Es noticia
Por suerte, lo de Pep Guardiola no es leucemia, sino solo independentismo
  1. Deportes
  2. A mi bola
Kike Marín

A mi bola

Por

Por suerte, lo de Pep Guardiola no es leucemia, sino solo independentismo

Pep Guardiola compara el lazo amarillo por la libertad de los políticos catalanes presos con el que llevaron los golfistas por la muerte del australiano Jarrod Lyle, que murió de cáncer a los 36 años

Foto: Pep Guardiola, durante el reciente Manchester City-Newcastle de la Premier. (Reuters)
Pep Guardiola, durante el reciente Manchester City-Newcastle de la Premier. (Reuters)

Hace apenas un mes, el golfista australiano de 36 años Jarrod Lyle falleció tras librar una larga batalla contra el cáncer. A Lyle, que llegó a jugar 121 torneos del PGA Tour en Estados Unidos, se le diagnosticó leucemia mieloide aguda cuando tenía 17 años y en 2012 sufrió una recaída. Tras frenar momentáneamente a la enfermedad, regresó al Open de Australia en 2013, pero el pasado año sufrió otra recaída y se sometió a un trasplante de médula ósea. La decisión de Lyle de darse por vencido y finalizar con el tratamiento una semana antes de morir despertó una oleada de muestras de cariño en todo el mundo del golf. Justin Thomas, actual número dos mundial, le dedicó su victoria en el WGC-Bridgestone Invitational, en el que jugadores y caddies llevaron lazos amarillos en sus gorras.

La respuesta, como no podía ser de otra forma tratándose de una causa tan humana, fue unánime. Desde Tiger Woods a Rory McIlroy pasando por el mencionado Justin Thomas, Adam Scott o el español Rafa Cabrera-Bello. El canario, consciente de que en España el lazo amarillo podía tener otras connotaciones y ser confundido con el que llevan los independentistas catalanes, lo explicó en su cuenta de Twitter: "Hoy y el resto de la semana jugaré, al igual que la inmensa mayoría de los jugadores, con un lazo amarillo. Quiero aclarar, para evitar confusión, que el lazo lo llevamos en apoyo a un miembro del PGA Tour y su familia. NO tiene NINGÚN otro significado. Gracias". Es evidente que Cabrera-Bello quería evitar cualquier tipo de confusión, precisamente todo lo contrario de lo que ha hecho Pep Guardiola.

Sí, a una semana de la Diada, el entrenador del Manchester City ha vuelto a comprometerse públicamente con la causa independentista en un vídeo difundido en las redes sociales. Vestido con una camiseta amarilla, Guardiola lanza un mensaje en inglés, catalán, italiano y alemán -no, no lo hace en español-, en el que pide el uso del lazo amarillo en el día de la fiesta de Cataluña para mostrar su solidaridad con los políticos encarcelados. Hasta aquí, nada que se salga fuera de lo habitual en un Pep que, como ya he escrito en otras ocasiones, tiene todo el derecho a pensar y expresar lo que quiera, de hecho lo hace con total libertad, aunque ello repercuta negativamente en su figura como entrenador.

placeholder Pep Guardiola, con el lazo amarillo, durante un partido de la Champions de la temporada pasada. (EFE)
Pep Guardiola, con el lazo amarillo, durante un partido de la Champions de la temporada pasada. (EFE)

Sin embargo, esta vez Guardiola ha ido demasiado lejos al asegurar que el lazo amarillo que luce y pide lucir en la Diada es un símbolo humanitario. Pero no solo eso, sino que lo ha comparado con el que llevaron los golfistas por el malogrado Jarrod Lyle en el WGC-Bridgestone Invitational. ¿Cuántos futbolistas o entrenadores de fútbol han visto con lazos amarillos? ¿De verdad alguien se cree que si realmente se tratara de un tema humanitario y no político los jugadores del Barça no serían los primeros en sumarse a la causa? ¿No se da cuenta Pep que, quizás por sus privilegiadas circunstancias personales, es el único que lo lleva? Bueno, ahora ya no lo hace durante los partidos de la Premier con el Manchester City, pues cabe recordar que la federación inglesa que prohíbe lucir símbolos con "mensajes políticos" y la temporada pasada el técnico de los citizens fue multado con 22.500 euros.

Parece mentira que una persona de mundo como Guardiola, pues tras salir del FC Barcelona jugó en Italia, en México y en un emirato tan democrático como el de Qatar, además de jugar 47 partidos con la selección española, y ha entrenado en Alemania y en Inglaterra, no tenga una visión más universal o supranacional, por muy catalán que ahora se sienta. Sabido es lo dañino que resulta mezclar deporte y política. Al menos para el deporte y para los deportistas, quienes es cierto que también tienen una responsabilidad social, aunque en muchos casos, y el de Cataluña es claramente uno de ellos dada la división que hay en ciudadanía catalana, la mejor manera de ejercerla sea precisamente manteniéndose al margen.

El seleccionador ideal para España

Lo he escrito en otras ocasiones y lo mantendré siempre aunque cada día resulte más políticamente incorrecto decirlo: Pep Guardiola ha hecho mucho por el fútbol español, pues su Barça fue la base de la Selección campeona del mundo en 2010 y de Europa en 2012. Pero no solo eso, sino que fue él quien acabó con todos los prejuicios y miedos de un fútbol que seguía apelando a la furia al demostrar que se puede ganar todo lo ganable jugando como nadie antes lo había hecho. "¿Por qué no puede ser un catalán seleccionador nacional español? Sería estupendo si con ello consiguiéramos acercar de nuevo a Cataluña al resto de España", dijo en cierta ocasión Vicente del Bosque, algo que yo suscribo, pues nadie como Pep podría desempeñar el cargo que ahora ocupa Luis Enrique.

Foto: Julen Lopetegui, actual seleccionador español, y Pep Guardiola, cuando entrenaban a Oporto y Bayern, respectivamente. (Reuters) Opinión

Pero, claro, es evidente que Guardiola ha cogido un camino sin retorno para muchos aficionados españoles y, aunque no debería ser así, son muchos los que no solo están deseando que le vaya mal, sino que nunca van a reconocer por qué le va bien. Por fortuna, lo de Pep no es leucemia, sino solo independentismo. Será que el lazo amarillo con el que pide la libertad de los políticos catalanes que están en prisión a la espera de ser juzgados empieza a apretarle demasiado, pues de lo contrario no se entiende que haya comparado su legítima reivindicación política con una causa que sí es humanitaria y nos afecta a todos como es la lucha contra el cáncer, además de una falta de respeto a quienes, como el joven golfista australiano Jarrod Lyle, no están en la cárcel, sino en el cementerio.

Hace apenas un mes, el golfista australiano de 36 años Jarrod Lyle falleció tras librar una larga batalla contra el cáncer. A Lyle, que llegó a jugar 121 torneos del PGA Tour en Estados Unidos, se le diagnosticó leucemia mieloide aguda cuando tenía 17 años y en 2012 sufrió una recaída. Tras frenar momentáneamente a la enfermedad, regresó al Open de Australia en 2013, pero el pasado año sufrió otra recaída y se sometió a un trasplante de médula ósea. La decisión de Lyle de darse por vencido y finalizar con el tratamiento una semana antes de morir despertó una oleada de muestras de cariño en todo el mundo del golf. Justin Thomas, actual número dos mundial, le dedicó su victoria en el WGC-Bridgestone Invitational, en el que jugadores y caddies llevaron lazos amarillos en sus gorras.

Pep Guardiola