. Hay, por tanto, que redoblar los esfuerzos para que baje el paro, la pobreza desaparezca y lograr la erradicación de la violencia. Estamos un poco donde estábamos, solo que más bonito todo.

Quiere dirigir también un mensaje a los corruptos sin escaños suficientes para ser indultados o amnistiados: tolerancia cero con los corruptos sin escaños suficientes para ser indultados o amnistiados. El abaratamiento de la malversación ha sido la más creativa medida contra la corrupción, pues ha hecho desaparecer parte de esta y ha liberado de carga laboral a jueces y juezas.

Pero no es de esta encomiable labor de la que la ministra ha venido a hablar, sino de otra cosa que incidirá en todo. Una idea radical, digamos. La ministra hace una pausa dramática. Varias personas salen de la sala de prensa para ir al cuarto de baño. Cuando vuelven, la pausa dramática todavía no ha concluido. Es que es un gran drama el que se propone enunciar.

Nos acostamos muy tarde en España, dice al fin. Sola y borracha quiero llegar a casa, pero antes de las 22 h, porque a esa hora empieza a resentirse la salud mental. Es una locura -una absoluta locura- que haya restaurantes abiertos cuando solo Ábalos y Koldos (es decir: el PP) están interesados en tomarse la penúltima. Es urgente que esas sabandijas encuentren cerrados todos los garitos. Con ello frustraremos buena parte de la corrupción sin necesidad de caer en el punitivismo.

Por trasnochadores somos una anomalía en Europa, lo tiene ella hablado con el papa Francisco. Su Santidad se acuesta con las gallinas, y no la interpreten mal, señala a modo de guiño, no está diciendo que el Papa se acueste físicamente con aves gallináceas domésticas, aunque cada cual es libre de acostarse con quien quiera siempre que esté debidamente compulsado el consentimiento.

Me refiero, explica, a que nos vamos a dormir a las tantas y cenamos demasiado. De grandes cenas están las sepulturas llenas, dice, y se congratula por haber inventado una expresión que sin duda será repetida durante siglos. La cuestión es que, para que trasnochemos, es preciso que haya gente trabajando: camareros y camareras, cocineras y cocineros, limpiadoras, camellos, carteristas. Son muchos los sectores afectados por este hábito reaccionario de cenar tarde y acostarse después. Es una absoluta locura, subraya: un frenesí.

Es urgente que esas sabandijas encuentren cerrados los garitos. Con ello frustraremos parte de la corrupción sin caer en el punitivismo

Para acabar con tal disparate sería absurdo invertir en inspecciones de trabajo que vigilen que las horas nocturnas se pagan como corresponde, o fomentar los cambios de turno. Eso no erradicaría el vicio, y el fin de todo gobernante es librarnos del mal, de modo que hay que cortar por lo sano. Prohibir: eso es lo que toca. Prohibir para purificar. Prohibir para que germine lo bueno sobre las cenizas de lo malo. Prohibir para ser libres.

Lo que funcionó en la pandemia, ¿por qué no extenderlo? A las 22 h en casa, con las luces apagadas y así reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero. Del trabajo a casa, y dieta equilibrada. Nada de fritos por la noche, ni postres opíparos.

¿Por qué se refiere a los restaurantes y no a otros profesionales de la noche, como los basureros, los policías o los médicos en turnos de guardia de 24 horas seguidas? Porque -responde sin que nadie lo pregunte- estoy pensando en Isabel Díaz Ayuso.

¿Por qué se refiere a los restaurantes y no a otros profesionales de la noche, como los basureros, los policías o los médicos de guardia 24 horas?

Porque no es normal lo de Madrid, ni razonable, que esa ciudad no duerma mientras toda Europa descansa. Es urgente homologar Madrid con el resto de países europeos, en particular los protestantes del norte. Sigamos el ejemplo de Alcazarén, diminuto municipio de la provincia de Valladolid, donde si osas entrar al único bar después de las 20:30 y pides unos huevos fritos el matrimonio que lo regenta te manda de una patada a la capital.

Al término de la comparecencia de la ministra, los periodistas marchan por fin a su casa. Son más de las tres de la madrugada.

Yolanda Díaz ha avisado a la prensa por sorpresa, tiene algo importante que decir. Se comprende lo improviso: la inspiración no aparece por encargo, se rige por sus propias normas. Es un resplandor que quiebra el terciopelo negro, un relámpago en la ría de Lugo, que es inesperada, primeramente porque en Lugo no hay playa ni la habrá, por más voluntad política que se ponga. Son las seis de la tarde. La sala de prensa, llena.

Yolanda Díaz
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