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Ricardo Piglia, el hombre que siempre iba a triunfar dentro de diez años
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Alberto Olmos

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Ricardo Piglia, el hombre que siempre iba a triunfar dentro de diez años

La segunda parte de los diarios completos del escritor argentino retrata los duros años de dictadura militar en su país, con la pasión por la literatura como forma de resistencia

Foto: Ricardo Piglia en Barcelona en 2013. Foto: EFE/Alejandro García
Ricardo Piglia en Barcelona en 2013. Foto: EFE/Alejandro García

Dentro de la minoría que lee, hay una minoría que algo puede haber leído de Ricardo Piglia. Y dentro de esa minoría que ha leído 'Formas breves' o 'Blanco nocturno', hay un grupúsculo para el cual estos diarios completos del escritor argentino constituyen la bendita prórroga de un espectáculo que parecía haberse terminado. Me cuento dentro de esta facción que no quiere que se acabe la música.

'Los diarios de Emilio Renzi' son una trilogía que Anagrama terminará de publicar en 2017, y de la que ya han aparecido dos volúmenes: 'Años de formación' (2015) y 'Los años felices' (2016). El nombre completo de nuestro autor es Ricardo Emilio Piglia Renzi, y, a la manera de Mario Levrero, ha querido adjudicar este título de su obra al envés civil de su identidad, como si los diarios los escribiera desde la madre y no desde el padre; como si a los diarios los quisiera un poquito más.

Hay que decir que Ricardo Piglia es el mejor pensador literario que han dado las letras en lengua española en (para qué contenernos) toda su historia. Sus logros como narrador, sin embargo, yo creo que han sido mucho menores.

Ser el mejor en Argentina

En el primer tomo de este diario, que cubre el tramo 1957-1967, Piglia confesaba haberle dicho a Rodolfo Walsh lo siguiente: “En diez años, seré el mejor escritor argentino”. Cuando termina el segundo tomo, en 1975, Piglia no sólo no está ni remotamente cerca de ser el mejor escritor argentino, sino que cumple ocho años sin publicar nada. Seguramente había otros doscientos escritores argentinos -como los hay hoy- con el mismo afán napoleónico. Es llamativo que un joven escritor argentino quiera ser el mejor-escritor-argentino cuando, en el resto del mundo, la ambición de los jóvenes que escriben se cifra en ser Dostoievski.

Eso que se llama literatura argentina es como una carrera de caballos en un hipódromo con la palabra Borges escrita sobre la meta

El mejor escritor argentino era, por aquellos años (1968-1975), Julio Cortázar, y varias entradas de este diario registran su insoportable éxito, que a Piglia, siendo justos, no le acaba de molestar. Otros autores de la época desfilan por la vida y las libretas de Emilio Renzi, particularmente Manuel Puig, por el que siente adoración, amén de David Viñas, Rodolfo Walsh o Haroldo Conti. Juntos forman eso que se llama literatura argentina, que es como una carrera de caballos en un hipódromo con la palabra Borges escrita sobre la meta.

Vida y libros

La vida de Ricardo Piglia /Emilio Renzi le importa lo mismo a él que a nosotros; o sea, nada en absoluto. Piglia expande el cielo de la capacidad analítica del idioma hablando sobre novela negra, 'Memorias del subsuelo' o “la ausencia de narrador”, pero solventa con una anotación aduanera sus amores, su vida familiar y hasta las detenciones de sus amigos, que casi resultan más aterradoras consignadas con tan poca empatía.

Piglia solventa con anotación aduanera las detenciones de sus amigos, que casi resultan más aterradoras consignadas con tan poca empatía

Los “años felices” que anuncia el subtítulo de este segundo volumen de los diarios fueron años de rupturas amorosas, represión política (detenciones, cierre de revistas, aumento de los exiliados...) y de una larga incapacidad para acabar un par de novelas (Piglia ya estaba aquí pensando en 'Plata quemada', que sólo se publicaría en 1997). No sé si Piglia ha querido ser irónico con ese “años felices”, o quizá es que uno no tiene más remedio que verse feliz cuando se recuerda joven, por muchos militares que pisotearan tu democracia.

El triunfo del futuro

“¿Cómo seré a los sesenta años? ¿Toda mi sorda ambición tendrá respuesta?”, se pregunta Piglia en 1969. Al escritor que pena en estos diarios siempre le queda sólo una década para triunfar.

Lo cierto es que el siglo XXI ha tratado bien a Ricardo Piglia: premio Rómulo Gallegos, premio Formentor, premio de la Crítica en España... Aunque quizá triunfar y conseguir premios no sea exactamente lo mismo.

El primer volumen de estos diarios, por ejemplo, recibió numerosos halagos. Hay quien dijo que eran “el punto culminante de una obra literaria”. Es curioso que el punto culminante de una obra literaria lo constituya el diario que escribiste con 17 años, que es lo mismo que decirte que toda tu vida de aprendizaje y de escritura no ha valido para nada. Otro crítico, también muy sagaz, afirmó (repito: sobre el primer volumen de estos diarios, textos escritos por Piglia entre los 17 y los 25 años): “Su obra más luminosa y representativa”. La crítica laudatoria la carga el diablo: lo más representativa de tu obra resulta ser lo que anotaste antes de tener una obra.

Es curioso que el punto culminante de una obra literaria lo constituya el diario que escribiste con 17 años, toda una vida de aprendizaje para nada

En la actualidad, como vemos, el único debate sobre Piglia es ver quien le dedica el elogio más descomunal, de modo que es previsible que este segundo volumen de sus interesantísimos -pero muy desiguales- diarios sea considerado algo así como el 'Quiero dar testimonio hasta el final' (Klemperer) de nuestro tiempo. Hombre, no.

Piglia deslumbra en 'Formas breves' o 'El último lector'; incluso en 'Antología personal' encontramos algunas de sus mejores páginas -lean ese final dedicado al “Che”-. Es decir, Ricardo Piglia es una máquina de guerra teórica, el carbono 14 de la página escrita; y por ello merece todos los premios y un buen asiento en la posteridad. Libro afuera, exento de literatura, enfrentado a la vida -como en numerosas páginas de estos diarios-, los hay mejores.

Borges por Piglia. Clase 1

Dentro de la minoría que lee, hay una minoría que algo puede haber leído de Ricardo Piglia. Y dentro de esa minoría que ha leído 'Formas breves' o 'Blanco nocturno', hay un grupúsculo para el cual estos diarios completos del escritor argentino constituyen la bendita prórroga de un espectáculo que parecía haberse terminado. Me cuento dentro de esta facción que no quiere que se acabe la música.

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