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Mártires, empresarias, prostitutas: una historia de Roma contada por sus mujeres
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Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

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Mártires, empresarias, prostitutas: una historia de Roma contada por sus mujeres

La británica Emma Southon reconstruye la historia de ese imperio a través de 21 mujeres, algunas célebres y otras anónimas, pero hasta ahora siempre secundarias en la trama

Foto: Detalle de 'La violación de Lucrecia', de Tiziano.
Detalle de 'La violación de Lucrecia', de Tiziano.

En el año 510 antes de Cristo, Sexto, hijo del rey Tarquinio el Soberbio, acudió a la casa de Lucrecia, una mujer noble. Le declaró su amor y le prometió que, si se le entregaba, con el tiempo sería reina. Lucrecia, que estaba casada, le rechazó y él la violó.

A la mañana siguiente, Lucrecia denunció la violación ante su esposo, su padre y algunos testigos. Ellos insistieron en que su honor estaba intacto, dado que había sido brutalmente forzada, pero ella no lo creyó así. Les pidió que se vengaran y dijo: “Aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo”. Sacó una daga de su ropa y se la clavó en el corazón. Fue una manera de recuperar la capacidad de decisión sobre su cuerpo y su dignidad. Nadie podría decir que vivía deshonrada.

Los familiares y los testigos llevaron el cuerpo de Lucrecia a la plaza y lo mostraron a todo el mundo. Lo que era un asunto privado se transformó, así, en un acto público. Y también político: su cadáver se convirtió en un emblema de los abusos del rey y su familia. Fue el inicio de una revolución que acabó expulsando a Tarquinio y su hijo de la ciudad y aboliendo la monarquía. En adelante, Roma sería una República. Nadie podría llevar una corona. Con su enorme sacrificio, una mujer había provocado el cambio político que llevó a Roma a convertirse en la dueña del mundo.

Pero, ¿qué significa en realidad esta historia que contaron varios historiadores romanos y ha sido incansablemente reproducida en la pintura y evocada en la música durante siglos?

Papeles secundarios

Emma Southon es una joven historiadora británica que ha publicado varios libros en los que intenta explicar la historia de Roma desde puntos de vista relativamente novedosos y con un tono divulgativo y desenfadado. Ahora, la editorial Pasado & Presente publica en España La historia de Roma en 21 mujeres, en el que reconstruye un milenio de historia romana a partir de algunas mujeres célebres, como Lucrecia, y otras apenas mencionadas de pasada en los relatos de la época, o casi anónimas.

Southon es una historiadora con un enfoque abiertamente feminista que hace con frecuencia chistes y alude a ejemplos de la cultura pop actual para establecer equivalencias históricas entre el mundo romano y la actualidad. A causa de ello, el libro puede resultar desconcertante para los lectores acostumbrados a la vieja solemnidad con la que muchas veces se aborda el periodo. Pero el resultado, incluso para quienes consideramos que bastantes de sus bromas son malas, es muy eficaz y ameno. Por encima de todo, además, es convincente. Alcanzamos a ver la evolución de la historia romana por medio de personajes fascinantes y complejos que, sin embargo, siempre fueron secundarios en la trama. Incluso Lucrecia, cuenta, no fue para los escritores de la época más que una excusa: nunca la vieron como “una mujer real que sufre y que toma una decisión activa sobre sí misma”, sino que solo les importó en la medida en que hizo que los hombres actuaran como héroes. “Lucrecia queda reducida a un Macguffin hitchcockiano —dice—, algo de importancia vital para las motivaciones del protagonista, pero irrelevante por sí misma”.

placeholder Portada de 'La Historia de Roma en 21 mujeres', de Emma Southon.
Portada de 'La Historia de Roma en 21 mujeres', de Emma Southon.

Algo parecido sucede con la mayor parte de mujeres que aparecen en estas páginas. Por medio de Opia, una de las vestales vírgenes encargadas de custodiar el fuego que mantenía con vida a la ciudad, Southon explica la religión de Estado romana y su extraña relación con los dioses y la pureza; como supuestamente Opia mantuvo relaciones sexuales, era impura mientras se ocupaba de contentar a los dioses, por lo que fue la culpable de las desgracias que sufrió Roma y en el 483 antes de Cristo tuvo que ser enterrada viva. Por medio de Julia Félix, una mujer plebeya del siglo I que regentaba restaurantes, baños públicos y algo parecido a hoteles en la ciudad de Pompeya, explica qué derechos tenían las mujeres sobre las propiedades, pero también cómo era el ocio de “millones de personas anónimas, trabajadores con algo de dinero pero nunca suficiente, gente que trabajaba en tiendas y que dirigía pequeños negocios”, y que podía “comprar la experiencia del lujo durante una tarde o un fin de semana”. También pasan por aquí mujeres poderosas, como la hija de emperador y emperatriz consorte Gala Placidia; una simple mártir cristiana, Perpetua; Julia Balbila, una poeta de la que solo se conservan cuatro poemas grabados en la pierna de una estatua en Egipto; o Hispala Fecenia, una prostituta, entre el total de 21.

“La historia de Roma contada a través de las mujeres revela una ciudad, una cultura y un imperio que es a la vez igual y diferente” a la Roma que han contado otros, dice Southon al final del libro. Pero “lo más relevante es que es una versión de la historia de Roma más cercana a la versión que los romanos se explicaban a sí mismos”. Es cierto. Quizá algún lector preferiría que no comparara a una exitosa romana empoderada con una motomami o a unos sabinos con “un grupo de extras de Los Soprano”, o que no hiciera chistes sobre el carácter cishetero de las mujeres que acudían a las bacanales. Pero el resultado es divulgador, efectivo y, como decía, convincente. Es, realmente, una historia diferente de Roma. Y vale la pena.

En el año 510 antes de Cristo, Sexto, hijo del rey Tarquinio el Soberbio, acudió a la casa de Lucrecia, una mujer noble. Le declaró su amor y le prometió que, si se le entregaba, con el tiempo sería reina. Lucrecia, que estaba casada, le rechazó y él la violó.

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