Es noticia
Cuatro libros clásicos para entender lo que ha pasado en la política española
  1. Cultura
  2. El erizo y el zorro
Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

Por

Cuatro libros clásicos para entender lo que ha pasado en la política española

Escritos hace entre 2.500 y 400 años, nos ayudan a comprender los últimos acontecimientos y nos enseñan que debemos intentar asumirlos con seriedad, pero también con escepticismo e incluso ironía

Foto: Estos cuatro libros clásicos ayudan a enterder la política y a los políticos.
Estos cuatro libros clásicos ayudan a enterder la política y a los políticos.

Incluso cuando la política nos produce angustia, debemos recordar que casi todo lo que nos sucede ha sucedido antes de forma parecida. Tal vez sea un consuelo mediocre, pero saber que el auge y la caída de los hombres carismáticos, los odios mutuos y las pasiones del pueblo son siempre muy similares ayuda a sobrellevar la perplejidad. Para ello, nada mejor que recurrir a los clásicos.

Al menos ese ha sido mi caso durante esta última semana, en la que, mientras observaba la pantalla para seguir los acontecimientos, he repasado cuatro libros, de entre 2.500 y 400 años de antigüedad, que me han ayudado a entender lo que ha pasado, por qué ha pasado y por qué deberíamos intentar asumirlo con seriedad, pero también con escepticismo e, incluso, con ironía. ¿Por qué los políticos mienten? ¿Por qué la gente les sigue? ¿Por qué hacen apuestas tan arriesgadas? ¿Por qué dedican tanta energía a odiar a sus adversarios?

El arte del engaño

placeholder 'El arte de la guerra', de Sun Tzu. (EC Diseño)
'El arte de la guerra', de Sun Tzu. (EC Diseño)

Sun Tzu, un militar chino que participó en varias campañas a finales del siglo VI a. C., escribió uno de los manuales de estrategia más célebres de la historia, El arte de la guerra (Penguin Clásicos). Durante milenios han recurrido a él desde los generales de la China antigua y Mao Tse Tung hasta la academia militar de West Point y James Mattis, el exsecretario de Defensa de Estados Unidos, que lo considera la obra de referencia para el cuerpo de marines.

Y se ha utilizado, también, para la política. Porque este manual puede usarse perfectamente en tiempos de democracia, como una serie de consejos para vencer a los rivales en las elecciones y las batallas del politiqueo.

Su primera lección es clara: “La guerra”, o la política, son “el arte del engaño”, dice Sun Tzu. “Si se es capaz, hay que demostrar incapacidad; si se está preparado para el combate, hay que demostrar que no se está; si se está cerca, hay que demostrar que se está lejos, si se está lejos, hay que demostrar que se está cerca —dice—. Si el enemigo tiene una posición ventajosa, hay que embaucarlo; si está inmerso en el caos, hay que atraparlo; […] si está enojado, hay que provocarlo; si es humilde, hay que volverlo arrogante; si está relajado, hay que hacer que se esfuerce; si está cohesionado, hay que dividirlo”.

Aunque hoy en día la obra de Sun Tzu se utiliza incluso en las escuelas de negocios y como libro de autoayuda, su sabiduría no tiene nada de new age. Es extraordinariamente robusta: “Se dice que quien conoce al oponente y se conoce a sí mismo, cien batallas librará y no correrá peligro; quien no conoce al oponente, pero sí a sí mismo, ganará una vez y perderá otra; quien no conoce al oponente y no se conoce a sí mismo será vencido en cada batalla”. ¿Cuál de esos casos es el de nuestro aún presidente?

Cómo tener seguidores obedientes

placeholder 'La servidumbre voluntaria', de Étienne de la Boétie. (EC Diseño)
'La servidumbre voluntaria', de Étienne de la Boétie. (EC Diseño)

La servidumbre voluntaria (Página Indómita) es un breve panfleto que escribió en pleno renacimiento Étienne de la Boétie, un alto funcionario que reaccionó contra el fanatismo de su época y, con el tiempo, se ha considerado un inspirador del liberalismo o, incluso, del libertarismo. En sus brillantes páginas, La Boétie se hace una pregunta capital no solo para la política, sino también para las relaciones humanas en general. Reconoce que, muchas veces, no tenemos más remedio que obedecer a un jefe o un líder político: “nos vemos obligados a hacer concesiones y aguardar, pues no podemos ser siempre los más fuertes”. Lo que no entiende, sin embargo, es por qué tanta gente se somete voluntariamente a los demás, e incluso los venera y protege, cuando podría no hacerlo.

El sábado pasado, los militantes socialistas que jaleaban a Sánchez frente a la sede del PSOE en Ferraz parecían encarnar lo que dejaba perplejo a La Boétie. Uno puede entender perfectamente que la gente vote al presidente y defienda su proyecto político, pero ¿este derroche de sentimentalismo y pasión?

“Si los habitantes de un país han encontrado a un gran personaje que les ha mostrado de manera fehaciente una gran previsión para protegerlos, una gran audacia para defenderlos, una gran diligencia para gobernarlos, y si a partir de ahí se amansan para obedecer, y confían en él tanto como para concederle algunos privilegiosdice La Boétie—, entonces no sé si obrarán sabiamente, puesto que de ese modo se le desplaza de un lugar en el que hacía el bien para ponerlo en situación de poder hacer el mal”.

Pero, ¿por qué sucede eso? ¿Por qué se pasa del agradecimiento o, en democracia, del voto, a la entrega total? Porque los poderosos saben halagar. “No penséis que hay pájaro que caiga más fácilmente atrapado por el señuelo, ni pez que pique más prontamente el anzuelo cautivado por el cebo: los pueblos son seducidos por la servidumbre al menor halago que se les hace. Es realmente asombroso que se dejen atrapar tan pronto como los lisonjean un poco.”

Cómo fingir que controlas los acontecimientos

placeholder 'Breviario de los políticos', del cardenal Mazarino. (EC Diseño)
'Breviario de los políticos', del cardenal Mazarino. (EC Diseño)

El Breviario de los políticos, del cardenal Mazarino, es un retrato tan descarnado y brutal de la política que los estudiosos llevan cuatro siglos preguntándose si es un manual sincero o una simple parodia. Mazarino fue regente de Francia cuando Luis XVI era niño, y, de hecho, gobernó de facto el país durante muchos años y en circunstancias muy distintas. En este breve libro (Acantilado) ofrece consejos cínicamente prácticos para sobrevivir a las intrigas y traicionar con elegancia. Sánchez tiene una visión crudamente realista de la política, pero algunos de estos consejos no le habrían venido mal para evitarse estos cinco días de pasión.

“Procura no dejarte arrastrar por sentimientos intensos. No sobrestimes tus palabras ni tus actos. No te ocupes de cosas inútiles y de las que no vayas a sacar ningún provecho en el futuro —escribe Mazarino—. No te dejes llevar por la ira ni por la sed de venganza […]. No hagas nada por mera rivalidad. Evita los litigios aunque en algún caso eso te perjudique […]. Si alguien te empuja a emprender algo, procura que asuma parte del riesgo”. Como si explicara por qué Sánchez escogió a los ministros y los altos cargos del PSOE que le han defendido con tanto ardor, y que han cubierto de insultos y fango a quienes acusaban de insultar y cubrir de fango, Mazarino dijo (el ejemplo es del siglo XVII; hoy, obviamente, no lo utilizaríamos): “Si pretendes traer al buen camino a alguien, dale un cargo en el que tenga que corregir en otros las faltas que son precisamente las suyas; a un bebedor, por ejemplo, encomiéndale las sanciones a los borrachos”.

La construcción de un enemigo real o imaginario

placeholder 'Catalinarias y Filípicas', de Cicerón. (EC Diseño)
'Catalinarias y Filípicas', de Cicerón. (EC Diseño)

Aunque de orígenes provincianos, Cicerón fue un político tradicional que hizo carrera gracias a sus dotes oratorias, que primero demostró como abogado y, más tarde, mientras ascendía por los muy pautados peldaños de las instituciones de la Roma clásica. Tuvo muchos reveses, fue un chaquetero y, en ocasiones, un cobarde, y de hecho acabó muriendo de manera terrible por sus traiciones. Pero ha pasado a la historia como un gran estadista y escritor y, sobre todo, por una obra maestra absoluta de la oratoria: las Catilinarias (Austral).

Se trata de los discursos que dio en el Senado para denunciar a Catilina, un político advenedizo que adoptó posturas populistas —como, por ejemplo, perdonar todas las deudas a los ciudadanos— para que le votaran, pero que al no lograr ser elegido, amenazó con dar un golpe de Estado que Cicerón se preció de haber evitado. “¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina? ¿Cuánto tiempo más se burlará esa locura de nosotros? […]. ¿No comprendes que tus planes se derrumban, no ves que ya tu conjura ha sido sofocada por el hecho mismo de que todos la conocen?”, dijo Cicerón. “Cuando ya no pueda encontrarse a nadie tan corrompido, tan falto de moderación, tan idéntico a ti que no admita que [tu condena a muerte] se ha efectuado bajo derecho, será entonces cuando mueras”.

Siempre se ha interpretado que Cicerón era el político recto y Catilina el populista. Pero hoy en día los estudiosos tienen más dudas. La lección de las Catilinarias, en todo caso, es clara: tienes que describir a tu adversario político como si fuera un monstruo, el colmo de todos los males y las perversidades morales, para, en oposición, aparecer tú como un ejemplo de virtud. Ningún político español habla hoy tan bien como lo hacía Cicerón, pero todos han aprendido su lección, Sánchez el primero: nadie como él ha insistido tanto en construirse un adversario maligno a su medida. Que él sea o no realmente virtuoso parece, en este drama que hemos vivido, secundario. Hoy, como en el siglo I a. C.

Incluso cuando la política nos produce angustia, debemos recordar que casi todo lo que nos sucede ha sucedido antes de forma parecida. Tal vez sea un consuelo mediocre, pero saber que el auge y la caída de los hombres carismáticos, los odios mutuos y las pasiones del pueblo son siempre muy similares ayuda a sobrellevar la perplejidad. Para ello, nada mejor que recurrir a los clásicos.

Libros Ensayo Liberalismo Pedro Sánchez Política
El redactor recomienda