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Alberto Olmos

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Algunos hombres bosnios

Sobresaliente debut de Alba Muñoz con 'Polilla', novela sobre relaciones tóxicas con el telón de fondo de la posguerra balcánica

Foto: Soldados estadounidenses en Srebrenica, Bosnia, en el 2000, cinco años después del fin de la guerra. (Getty/Newsmakers/Kael Alford)
Soldados estadounidenses en Srebrenica, Bosnia, en el 2000, cinco años después del fin de la guerra. (Getty/Newsmakers/Kael Alford)

Seguro que Alba Muñoz no ha pensado ni por un momento en el lector ideal para su libro, que también sería el autor ideal del blurb en la faja, y además ejercería de presentador muy potente para su debut literario en alguna librería en Madrid. Me refiero a Arturo Pérez-Reverte. Se ha perdido aquí una gran oportunidad para vender libros, vender concordia, vender Bosnia y vender literatura.

Porque, de primeras, el libro de Alba Muñoz da muchísima pereza. Esto se debe al marco promocional que lo acompaña, prácticamente calcado del de todas las promociones de todos los libros escritos por chicas en España en la última década. En grandecito y negrita, leemos: "La libertad de las mujeres es escurridiza. Siempre se oculta donde no la esperas". Hay demasiadas escritoras contándonos su vida como si nos importara. No nos importa la vida de nadie. Para eso están las amigas.

De hecho, entre tanto libro de mujer que cuenta sus cositas, he llegado a localizar un patrón curioso, una inercia mimética. Una chica, una mujer, lee uno de estos libros, y de pronto se dice: pues yo también puedo hacerlo, ¿acaso no tengo un padre, un ex novio y una mala noche? Para ser escritora sólo tienes que disponer de una vida sobre la que lloriquear.

Hay demasiadas escritoras contándonos su vida como si nos importara. No nos importa la vida de nadie. Para eso están las amigas

Son libros que empiezan la carrera literaria por el final, porque la autobiografía suele dejarse para cuando la gente sabe quién eres (un Neruda, un Nabokov, un García Márquez), y asestarles tu vida no resulta tan grosero.

Luego está la gran pregunta: ¿qué vas a escribir después de contarnos tu vida? Y el gran problema: que escribir una novela no es igual que contar tu vida, para escribir una novela no funciona dejarse ser (la autobiografía es un dejarse ser blandamente página a página), sino que es necesaria una construcción profesional muy exigente. Por ejemplo, hay que conseguir que las cosas sean verdaderas, cuando son falsas. En tu autobiografía, todo es verdadero sin mayor esfuerzo.

Así las cosas, abrí Polilla dos veces, una para no leerlo y otra para leerlo. Y me lo leí.

De Bosnia a Playground

La novela me ha gustado mucho. Muestra un enorme impudor. Comercialmente, podemos decir que trata sobre la guerra de Bosnia, sobre una joven de veinte años que se marcha a aquel país para recalentar un drama y hacerse con un gran reportaje que sacie sus ansias de reconocimiento profesional. La narradora descubre pronto lo mismo que el lector: nos interesa más ella que toda una guerra.

El impudor que les señalo no es sólo sexual o familiar (como veremos), sino también laboral. Me gusta que alguien escriba que quiere triunfar, él (ella), y no hacernos el favor humanitario de existir. "Para triunfar, sólo necesitaba mala hostia e internet".

Acabó en Bosnia, echándose un novio nativo llamado Darko e investigando sobre el tráfico de mujeres

Fue hace quince años que Alba Muñoz se sumó a un viaje formativo para futuros reporteros, y acabó en Bosnia, echándose un novio nativo llamado Darko e investigando sobre el tráfico de mujeres y el auge de la prostitución en tiempos de guerra. Todo esto podría llevarnos hacia un libro documental a la manera de Sofi Oksanen en Dos veces en el mismo río (Salamandra), pero venturosamente queda al fondo, como contrapunto de la torcida relación que Alba parece tener con los hombres. "A ti lo que te pasa es que te gustan los malotes. Es lo que siempre me han dicho".

placeholder 'Polilla' de Alba Muñoz. (Alfaguara)
'Polilla' de Alba Muñoz. (Alfaguara)

Darko, amén de bosnio, es, en efecto, malote. El sexo con él es estupendo, aunque un poco bruto. Los "morados del amor" (como llamaba una amiga mía a los cardenales condecorativos del eros) asuntan un poco a su madre, pero ella (Alba) los deja estar. "Yo también le doy a él".

Poco a poco, sobre el paisaje bosnio, se superpone el balance sentimental de la narradora, que trata de entender esos años joviales en los que hizo algunas tonterías. "A veces las chicas nos exponemos al peligro sin engaños ni ceder a presiones", escribe. Con veinte años la vida no se la sabe nadie.

La figura del padre es minuciosamente desmontada, quizá como ejemplo oblicuo de una psique no necesariamente ordenada. También se pulsan nostalgias muy atinadas, desde los VHS a los primeros vídeos en Youtube, pasando por las aulas universitarias y la vida en los barrios periféricos (Barcelona).

Sobre la guerra en Bosnia, se nos dice que el consumo de prostitución aumentó extraordinariamente con la llegada de las tropas de la ONU y de la OTAN, y de los trabajadores humanitarios. Sólo este dato bastaría para cerrar la ONU. "Había novecientos prostíbulos operativos en un país del tamaño de Murcia". No sé cuántos prostíbulos hay en Murcia.

Entró en la revista digital Playground y estuvo varios años escribiendo sobre "arte menstrual y sugar daddys"

Todo lo anterior sería carne de periódico y no de literatura, si no fuera por la prosa de Alba Muñoz. Es una prosa excelente, de frase corta, precisa y un tanto gélida. "Siempre creí que la leche fresca sabría a entraña caliente, que sería un fluido vivo e indigesto, no imaginaba que fuese un líquido equilibrado con una nota dulce al final".

Los sueños bosnios y épicos de Alba Muñoz acabaron, porque de reportera de guerra, como de la petanca, no se puede vivir. Entró en la revista digital Playground y estuvo varios años escribiendo sobre "arte menstrual y sugar daddys".

A la guerra, al cabo, uno va de una manera o de otra.

Seguro que Alba Muñoz no ha pensado ni por un momento en el lector ideal para su libro, que también sería el autor ideal del blurb en la faja, y además ejercería de presentador muy potente para su debut literario en alguna librería en Madrid. Me refiero a Arturo Pérez-Reverte. Se ha perdido aquí una gran oportunidad para vender libros, vender concordia, vender Bosnia y vender literatura.

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