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"He venido a hablar de mi libro". Por qué Umbral se volvió loco en la tele
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Carlos Prieto

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"He venido a hablar de mi libro". Por qué Umbral se volvió loco en la tele

25 años del 'umbralazo', una de las escenas más legendarias de la televisión en España. ¿Qué se escondía detrás de su arrebato? Vida, milagros y numeritos de un autor y una época

Foto: Foto: EC.
Foto: EC.

Los caminos del señor son inescrutables. 1993, finales de marzo, escrache a Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid. "Chorizo", "dimisión", "corrupto", "fuera", gritaron los estudiantes al presidente del Gobierno durante una conferencia a la que asistía como público —ojo al dato— el príncipe Felipe de Borbón. El abucheo —símbolo de la decadencia del felipismo— sería luego objeto de debate en un programa de Mercedes Milá en Antena 3, 'Queremos saber', que contó con la participación de estudiantes y 'expertos' como Emilio Romero (periodista), Cayetano López (rector de la Autónoma) o Francisco Umbral, al que, tras pasarse buena parte del debate pontificando sobre las bondades de las algaradas estudiantiles, le dio un brote en directo…

"A mí me has dicho personalmente por teléfono, Mercedes, que se iba a hablar de mi libro. Estamos acabando el programa y de mi libro —que está ahí sobre la mesa— ni se ha hablado ni se va a hablar para nada, y por lo tanto, yo estoy dispuesto a levantarme y abandonar la mesa, porque yo he venido aquí a hablar de mi libro, y no a hablar de lo que opine el personal, que me da lo mismo, para eso tengo mi columna y mi opinión diaria, de modo que, si no se habla de mi libro, me levanto ahora mismo y me voy", bramó Umbral.

Mercedes Milá, curtida en mil refriegas televisivas, recibió el rapapolvo con gran aplomo, como si aquello le divirtiera, y procedió a preguntarle a Umbral con una sonrisita "¿Qué querías decir de tu libro?", lo que enervó aún más al escritor. "Es que pasa el tiempo, se acaba el tiempo, entra la publicidad, entran unos vídeos absurdos que todos hemos visto ya, y no se habla de mi libro, ¿pero entonces a qué he venido yo aquí? Yo cuando voy a una televisión es porque me pagan, yo no vengo a las televisiones gratuitamente como un paria, si vengo es porque se va a hablar de un libro mío", espetó un Umbral cuesta abajo y sin frenos.

El público del programa reaccionó al telele del literato con gran algarabía, riendo a carcajadas y haciendo equilibrios para no caerse de la silla, en una intuición visionaria: estaban asistiendo a un clásico instantáneo del humor del que se iba a seguir hablando… 25 años después. Hola.

Mercedes Milá tenía un imán para las astracanadas literarias. Camilo José Cela perpetró su performance más célebre en otro de sus programas en 1982: "Puedo absorber litro y medio de agua de un solo golpe por vía anal", dijo a Milá el futuro Nobel (Nobel de literatura, no de introducirse H2O por el recto).

No menos mítico fue ver a Arrabal haciendo eses y anunciando la llegada del MILENARISMO en 1989. Hablamos de una época donde aún era fácil impresionar a la audiencia: las televisiones privadas o no existían o estaban en pañales, las tertulias del corazón aún no se habían desmelenado y los escándalos televisivos se contaban con los dedos de una mano, pero ya es casualidad (o no tanto) que tres de los grandes momentazos televisivos de la época los protagonizaran escritores.

El umbraliano "HE VENIDO AQUÍ A HABLAR DE MI LIBRO" fue el culmen de una tendencia: escritores convertidos en 'celebrities' televisivas. Vanguardia estrepitosa de un fenómeno cultural más amplio: la literatura nacional se puso de moda a principios de los ochenta, tenía tanto tirón comercial que los escritores mutaron en columnistas de referencia capaces de opinar de cualquier cosa con la autoridad de un experto, capaces incluso de liarla en la tele con gran desparpajo.

El fenómeno de los escritores copando las columnas de mayor visibilidad en la prensa diaria sigue vigente, pero la figura del literato mediático ha perdido pegada folclórica: donde antes había milenarismo, anos sedientos y divos iracundos, ahora tenemos los artículos sobre feminismo de Marías y Reverte como todo espectáculo de barraca de feria, los numeritos literarios ya no son lo que eran, un 'show' en decadencia…

Umbral como pionero de una plaga publicitaria contemporánea: la egoglucemia, el venderse a sí mismo como personaje, el yo-me-mí-conmigo como marca registrada

¿Qué tiene el 'umbralazo' para haber hecho llorar de risa a varias generaciones de españoles y haber ganado la batalla al paso del tiempo? Pues una irresistible mezcla de aspectos formales —el tono de voz de Umbral, en el que lo colérico no logra imponerse a lo engolado, y su clásica media melena blanca de dandi— y temáticos: el "YO HE VENIDO AQUÍ A HABLAR DE MI LIBRO" como espejo de una situación universal, la del ar-tis-ta que genera situaciones grotescas para que le hagan casito. ¿Que Albert Rivera se pone a la cabeza de las reivindicaciones feministas? Ha venido aquí a hablar de su libro. Que ocho de cada diez columnistas españoles escriben todo el rato la misma columna: Han venido aquí a hablar de su libro. La mitad de los mensajes que metemos en Twitter: Hemos venido aquí a hablar de nuestros libros. Etc, etc, etc. O Umbral como pionero de una plaga publicitaria contemporánea: la egoglucemia, el venderse a sí mismo como personaje, el yo-me-mí-conmigo como marca registrada.

Foto: Miguel Boyer y Villa Meona. (Montaje: Carmen Castellón)

Ecosistema periodístico

Umbral también jugó un papel simbólico clave en las guerras de medios que agitaron la última década del siglo XX. Si de marcar agenda y estar en sintonía con el 'zeitgeist' hablamos, los ochenta fueron de 'El País' y los noventa de 'El Mundo'. Con Umbral como columnista estrella de ambos medios coincidiendo con sus respectivas décadas doradas.

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El escritor, bueno era él, salió tarifando de 'El País' en 1988, como explicó en el libro del que había venido a hablar al programa de Mercedes Milá —'La década roja'— donde atizaba al director de 'El País', Juan Luis Cebrián, por marginarle progresivamente en el periódico. El mismo Cebrián al que Umbral había peloteado por escrito... cuando trabajaba aún en el periódico. En 'La década roja' también tuvo palabras para otro histórico de 'El País', Juan Cruz: "Un día llegó Juan Cruz, el heraldo negro (canario) de las malas noticias… y me dijo que les sobraba un folio de lo mío… José Manuel Ullán me dijo: 'Juan Cruz, jefe de cultura del periódico, es un canario que está todavía en la cultura de Los Sabandeños'. Pero yo sabía que [Juan Cruz] no era más que un mandado…".

Umbral, en definitiva, era un hombre fiel a la empresa que le pagaba en cada momento, no tanto por dinero, que también, como por gratitud por ponerle en el escaparate y ayudar a difundir su obra y su mito, cosa que hizo 'El Mundo' sin reparar en gastos y en espacio. Eso sí, la simbiosis entre Umbral y 'El Mundo' degeneró hasta convertir a Umbral en ariete de la guerra cultural. El día que le concedieron el premio Cervantes en 2000, Umbral mantuvo la siguiente conversación pública con Pedro J. Ramírez, director de 'El Mundo':

Pedro J.: Ha costado más [lograr que le dieran el Cervantes a Umbral] que el indulto a Gómez de Liaño [juez condenado por prevaricación tras intentar procesar al imperio Polanco en el caso Sogecable]

Umbral: Sí, pero hemos ganado.

O el Cervantes convertido en un campo de batalla más del enfrentamiento entre conglomerados periodísticos y entre progres y conservadores. También en un campo de batalla entre Umbral y el resto de escritores vip del país, que cansados del pim pam pum al que les sometía Umbral cada dos por tres, boicotearon la entrega del Cervantes, al que solo asistió Camilo José Cela en representación de la tribu. El mundillo literario hizo el vacío a Umbral.

No me interesa el manierismo castizo y el celebrado tintineo verbal del desmesurado ego del señor Umbral, un pozo de vanidad que ofende la memoria de la tradición novelística española

La tensión entre bloques era tan evidente que 'El País' envío un regalo envenenado a Umbral cuando le entrevistó por el Cervantes: si uno quiere una entrevista lisonjera, envía a Juan Cruz, pero si lo que quiere es una jarana, envía a Arcadi Espada, cuya entrevista al escritor recién premiado tuvo varios momentos antológicos, aunque el mejor quizá sea cuando Espada le recordó a Umbral lo que pensaba de él Juan Marsé: "Este premio es la culminación de la prosa sonajero en el mundo madrileño. Que suene, pero a mí me interesa la imaginación creadora al servicio de la ficción literaria, no los fuegos artificiales de la lengua y mucho menos ese manierismo castizo y ese tan celebrado tintineo verbal del desmesurado ego del señor Umbral, un pozo de vanidad que ofende la memoria de la tradición novelística española". ¡Glups!

En efecto, 'El País' también practicó el arte del 'al enemigo ni agua', mezquindades incluidas: para celebrar su 25 aniversario, el periódico editó el libro 'El País de nuestras vidas'. Pues bien: el nombre de Francisco Umbral, su columnista estrella de los ochenta, no aparecía mencionado ni una sola vez. Prisa no paga a traidores. 'El País' versus Umbral, duelo de folclóricas.

El postureo rojo

Umbral cobraba 1 millón de pesetas al mes en 'El Mundo' de los años noventa, según fuentes del periódico. Es decir, 6.000 euros al mes, pero de hace un cuarto de siglo. No obstante, no sería atinado asegurar que Umbral escribía por dinero, o montaba pataletas por el vil metal. Igual que tampoco sería preciso decir que Umbral era un rojo, por mucho que él se empeñara en colgarse esa etiqueta una y otra vez...

Felipe González ha entregado el alma de España a los mercaderes de Bruselas y el cuerpo o geografía a los generales del Pentágono

Como aquí SÍ HEMOS VENIDO A HABLAR DE SU LIBRO, vamos con unos extractos 'rojos' de ‘La década roja’. 1) "Escribo estas memorias de la década socialista llamándola década roja, porque así debió ser y no fue". 2) "Cuando todo está en poder de la derecha, cuando todo es derecha, Orden y aburrimiento, entonces hay inercia histórica, que no es sino la pereza de la Historia. Felipe González ha entregado el alma de España a los mercaderes de Bruselas y el cuerpo o geografía a los generales del Pentágono". 3) "La España socialista, la España que ha hecho González, el Madrid que han hecho entre los ciegos y los árabes, entre los 'sponsors' del crimen y los intermediarios del Golfo, es hoy la España persa, el Madrid 'dioríssimo'… Todo a la luz de la cocaína de un resplandor nocturno que ha bruñido a la nueva clase, fenicia y 'dioríssima', que constituye lo que yo he llamado el socialfelipismo, y que va camino de ser un nacionalfelipismo, con perdón".

Umbral fue comunista en la Transición, progre en los ochenta y antifelipista en los noventa... pero durante el franquismo no dijo ni mu

Umbral tenía 'flow', gracia y oído para la crónica social, en efecto, pero el mito del Umbral rojo —difundido por él mismo de un modo tan entusiasta a la muerte de Franco que se lo acabaron creyendo hasta los miembros más avispados del PC— no se sostiene. Su ideología es coyuntural y se adapta a las circunstancias. Umbral fue comunista en la Transición, progre en los ochenta y antifelipista en los noventa... pero durante el franquismo no dijo ni mu. Aunque igual tampoco es tan relevante el oportunismo político de Umbral. Primero, porque su ideología siempre acababa engullida por el ejercicio de estilo. Segundo, porque el partido al que verdaderamente veneraba Francisco Umbral era el Francisco Umbral Party.

La historia política de Umbral es la historia de un diletante, como cuenta Anna Caballé en su biografía no autorizada del escritor. "Cabría preguntarse cuáles son las tendencias políticas de Umbral, dado que ha escrito tanto de política, pero no le encuentro demasiado sentido. La indudable audacia con que ha venido encargando sus artículos y libros sobre esta cuestión —audacia tan extrema como de mal gusto en un libro titulado 'La derechona'— no parece una actitud sincera, expresión de una valentía moral a la hora de exponer las propias opiniones sobre la vida pública, sino más bien se trata de un atrevimiento verbal y movido por el interés o por un evidente resentimiento. De lo contrario, ¿a qué viene esa insistencia en que él es un rojo después de la muerte de Franco, cuando hasta entonces se había negado a firmar cualquier documento de solidaridad con la oposición antifranquista?", escribe Caballé.

Así que, según Caballé, Umbral se vio obligado a suplir su inactividad antifranquista en dictadura, por una sobreactuación rojeras en democracia: "Las cosas están cambiando muy deprisa en la sociedad y Umbral empuña la espada flamígera del franquismo para atacar a unos y a otros, protegiéndose a su vez su falta de 'pedigree' democrático, de modo que si no le invitan a unos cursos de verano en El Escorial es porque es rojo; si Rafael Ansón (director de RTVE entre 1976 y 1979) le retrasa el pase de su inocente entrevista en 'A fondo' es porque es rojo... cuando se suprime su intervención en un programa de Radio Nacional años después, habla de depuración porque es rojo. Incluso su gato en el año 1977 responderá al nombre de 'Rojito', la bufanda que arropará su faringitis será roja, a su chalet de Majadahonda lo bautizará la Dacha... Todo ello, en fin, por si alguien puede tener dudas de que Umbral es rojo".

Un hombre del pueblo

Juan Cruz, "el heraldo negro (canario) de las malas noticias", escribió en 2014 un artículo llamado 'Umbral tenía razón' sobre la performance televisiva del "he venido aquí a hablar de mi libro".

La opinión de Juan Cruz: "La mayor parte de los españoles que lo vieron, lo comentaron o escribieron de ello ridiculizaron la actitud del gran autor de 'Mortal y rosa'Y resulta que Umbral tenía razón. Es muy frecuente recurrir a escritores o a otros artistas para animar o mejorar los programas de variedades, y es también muy habitual que en lugar de preguntarles por lo que hacen les interroguen por lo que piensan de la mar y de los peces, a veces con la intención de incurrirlos en polémicas o controversias que poco tienen que ver con sus oficios…. Y los escritores hacen libros. Es muy difícil vender libros (para los libreros, los editores y los autores, naturalmente), y hay muy pocas ventanas (ahora hay menos que en 1993) donde los autores, libreros, autores, etcétera, puedan anunciar o divulgar o debatir sobre su noble mercancía. Lo que entonces reclamaba Umbral era legítimo: que si le habían llevado allí había sido porque había publicado un libro; resultaba por tanto inteligente por parte de la presentadora que cumpliera el compromiso".

Pues ahora somos nosotros los que tenemos malas noticias para don Juan Cruz: esto que ha escrito usted es un disparate.

1) El programa de Mercedes Milá no fue ninguna encerrona: "Le expliqué el contenido y lo volví a hacer pocos minutos antes de comenzar el espacio, como hacemos siempre con los invitados… Al terminar, le enseñé el guion en el que venían las preguntas [sobre su libro] y Umbral me pidió excusas", contó Milá a 'El País' poco después del 'umbralazo'. En efecto, a Umbral se le fue el panchito justo antes de que le preguntaran por su libro.

No era ni la primera, ni la segunda, ni la trigésimo quinta vez que Umbral protagonizaba un numerito egocéntrico parecido

2) Umbral es posiblemente el escritor español con mayor visibilidad de la democracia. Ponerle como ejemplo de los graves problemas de los novelistas para difundir y vender sus libros es tan sensato como decir que Kate Moss es un icono de la obesidad mórbida o que el Neng de Castefa es un apóstol de la lucha contra la droga.


3) Los españoles entendieron desde el primer momento de qué iba aquello —de un artista megalómano perdiendo los papeles— y a qué género pertenecía, al de la comedia bufa. Y por tanto, rieron.

4) ¿Que cómo estamos tan seguros de que la culpa la tuvo Umbral y no Milá? Porque no era ni la primera, ni la segunda, ni la trigésimo quinta vez que Umbral protagonizaba un numerito egocéntrico parecido con más o menos audiencia.

Foto: Juan Carlos I y José Luis de Vilallonga, durante la elaboración del libro. (Fixot)

Hace frío aquí arriba

'El frío de una vida' es la estupenda biografía no autorizada sobre Umbral de Anna Caballé, que empezó a escribir movida por una paradoja: lo poco que se conocía del pasado de Umbral pese a que el escritor había dedicado miles de páginas a contar su vida. Caballé reveló detalles sobre una infancia durísima marcada por la ausencia de la madre (por imperativo social: era madre soltera, tuvo a su hijo en secreto y lo dejó a cargo de otros), sobre la tendencia de Umbral a enmarañar su biografía, como si estuviera más interesado en huir de su pasado que en desvelarlo, sobre una pulsión egocéntrica que guiaba todos sus pasos hacia una meta: el triunfo social (como modo de trascender un pasado traumático por la falta de aceptación). La historia de Umbral es también la historia de una escalada. ​

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"Su formación intelectual y literaria se forjó, en su día, en la soledad más absoluta, corregida tan solo por el fecundo diálogo con los pocos libros y periódicos que estaban a su alcance y que el adolescente exprimió con pasión e inteligencia. Es, pues, el triunfo del arribista que volcó en la escritura sus inmensas aspiraciones de legitimidad. Un Julien Sorel que ha preferido exponerse al riesgo de saturar el mercado con su escritura incombustible antes que renunciar a la púrpura fugaz del reconocimiento social", razona Caballé.

El libro de Caballé es tan respetuoso como implacable en su búsqueda de la verdad. Caballé habla de "vértigo narcisista" para explicar la insistencia de Umbral en publicar compulsivamente, sin reparar en que nadie puede escribir tanto y pretender que la mitad de sus libros no sean iguales o sencillamente una mierda, todo con tal de monopolizar las portadas. Dato: Umbral escribió más de 100 libros y más de 100.000 artículos. A principios de los noventa, publicaba tres libros al año, lo que puede parecer una barbaridad, de no ser porque durante los años setenta llegó a publicar siete libros al año.

Es, pues, el triunfo del arribista que volcó en la escritura sus inmensas aspiraciones de legitimidad

¿Lo hacía por dinero? No, en ningún modo, según Caballé su motor era otro: un deseo compulsivo de distribuir el nombre de Umbral por tierra, mar y aire. "Cela le insiste en que abandone el periodismo militante y se concentre en los libros que desea escribir, a lo que Umbral contesta: 'Y ¿de qué vivo, Camilo? Yo no tengo el Nobel'. Resulta evidente que Umbral no necesita del premio Nobel para vivir confortablemente de la literatura, aunque su sensación pueda ser todavía la de que escribe para mantenerse. Cuando le concedieron el Cervantes, comentó que el monto del galardón le permitiría trabajar sin el apremio de antes... Naturalmente, continuó escribiendo en 'El Mundo' como de costumbre. Pero interesa poner de relieve que a estas alturas de su vida resulta innecesario, incluso fuera de lugar, que Umbral apele a la necesidad económica para justificar su presencia en el columnismo diario. El escritor no sigue en él por dinero, como quiere hacer creer —tal vez se convenza a sí mismo de ello—, sino porque solo las circunstancias podrán alejarlo de la perversa entropía que le domina por completo".

No hay diálogo posible. O se aceptan las reglas del juego —ser mero altavoz de los intereses de Umbral— o se pasa a la categoría de adversario

Una pulsión infantil y beligerante con todo aquel que le haga sombra, amigos incluidos, actitud que recuerda a la cara de depresión que se le pone a Cristiano Ronaldo cuando dispara al poste y uno de sus compañeros de equipo aprovecha el rechace para marcar gol. O cuando todo el mundo es un rival potencial. Con esa política existencial no es raro que el momento de mayor gloria literaria y social de Umbral —la entrega del Cervantes— fuera también el momento en el que se reveló su gélida soledad (ya saben: en la cima de la montaña solo hay sitio para una persona). "No hay término medio, no hay diálogo posible. O se aceptan las reglas del juego —ser mero altavoz de los intereses de Umbral— o, sencillamente, se cruza esa línea invisible marcada, sin embargo, con el fuego de la guerra y se pasa a la categoría de adversario", zanja Caballé.

PD: El Ayuntamiento de Aranda del Duero declaró persona non grata a Francisco Umbral en abril de 1993. El genial literato llamó "paletos" a todos los habitantes de Aranda del Duero en el mismo programa de Mercedes Milá en el que reclamó a voces que se hablara de su libro. Recuerden esta anécdota la próxima vez que alguien diga que lo políticamente correcto es un invento reciente...

Los caminos del señor son inescrutables. 1993, finales de marzo, escrache a Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid. "Chorizo", "dimisión", "corrupto", "fuera", gritaron los estudiantes al presidente del Gobierno durante una conferencia a la que asistía como público —ojo al dato— el príncipe Felipe de Borbón. El abucheo —símbolo de la decadencia del felipismo— sería luego objeto de debate en un programa de Mercedes Milá en Antena 3, 'Queremos saber', que contó con la participación de estudiantes y 'expertos' como Emilio Romero (periodista), Cayetano López (rector de la Autónoma) o Francisco Umbral, al que, tras pasarse buena parte del debate pontificando sobre las bondades de las algaradas estudiantiles, le dio un brote en directo…

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