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"No me arriesgo a nada. Me siento muerta en vida y muy triste siempre"
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Luis Muiño

El consultorio psicológico del siglo XXI

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"No me arriesgo a nada. Me siento muerta en vida y muy triste siempre"

Una lectora está preocupada porque no sabe cómo salir de un círculo que la está atormentando: quiere sacar fuerzas pero no sabe de dónde

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"Soy presa del miedo, tengo 54 años, fui sobreprotegida, nunca tomé decisiones importantes en mi vida, mi padre las tomaba por mí, soy abogada, no ejerzo porque siento miedo, hasta la profesión me la escogió mi padre, él murió hace 10 años y yo me desmoroné, al punto de no saber qué hacer, cómo defenderme, a qué dedicarme para subsistir, no sé nada de mi misma, para qué sirvo, y si valgo para algo, tengo una hija y eso me preocupa, porque quisiera una madre valiente, con entereza, pero hasta eso fue una decisión suya, me decía hija mía ten un hijo para que no estés sola y tengas por quien luchar en la vida, pero yo no siento esas fuerzas, no nacen de mí, soy temerosa de todo, no me arriesgo a nada, me siento muerta en vida y muy triste siempre...".

Hola. Gracias por tu sinceridad. Parece claro que quieres emprender un camino vital diferente al que has seguido hasta ahora. Y para eso es importante que seas consciente de tus capacidades: recuerda siempre que has sido lo suficientemente valiente para analizarte con lucidez y escribirme. Los seres humanos utilizamos muchas estrategias para autoengañarnos. Tú podrías haberte ocultado tu problema contándote a ti misma la historia de tu vida de tal manera que tus miedos quedaran disfrazados, pero no lo has hecho. Has reconocido tus temores, al contrario que aquellos que viven vidas ajenas condicionadas completamente por su familia pero se mienten a sí mismos. Los que se autoengañan nunca cambian, tú sí puedes conseguirlo porque has dado el primer paso. Ya hablé en esta sección del concepto de "Inteligencia Intrapersonal": muestras esa capacidad en tu email y eso te será muy útil para tu futuro.

El anhelo de protección es adaptativo. La estrategia que tú has elegido para satisfacerlo no te hace feliz, pero tu motivación de seguridad es sana

Lo has visto con claridad: para abordar una nueva etapa vital tienes que manejar el miedo de otra manera. Hasta hace poco tu padre te servía para ahuyentarlo, ahora tienes que buscar otro mecanismo de control. Pero recuerda: se trata de canalizar tus temores, no de eliminarlos. Ninguno de los autores que te voy a citar te sugiere "dejar de tener miedo" o "salirte siempre de tu zona de confort". Aunque muchos de los libros de autoayuda estén llenos de frases de ese tipo, el planteamiento omnipotente es completamente irracional. Cambiar de vida te supondrá seguir teniendo aprensiones, recelo y desconfianza, pero también controlar de otra manera esas emociones.

No luches contra tu miedo: hazte amiga de él. Cuando el psicólogo Abraham Maslow diseñó su famosa pirámide de necesidades del ser humano, colocó la motivación de seguridad prácticamente en la base. Queremos sentir que el mundo es predecible y que nuestros peores temores no se van a cumplir. Este anhelo de protección es adaptativo. La estrategia que tú has elegido para satisfacerlo no te hace feliz, pero tu motivación de seguridad es sana.

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Tu forma de actuar hasta ahora entra dentro de lo que Richard Lazarus y Susan Folkman denominaron "Estrategias de Evitación". Según estos psicólogos, ante una situación que nos atemoriza podemos utilizar tres tipos de tácticas. Una de ellas sería la que tú has usado todo este tiempo, diluir el problema aplazando el afrontamiento activo. En tu caso, para no enfrentarte a la incertidumbre de la vida, has evadido la toma de decisiones poniéndola en manos de tu familia.

Según estos autores, hay otras dos formas de enfrentarse al miedo. Piensa si quieres empezar a manejarlas. La primera es emplear "Estrategias centradas en el problema", que puedes usar para asuntos que te producen un temor asumible. La segunda son las "Estrategias centradas en las emociones": sirven para liberar nuestro pánico y relajarnos lo máximo posible cuando sentimos nuestra aprensión como paralizante.

Para abordar una nueva etapa vital tienes que manejar el miedo de otra manera

Las primeras estrategias requieren que cojas las riendas de tu propia vida. Échale un vistazo a este otro artículo del consultorio en el que hablé de la importancia de trabajar las sensaciones de control interno. Se adquieren comprobando que lo que tú haces cambia tu vida, sin necesitar depender de los demás. Te recomiendo también que le des una vuelta a las investigaciones Albert Bandura. Este psicólogo de la Universidad de Stanford trabajó mucho con otro concepto que te puede ayudar: la autoeficacia percibida. Bandura comprobó que nuestra forma de afrontar nuestros miedos despendía de los juicios que hacemos acerca de nuestras propias capacidades cuando intentamos alcanzar un determinado rendimiento. Trata de preguntarte cómo respondes a preguntas del tipo "¿Seré capaz de hacerlo?" "¿Valgo para esto?" o "¿Tengo esperanzas de conseguirlo?" cuando te enfrentas a un reto. Las personas que puntúan alto en autoeficacia responden positivamente a este tipo de preguntas y eso les permite rendir mejor. Si tú respondes de forma negativa, tus sesgos mentales te están limitando.

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Tu forma de actuar es también decisiva para adquirir "Estrategias centradas en el problema". Investigadores como Michael Mahoney encuentran, por ejemplo, que son muy importantes nuestros hábitos de conducta. ¿Te refuerzas cuando haces algo bien por ti misma? ¿Tienes rutinas que te autoobliguen a estar activa en los momentos en que te falta la motivación de inicio? ¿Te comprometes públicamente a afrontar tus miedos? Los terapeutas que trabajan en esta línea te sugieren reformar tus rutinas poco a poco para empezar a afrontar tus temores sin perder las riendas. Una idea es centrarte en aspectos de tu vida que estén en tus manos, sobre los que sientas sensación de control interno: higiene y orden, búsqueda de placeres sencillos, ritmos de sueño y alimentación… Y para ir aumentando tu autoeficacia aconsejan comenzar con actividades que vayan a resultar, con seguridad, gratificantes, porque siempre se te han dado bien. No es el momento de afrontar retos porque te frustrarán.

Los terapeutas que trabajan en esta línea te sugieren reformar tus rutinas para empezar a afrontar tus temores sin perder las riendas

Por otro lado, para introducir en tu vida más recursos del segundo tipo ("Estrategias Centradas en las emociones") quizás te pueda ayudar empezar a luchar contra algunas de las ideas irracionales que señalaba el terapeuta Albert Ellis. La principal en tu caso es el "Pensamiento Dependiente", que se puede resumir en "tengo que depender de los demás porque necesito siempre a alguien más fuerte en quien confiar". Uno de los problemas de ese sesgo cognitivo limitante es que te puede llevar a adquirir temores que en realidad no son tuyos. Para empezar a desprenderte de ellos, te puede ayudar hacer una lista de las limitaciones que te suponen tus miedos: qué mundos te impiden conocer, qué personas te obligan a evitar, qué actividades dejas de realizar… Después, diseña "experimentos" para acercarte ligeramente a los objetos de tu desconfianza en una situación controlable en la que lleves las riendas y de la que se puedas salir fácilmente.

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En fin, espero que alguna de estas ideas te pueda ayudar. Pide ayuda profesional si crees que te serviría en el proceso y no dejes que los juicios ajenos te paralicen a la hora de cambiar tu vida. Habrá quien te diga que tus miedos son infantiles, pero tú debes recordar que todos los temores les resultan nimios a aquellos que no los tienen. Piensa que las personas que menosprecian los tuyos tienen pánico a situaciones que tú afrontas sin problemas.

Por otra parte, habrá quien te diga que es tarde para rehacer tu vida. Échale un vistazo a este artículo en el que reseño investigaciones que muestran lo contrario: estás en la edad en la que más fácil nos resulta cambiar. Con la edad, tendemos más a la introspección, nos autoanalizamos con más valentía y dependemos menos del aplauso de los demás. Cuentas con esos factores para empezar tu cambio vital. Y recuerda que, como decía Marco Aurelio en sus “Meditaciones”, no deberíamos temer a la muerte, sino más bien a no haber empezado nunca a vivir.

"Soy presa del miedo, tengo 54 años, fui sobreprotegida, nunca tomé decisiones importantes en mi vida, mi padre las tomaba por mí, soy abogada, no ejerzo porque siento miedo, hasta la profesión me la escogió mi padre, él murió hace 10 años y yo me desmoroné, al punto de no saber qué hacer, cómo defenderme, a qué dedicarme para subsistir, no sé nada de mi misma, para qué sirvo, y si valgo para algo, tengo una hija y eso me preocupa, porque quisiera una madre valiente, con entereza, pero hasta eso fue una decisión suya, me decía hija mía ten un hijo para que no estés sola y tengas por quien luchar en la vida, pero yo no siento esas fuerzas, no nacen de mí, soy temerosa de todo, no me arriesgo a nada, me siento muerta en vida y muy triste siempre...".

Muerte