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'Cine de barrio' le recordará a tu abuela que es una jodida troglodita
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Juan Soto Ivars

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'Cine de barrio' le recordará a tu abuela que es una jodida troglodita

Es bastante gracioso que esas películas superasen hace sesenta o setenta años la censura del Ministerio de Información y Prensa franquista, que les dio el ok, y que ahora tropiecen con las irritaciones del Instituto de las Mujeres

Foto: Gracita Morales y su eterna pareja en el cine: José Luis López Vázquez.
Gracita Morales y su eterna pareja en el cine: José Luis López Vázquez.
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Televisión Española ha tomado una decisión. Desde ahora, las películas de 'Cine de barrio' incluirán letreros con advertencia de contenido, al estilo de Netflix o Disney+, que informen al espectador de que esa película se rodó en un tiempo anterior al gran salto adelante que representa el gobierno de progreso. El motivo son, leo, las "actitudes machistas y sexistas" presentes en esas viejas producciones de entretenimiento.

Se conoce que ver a Gracita Morales vestida de chacha o a Sara Montiel optando por la castidad choca de frente con la moral representada por Broncano, el programa de Marc Giró o el nuevo 'Sálvame' de TVE, con Belén Esteban y el resto de empoderadas que hablan de lo puta que es otra señora, que además va hecha un adefesio.

Es bastante gracioso que esas películas superasen hace sesenta o setenta años la censura del Ministerio de Información y Prensa franquista, que les dio el ok, y que ahora tropiecen con las irritaciones del Instituto de las Mujeres. Me juego el cuello a que en la reunión donde decidieron ponerles carteles se barajó también la opción de quitar el programa. Estamos hablando de gente que se atribuye la responsabilidad de reeducar a sus abuelas: hace falta tener un Caudillo por arrogancia.

No hay más que ver con qué criterios financia hoy la producción de películas la misma gente que controla RTVE. El caso es que al final les ha parecido suficiente poner los cartelitos: "Las circunstancias contenidas en esta película se enmarcan en una época determinada y deben ser entendidas en el contexto social de dicha época".

Foto: El presidente de RTVE, José Pablo López, en la comisión mixta de control parlamentario sobre la Corporación. (EFE/Daniel González)
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Ignoro a quién pretenden proteger, pero entiendo a quién insultan: lo que están diciendo es que el público de 'Cine de barrio' tiene gustos atrasados y casposos. Que tragan con modelos de conducta intolerables creyendo que es entretenimiento. Que su tiempo ha pasado. Terminaríamos antes mandando a las señoras mayores a escuchar a Henar Álvarez cuando habla de coños, como quien va a un campamento de reeducación.

Puede que la mejor alumna del Grado de Estudios sobre la Mujer requiera un cartel antes de que empiece 'Sor Citroën' para evitar soponcios, pero al final lo va a leer la gente que ve 'Cine de barrio', es decir, esa gente carpetoventónica, vieja. Personas producidas en la misma época patriarcal que fabricaba esas películas.

Foto: El socio fundador de La Coproductora, José Miguel Contreras.

Acabamos antes si le ponemos el cartelito en la frente a las viejas: “Las expresiones y comentarios de esta persona reflejan modos propios de un país atrasado y patriarcal. No la escuchen”. Por darle contexto también a las viejas, digo. No vaya a ser que alguna diga que cierta ministra no la representa.

Las películas de 'Cine de barrio' eran descafeinadas, malas y entrañables. Sometidas a los límites, tiraban de costumbrismo, de sentimentalismo y de comedia de enredo. Salía gente cantando y caras famosas entre actores secundarios gritones y patizambos. Encontrar en esas obras ligeras algo peligroso es algo que los censores del franquismo no lograron. Pero es que no habían estudiado suficiente a Judith Butler.

El programa empezó a emitirse en 1995. No era más que un rato de tele reservado para la fracción de la audiencia que empezaba a no entender el mundo. Los fines de semana, les daban nostalgia. Películas con niños cantores y salidas de tiesto de José Luis López Vázquez, o Juanito Navarro haciendo de comunista, con aquella respuesta a la hija embarazada que gimotea:

-¿No tenemos los comunistas derecho al amor libre?

-¡Los comunistas sí, pero las hijas de las comunistas no!

Eran las películas primero ñoñas y luego más picantes, festivas y despreocupadas, que vieron cuando eran jóvenes en las sesiones dobles de cines de barrio. El franquismo aprendió antes que el cine socialista y antes que Hollywood que la moralina no llena las salas. De la nostalgia de aquellas risas, este programa. Pero ahora han demonizado la nostalgia. Demonizar el pasado es la primera condición para borrarlo.

Foto: María Jesús Montero y Yolanda Díaz posan junto al presidente de RTVE, José Pablo López, en la presentación de la serie documental 'La conquista de la democracia'. (EFE/Kiko Huesca)

No se puede convencer a la gente que está viva de que los tiempos pasados no fueron exactamente como describe la ley de memoria democrática. Hay que esperar, por tanto, a que se mueran. Y mientras tanto, colocar ciertas señales en su camino, no vaya a ser que un nieto se ponga a hablar con su abuelo y el crío se entere de cómo se compró el yayo la casa. Primero quitas el yugo y las flechas de las plaquitas de las viviendas de protección oficial, y así tienes camino ganado para que nadie sepa de dónde salieron.

Cierto que era otra época: en los barrios había cines, los cines se llenaban de gente y las entradas costaban una peseta. Meterse un domingo a ver películas no era un lujo, sino un plan. Otras cosas se parecían: las autoridades entendían que el entretenimiento debía mantenerse en los límites de la moral de Estado. Así que, de una moral de Estado a otra, resulta que los viejos que ven 'Cine de barrio' son de pronto los más modernos. Y gracias a esos carteles, hasta se han vuelto punkis.

Qué escándalo, las películas que ve la abuela!", exclama la nieta. Y se propone lanzar un vídeo al TikTok sobre lo duros que son los sábados a las siete de la tarde, cuando sus padres la dejan ahí para irse cada uno a realizarse por su cuenta.

En fin. No me interesa lo que tiene en la cabeza una persona que considera que esas películas necesitan advertencia, pero sé lo que le falta: nunca se ha sentado a ver 'Cine de barrio' con su abuela, o con su madre. Le falta conversación con sus mayores, intergeneracional, como dicen ahora los cursis. Le falta tolerancia hacia el que no comparte sus valores estrictos. Y le sobra arrogancia.

Porque al final, como digo, el cartelito no se lo ponen a la película, sino al que la ve y la disfruta. Se trata de recordarle al público de 'Cine de barrio' lo que son: unos jodidos trogloditas. Con un poco de suerte, hasta sentirán vergüenza cuando se rían con Lina Morgan, apagarán la tele y se morirán.

Televisión Española ha tomado una decisión. Desde ahora, las películas de 'Cine de barrio' incluirán letreros con advertencia de contenido, al estilo de Netflix o Disney+, que informen al espectador de que esa película se rodó en un tiempo anterior al gran salto adelante que representa el gobierno de progreso. El motivo son, leo, las "actitudes machistas y sexistas" presentes en esas viejas producciones de entretenimiento.

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