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Galicia le ha dicho a Sánchez: "Sin Vox, no eres nadie"
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Juan Soto Ivars

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Galicia le ha dicho a Sánchez: "Sin Vox, no eres nadie"

Si la mayor utilidad que los votantes de izquierdas encuentran en el PSOE es evitar un Gobierno con Vox, cuando el miedo a Vox no exista, el PSOE caerá

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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Puede que los resultados en Galicia no sean extrapolables al resto de España, pero al estilo laboratorio, sí que lanzan un mensaje contundente, como un estornudo, en la cara de Pedro Sánchez: allá donde su mayor aliado es irrelevante, el PSOE se la pega. ¿Y quién es este aliado? Sin duda no es ERC, ni el PNV, ni Podemos, ni Sumar. Los primeros son enemigos chantajistas de Sánchez y Sumar es su sirviente. Ninguno de esos partidos afecta demasiado a la resignada intención de voto socialista.

En Galicia, las cosas han sido diferentes. El aliado máximo de Sánchez obtuvo más votos que Sumar y Podemos juntos, pero ni siquiera con eso le llegó para un escaño. Otro día hablamos de los resultados electorales de los portavoces de la gente real y de la manía que tiene la gente real por votar lo contrario, pero hoy quiero centrarme en la pieza clave de la gobernabilidad de Sánchez, su único aliado verdadero: Vox.

En Galicia, el miedo a Vox no opera. Por lo que sea, el gallego de derechas vota al PP y recela de Abascal. Ha sido así legislatura tras legislatura, con mareas o calma chicha, lo que me lleva a pensar que el PP de Galicia es el verdadero muro contra la ultraderecha. A esto se confió Feijóo, que habló sin parar de mayoría absoluta en España e hizo la peor campaña para las generales que se pueda imaginar.

En las autonómicas, el PSOE había perdido su poder territorial y los peperos echaron las campanas al vuelo. Menospreciaron la influencia revitalizadora de Vox en el electorado de un PSOE herido y su efecto cafeínico sobre los nacionalistas periféricos. En autonomías y ayuntamientos, se lanzaron a los pactos con Vox y aquello fue un despropósito. Tenías a Feijóo hablando de moderación mientras diminutos concejales de Vox explotaban la batalla cultural, suprimían obras de teatro y retiraban banderas LGTB.

Foto: Rueda celebra su victoria electoral en Galicia. (Europa Press/Álvaro Ballesteros)

Entre las dos elecciones, Vox le arregló a Sánchez la campaña mientras Feijóo se ausentaba a lo Rajoy. Con astracanadas, los de Abascal iban corroyendo cualquier posibilidad de pacto de investidura entre el PP y los nacionalistas de derechas, que por arte de magia pasaban al bloque progresista. De modo que un Pedro Sánchez desangrado por indultos, el desastre del solo sí es sí y demás harakiris agarró el respirador que los de Abascal le ofrecían generosamente.

Y le sirvió. Que Sánchez haya terminado a los pies de Puigdemont, que el Estado de derecho y la separación de poderes le parezcan hoy al PSOE molestias incompatibles con la gobernabilidad, que todo lo que todavía no es fachosfera haya caído en el más ridículo servilismo intelectual son consecuencias de un hecho central: sin Vox, el PSOE de Sánchez no tiene la más mínima razón de ser.

Foto: La líder del BNG, Ana Pontón. (EP/Dylan)

A ese partido longevo, Sánchez le ha hecho lo que ciertos parásitos tropicales a los insectos: lo ha vaciado por dentro, lo ha convertido en una carcasa zombi que se mueve sin rumbo. Como ha escrito Ignacio Varela, Sánchez ha dejado un PSOE sin alma, sin vísceras, sin identidad, sin proyecto y sin sentido. Si la mayor utilidad que los votantes de izquierdas encuentran en el PSOE es evitar un Gobierno con Vox, cuando el miedo a Vox no exista, el PSOE caerá.

¿Tiene sentido el miedo a Vox? Yo no lo veo. Cuando Podemos y sus versiones entraron en el Gobierno y los ayuntamientos, también había gente de derechas con miedo a terminar en un soviet. Aquello era una tontería, pues tanto Podemos como Vox son partidos reactivos, bien surtidos de integristas, sedientos de poder, que al más mínimo contacto con la realidad malbaratan sus aires de cambio radical.

Vox prometía terminar con el autonomismo y hoy ocupa con grisura unos cuantos cargos autonómicos, de la misma forma que Podemos iba a asaltar los cielos y hoy su líder tiene un pódcast destinado a la misma irrelevancia que su partido. Sea como sea, el miedo a Vox es mucho más real que Vox y, por tanto, Sánchez sigue teniendo en las manos esa baza que Galicia le ha arrebatado.

Foto: Pedro Sánchez en un acto en el Puerto de la Cruz. (EFE/Miguel Barreto) Opinión
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Puede que los resultados en Galicia no sean extrapolables al resto de España, pero al estilo laboratorio, sí que lanzan un mensaje contundente, como un estornudo, en la cara de Pedro Sánchez: allá donde su mayor aliado es irrelevante, el PSOE se la pega. ¿Y quién es este aliado? Sin duda no es ERC, ni el PNV, ni Podemos, ni Sumar. Los primeros son enemigos chantajistas de Sánchez y Sumar es su sirviente. Ninguno de esos partidos afecta demasiado a la resignada intención de voto socialista.

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