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Las elecciones del 23-J: un enfoque analítico (I)
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Jesús Fernández-Villaverde

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Las elecciones del 23-J: un enfoque analítico (I)

Explicar la divergencia entre muchas predicciones anteriores a las elecciones y sus resultados es uno de los objetivos de este análisis

Foto: Detalle de las urnas y las botellas de agua dispuestas para los miembros de las mesas electorales. (EFE/Quique García)
Detalle de las urnas y las botellas de agua dispuestas para los miembros de las mesas electorales. (EFE/Quique García)

El complejo escenario resultante de las elecciones del pasado 23-J justifica un análisis de los resultados e interrumpir, de manera provisional, mi serie sobre la economía de la inteligencia artificial. Este análisis cumple tres objetivos. Primero, explicar la divergencia entre muchas predicciones anteriores a las elecciones y sus resultados. Segundo, pensar en cómo se podrán desarrollar futuras elecciones generales en España, sean estas en unos meses o en unos años. Tercero, entender la economía política de España, que es uno de los objetivos principales de mis entradas en El Confidencial.

Como este tema genera muchas pasiones, en mis explicaciones seguiré varias reglas, que espero sirvan para permitir una conversación más tranquila:

  1. Cuando tenga que hablar de varios partidos, los enumeraré por su total de votos a nivel nacional el 23-J, independientemente de su número de diputados, a menos que sea necesario invertir el orden para explicar mi argumento.
  2. Me centraré en los partidos y coaliciones que han obtenido representación en el Congreso de los Diputados: PP, PSOE, Vox, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG, CC y UPN. Haré solo referencias breves a otros partidos que se han quedado fuera (CUP, NC y Teruel Existe), que han tendido representación parlamentaria en el pasado (aunque, en esta ocasión, se hayan quedado bastante lejos de obtener diputado —NC ha sido la más cercana—).
  3. Definiré tres bloques: bloque de derechas (PP y Vox), bloque de izquierdas (PSOE y Sumar) y bloque territorial (ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG, CC, UPN, CUP, NC y Teruel Existe). Las etiquetas en política no son nunca completamente satisfactorias (por ejemplo, Sumar incluye formaciones territoriales), pero, para mis objetivos de hoy, son suficientes.
  4. Intentaré emplear el lenguaje más aséptico que pueda.
  5. Los datos que tengo son de 30 de julio (cuando escribo estas líneas) y pueden ser ligeramente diferentes de los del recuento oficial final.
Foto: La portavoz del PP en el Parlamento de Aragón, Ana Alós (i); y el líder regional de Vox, Alejandro Nolasco (d). EFE/Javier Belver

Empecemos resumiendo la situación. El bloque de derechas ha obtenido 170 diputados, el bloque de izquierdas 152 y el bloque territorial 28. Dada nuestra ley electoral y la geografía de los votos, el bloque de derechas está ligeramente sobrerrepresentado (48,6% de los diputados con el 44,5% de los votos), mientras el bloque de izquierdas, ligeramente subrepresentado (44,0% de los votos con el 43,4% de los diputados). El bloque territorial (7,9% de los votos con el 8,0% de los diputados) está en su nivel casi exacto de representación, aunque con grandes heterogeneidades (la CUP, con casi el doble de votos que UPN, queda fuera del Congreso, mientras que la formación navarra ha obtenido un diputado).

El resultado fundamental del 23-J es la enorme división territorial del voto y los diputados. En Cataluña, País Vasco y Navarra, el bloque de izquierdas ha obtenido 34 de los 71 diputados en juego, el bloque territorial 26 y el bloque de derechas 11. En el resto de España, el bloque de derechas ha obtenido 159 de los 279 diputados en disputa; el bloque de izquierdas, 118, y el bloque territorial, dos. Es decir, mientras en Cataluña, País Vasco y Navarra, el bloque de izquierda, por sí solo, tiene casi la mayoría absoluta, en el resto de España, la primacía del bloque de derechas es contundente. O, visto de otra manera: el bloque de derechas acumuló un déficit de 49 escaños en Cataluña, País Vasco y Navarra, y solo acumuló un superávit de 39 en el resto de España, quedando 10 escaños (170) por detrás de la suma del bloque de izquierdas y territorial (180). El 23-J hubo dos elecciones en España: unas en Cataluña, País Vasco y Navarra, y otras en el resto de las comunidades y ciudades autónomas, con dos ganadores diferentes. Una división tan clara del voto a lo largo del eje geográfico es preocupante para la capacidad de organizar políticas estables y coherentes en España.

Para entender mejor estos resultados, calcularé varios contrafactuales de voto. Un contrafactual consiste en evaluar qué hubiese ocurrido bajo escenarios alternativos de comportamiento de los partidos y votantes. Estos contrafactuales son muy ilustrativos de cuáles son los mecanismos estructurales detrás de los titulares de noticias, pero también muy arriesgados. El peligro fundamental es olvidarnos de que las decisiones de todos los agentes en una democracia (partidos, votantes, medios de comunicación, grupos de presión) son endógenas. Esto quiere decir que, si cambiamos el comportamiento de un agente o de las reglas del juego, los otros agentes también cambiarán su comportamiento.

Foto: Yolanda Díaz y Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Chema Moya)

Un simple ejemplo: imaginémonos un votante de Sumar en Palencia. Dado que Palencia elige tres diputados, la posibilidad de que Sumar obtenga un escaño en esta provincia es muy pequeña. Este votante, consciente de esta realidad, puede decidir votar al PSOE como segunda mejor opción o, más fácil, abstenerse. Uno no necesita que todos los votantes de Sumar en Palencia se comporten así, solo que un porcentaje lo haga, para cambiar el resultado de las elecciones. Si mañana modificamos las reglas electorales y la circunscripción pasa de ser la provincia a la totalidad de la comunidad autónoma de Castilla y León, donde es mucho más fácil para Sumar entrar en el reparto de escaños, este votante de Palencia es probable que cambie su voto. A la vez, las decisiones de campaña de Sumar también dependen endógenamente de estos factores. Si uno no va a sacar escaño por Palencia, no tiene mucho sentido organizar un acto de campaña o gastar mucho dinero en publicidad en la provincia.

Pero, siempre que seamos conscientes de sus limitaciones, los contrafactuales sirven para calibrar cuánto cambiarían los resultados en el Congreso si cambiamos votos aquí o allá y, también muy importante, para disciplinar la discusión. Si uno quiere argumentar, por ejemplo, que la endogeneidad del voto supondría el fracaso de una coalición, el contrafactual nos indica cuántos votos tendrían que cambiar como consecuencia de esta coalición.

Presentaré ahora varios contrafactuales. Estos contrafactuales van a centrarse más en el bloque de derecha que en el de izquierda o territorial, pues es el primero el que se ha quedado a las puertas de un triunfo que sus líderes y votantes creían asegurado. He computado bastantes contrafactuales que dan incluso mejor resultado al bloque de izquierda (por ejemplo, más votos para el PSOE), pero me han parecido menos interesantes, pues solo refuerzan lo que ya sabemos que ha pasado y no nos enseñan nada nuevo. Así que, en el interés de la concisión, estos contrafactuales se han quedado en la sala de montaje.

¿Cuánto habrían cambiado los resultados con una coalición PP-Vox?

El primer contrafactual que quiero describir es qué hubiese ocurrido el 23-J con una coalición PP-Vox, bien directa o bien por absorción de Vox por parte del PP. No es este un escenario descabellado: Vox nació como una escisión del PP y, en la práctica, el PP de 2011, cuando se produce la victoria con mayoría absoluta de Rajoy, era un partido que incluía a ambas ramas del bloque de la derecha.

Tomando como datos los votos del 23-J de todas las demás formaciones y simplemente sumando los votos del PP y Vox, encontramos un Congreso con 180 diputados de PP-Vox, 114 del PSOE, 30 de Sumar, siete de ERC, cinco de Junts, siete de EH Bildu, cinco de PNV y uno de BNG, CC y UPN, respectivamente. Es decir, PP-Vox ganan 10 escaños con respecto a su suma concurriendo por separado, más en concreto en Albacete, Burgos, Gerona, Islas Baleares, La Rioja, Lleida, Murcia, Pontevedra, Sevilla y Tarragona. El PSOE pierde siete de estos escaños, todos los que gana PP-Vox, menos Sevilla (pérdida de Sumar) y Lleida y Tarragona (pérdida de Junts).

En este contrafactual, PP-Vox tienen una cómoda mayoría para gobernar, 180 diputados, solo algo inferior a la que tuvo el PP en 2011 (186 diputados) o en 2000 (183 diputados). Interesantemente, estos pocos menos diputados aparecen incluso cuando esta suma PP-Vox obtiene un porcentaje de votos en 2023 (45,5%) algo mayor que el porcentaje de votos del PP en 2011 (44,6%) y 2000 (44,5%). De hecho, en términos de porcentaje de votos, el bloque de derechas ha tenido su segundo mejor resultado desde las primeras elecciones democráticas de 1977 en España, después del resultado de las elecciones de 2016, algo que no he visto resaltado por otros comentaristas.*

Foto: El portavoz de Vox en la Región de Murcia, José Ángel Antelo (i), junto al candidato del PP a la presidencia, Fernando López Miras. (EFE/Morell)

Volvamos ahora al punto sobre la endogeneidad. Este contrafactual puede ser criticado porque, a menudo, las coaliciones o absorciones de partidos son menos que la suma de sus componentes por separado. Esto puede ser porque algunos de los votantes de los partidos no aprueban la coalición, yéndose a la abstención u otra opción política, o porque genera reacciones en los votantes de otros partidos, por ejemplo, movilizando su voto. De igual manera, como decía anteriormente, cómo se realizan las campañas es una decisión endógena que depende de los escenarios que consideremos.

Pensemos por tanto cómo de sensibles son esos 180 diputados del PP-Vox a cambios en el escenario. Como podríamos considerar cientos de ejercicios, voy a seleccionar dos que me resultan ilustrativos.

Primer ejercicio: ¿cuántos votos del PP en el 23-J puede permitirse perder la coalición PP-Vox y todavía alcanzar la mayoría absoluta de 176 diputados? Aquí estoy imaginando una coalición PP-Vox más escorada a la derecha que asusta a los votantes más moderados del PP, pero que deja contentos a todos los votantes de Vox. Más en concreto asumiré:

  1. Los votantes de todos los demás partidos no reaccionan a la coalición PP-Vox.
  2. Los votantes del PP desencantados con esta coalición se van a la abstención.
  3. La pérdida de votos del PP es uniforme por provincias: es decir, el PP pierde el mismo porcentaje de votos en Madrid que en Huesca.

Estas tres hipótesis no son realistas, pero, argumentaré, son el mejor caso para la coalición PP-Vox. Volveré a ello en unas líneas.

Foto: El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas. (EFE/Reduan)

Bajo las hipótesis 1-3, la coalición PP-Vox puede permitirse perder el 4,7% del voto del PP el 23-J, redondeando, unos 380.000 votantes. Con esta pérdida la coalición, PP-Vox gana un diputado con respecto al actual reparto en Albacete, Girona, Lleida, Murcia, Pontevedra, Sevilla y Tarragona, pero pierde uno en Madrid (el que le dio CERA). ¿Son muchos o pocos 380.000 votantes? Mi valoración es que son pocos, en especial dadas las hipótesis 1-3. La coalición PP-Vox se encontraría con una movilización de otros partidos quizá mayor que la que se vio el 23-J, algunos de los votantes desencantados del PP se irían al PSOE y la pérdida de votos del PP sería probablemente más seria en algunas provincias donde ha obtenido diputados en el resto final (Vox genera más rechazo en provincias donde el PP tiende a ser más débil). En otras palabras: la coalición PP-Vox tiene muy poco espacio de maniobra en el centro.

Aquellos que quieran argumentar que la coalición PP-Vox se habría alzado con la mayoría absoluta tienen que convencernos de:

  1. La pérdida de votos por el centro hubiese sido limitada, claramente menos de 400.000 votos, y en provincias donde el último diputado del PP o Vox está relativamente seguro.
  2. Que esa pérdida de votos se iba mayoritariamente a la abstención y no al bloque de izquierdas o territorial.
  3. Que la coalición PP-Vox no hubiese movilizado al bloque de izquierdas y territorial más de lo que estuvo movilizado el 23-J.

Mientras que es posible que los puntos 1)-3) sean verdad, yo, personalmente, los veo poco probables.

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Segundo ejercicio: ¿cuántos votos de Vox en 23-J puede permitirse perder la coalición PP-Vox y todavía alcanzar la mayoría absoluta de 176 diputados? Este es el caso opuesto al anterior: una coalición PP-Vox más al centro que desanima a los votantes más convencidos de Vox, pero que deja contentos a todos los votantes del PP. De nuevo, asumiré las mismas tres hipótesis del ejercicio anterior.

El resultado es que esta coalición más orientada al centro puede perder el 18,1% de los votantes de Vox, unos 550.000, por redondear. Con esta pérdida, PP-Vox ganan un diputado con respecto al actual reparto en Albacete, Girona, La Rioja, Lleida, Murcia, Pontevedra, Sevilla y Tarragona, pero pierden uno en Madrid y otro en Málaga. La diferencia entre los dos ejercicios es que los votantes de Vox se concentran en provincias donde hay más espacio para que el bloque de derechas pierda votos sin penalización en términos de escaños.

Existe cierto margen adicional para esta coalición como consecuencia de la presencia de CC y UPN, que probablemente se encontrasen más cómodos apoyando a un Gobierno de una coalición PP-Vox más hacia el centro que más a la derecha, pero, con dos diputados adicionales en total, los resultados tampoco cambian en exceso. Además, el votante de Vox desencantado con una coalición más hacia el centro es más probable que se vaya a la abstención (o a un partido minoritario) o que se cambie al bloque de izquierdas o territorial, dando más espacio de actuación a la coalición PP-Vox.

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Finalmente, podemos considerar la situación donde el PSOE y Sumar responden a una coalición PP-Vox con la suya propia. El resultado sería 173 diputados del bloque de derechas y 154 del bloque de izquierdas. Tanto CC como UPN mantendrían su escaño, pero perderían uno adicional Junts (quedándose en cuatro), uno el PNV y BNG el único que tiene, dándonos una división 175-175 del Congreso. En estas circunstancias, la coalición PP-Vox no tendría margen alguno de pérdida de votos (aunque lo mismo el PSOE perdía votos por el centro, aliviando esta falta de margen).

En resumen, y lo que el lector debe recordar cuando lea las constantes llamadas a una reintegración de Vox en el PP: una coalición PP-Vox podría haber ganado las elecciones del 23-J, pero el margen extra que tal coalición hubiera tenido es muy pequeño para pensar que en la práctica esto hubiera ocurrido. Esta coalición tendría más problemas por el centro que por la derecha. En ningún momento estoy diciendo nada sobre si esta coalición es factible dadas las preferencias de los dirigentes del PP y Vox (que desconozco, pues nunca he hablado con ninguno de ellos), si esta coalición es deseable o no para España o si es mejor que esta coalición vire al centro o a la derecha. Cada lector podrá tener su opinión al respecto.

¿Influyeron las llamadas al voto útil en el resultado de las elecciones?

Esto nos lleva al tercer contrafactual: ¿qué hubiese ocurrido con una división diferente del voto entre PP y Vox? Por ejemplo, si el PP no hubiera apelado al voto útil de Vox o si los votantes de Vox hubieran respondido más a los cantos de sirena del PP. Para evaluar esta idea, calcularé un rango de escenarios. Este rango comienza con el 20% de los votantes de Vox cambiando su voto al PP y termina con el 20% de los votantes del PP cambiando su voto a Vox. Las hipótesis ahora son:

  1. Los votantes de todos los demás partidos no reaccionan a este transvase de votos entre PP y Vox.
  2. El transvase es uniforme por provincias: es decir, se mueve el mismo porcentaje de votos en Madrid que en Huesca.
  3. Miraré saltos de votos de 1% (-20%, -19%…,19%, 20%).

En el caso de trasvase de votos de Vox al PP, el efecto es mínimo. El bloque de derechas llega a 171 diputados (frente a los 170 actuales) cuando aproximadamente el 9% de los votantes de Vox se cambian al PP, pero cae a 168 cuando el transvase es del 3%. Es decir: si en los últimos días de campaña Vox se hubiese desinflado un poco, pero no mucho, el bloque de derechas estaría en peor situación. Este escenario sugiere que una sustitución de Feijóo por Ayuso como candidato del PP para robar votos a Vox, como ha ocurrido en la Comunidad de Madrid, tiene poco recorrido electoral en el resto de España, no por falta de tirón de Ayuso, sino por geografía electoral (otra cosa diferente es determinar si Ayuso puede movilizar otros votantes diferentes de los de Vox).

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En el caso de trasvase de votos del PP a Vox, el resultado varía más, con una caída del bloque de derechas hasta 166 diputados cuando el 20% de los votantes del PP (1,6 millones largos) se cambian a Vox. Pero, con un transvase de 8% de los votantes del PP a Vox, que dejaría a Vox con los mismos votos aproximadamente que en noviembre de 2019, el bloque de derechas aún obtiene 169 diputados. Desde mi perspectiva, este 8% es la cota superior de todo el voto útil que se ha podido mover de Vox al PP. ¿El resultado? La pérdida de un escaño para el bloque de la derecha.

En resumen: mi evaluación de este contrafactual es que los movimientos de votos entre PP y Vox han servido solo para cambiar el peso relativo de ambos partidos dentro del bloque de derechas, pero no para incrementar o reducir el tamaño del bloque de manera significativa. Existe un argumento de que este tamaño relativo es importante, tanto en la presente legislatura como en el futuro, pero, si el objetivo era conseguir la hegemonía electoral el 23-J, la llamada del PP al "voto útil" de la derecha ni funcionó ni podía funcionar.

El bloque de derecha en Cataluña: algunas consideraciones

Existe una excepción importante de esta conclusión: Cataluña. En Cataluña, el PP se ha quedado a pocos votos de obtener diputado en Girona y Lleida, y algo similar ha ocurrido en Tarragona con Vox. Hay un contrafactual modesto en el que el PP y Vox "coordinan" sus campañas en Cataluña (quizá sin necesidad de acuerdo público alguno), y el bloque de derechas se lleva estos tres diputados y alcanza 173 escaños.

Este escenario es muy relevante porque, con los votos de CC y UPN, el no a un nuevo Gobierno de Pedro Sánchez llega a 175 diputados (este es el momento para lamentarse de la idea de tener un Congreso con número par de diputados, algo sobre lo que ya he protestado en otras ocasiones), una situación de bloqueo absoluto.

Un breve resumen sobre la relación PP-Vox

¿Qué podemos aprender de estos contrafactuales sobre la relación entre el PP y Vox?

  1. La división del voto entre PP y Vox no es la razón del fracaso del bloque de la derecha en alcanzar la mayoría absoluta el 23-J. Lo más probable es que una coalición PP-Vox se hubiese quedado en 173-174 diputados (180 del contrafactual primero menos 6-7 de respuesta endógena de los votantes y los demás partidos).
  2. Repartos diferentes de votos entre PP y Vox que el reparto observado el 23-J tampoco habrían cambiado mucho el escenario, moviendo, a lo sumo, un par de diputados.
  3. La única posible excepción es en el caso de Cataluña. Si PP y Vox hubiesen coordinado sus campañas fuera de Barcelona, existe una probabilidad alta (pero no segura) de que el bloque de la derecha hubiese obtenido hasta tres diputados adicionales.
  4. El problema fundamental del bloque de derecha para ganar las elecciones en España no es su división entre PP y Vox, sino su imposibilidad, en estos momentos, de obtener mejores resultados en Cataluña, País Vasco y Navarra, así como la inviabilidad, tras la desaparición de CiU, de posibles aliados en estas comunidades autónomas más lejos de UPN. El bloque de derechas necesita unos 10-12 diputados en Cataluña (frente a los ocho actuales), tres en el País Vasco (frente a los dos actuales) y dos en Navarra (frente al único actual) para poder gobernar en España, a menos que acumule unas victorias aplastantes en el resto de España.

Es muy significativo que el bloque de derechas alcanzara los niveles de apoyo que menciono en el punto 4) en Cataluña, País Vasco y Navarra tanto en 2000 (22 diputados, en coalición con UPN en la comunidad foral) y 2011 (16 diputados, de nuevo contando UPN), sus dos mayorías absolutas en la democracia. Otra manera de verlo es que Aznar obtuvo 161 diputados fuera de Cataluña, País Vasco y Navarra en su gran victoria electoral de 2000. El bloque de derechas, en esos mismos territorios, consiguió 159 el 23-J, prácticamente igual.

Existe, por supuesto, una matización importante sobre el punto 4) anterior. Si el bloque de derechas no tuviese la presencia de Vox, lo mismo a) era más fácil para el PP mejorar sus resultados en Cataluña y País Vasco (en Navarra, como mucho, podría obtener un diputado más); b) conseguir el apoyo del PNV o el partido que eventualmente ocupe la posición nacionalista de derecha en Cataluña; c) o desmotivar al electorado de izquierda en el resto de España. A la vez, los defensores de Vox pueden argumentar que la movilización de su electorado a la derecha del PP gracias a su postura firme frente a los partidos nacionalistas más que compensa por estos efectos. En estos momentos, no tengo elementos cuantitativos suficientes para decidir cuál de los dos argumentos es más convincente (opiniones hay muchas; números, menos). De igual manera, no estoy entrando a juzgar cómo el bloque de derechas puede aumentar su representación en Cataluña y País Vasco o si esto es deseable o no. De nuevo, cada lector puede tener sus propias visiones al respecto.

La competencia directa entre el PP y PSOE

En todo caso, la discusión anterior motiva mi siguiente contrafactual: ¿cuántos votos necesitaría haber quitado el PP al PSOE para que el bloque de derechas hubiese alcanzado la mayoría absoluta? Como en los contrafactuales anteriores, hay detalles que fijar, como dónde se mueven esos votos, volveré a mi hipótesis de cambios uniformes en porcentajes de provincia a provincia. No es la hipótesis más realista, pero sí la más sencilla y transparente, en la que no juego a "le quito los votos al PSOE justo en la provincia x" para que me quede un resultado "ajustado".

La respuesta en un 5% de los votos del PSOE, o unos 388.000 votos. El PP habría llegado 143 diputados (casi los mismos que mi predicción de 145), mientras que Vox se habría quedado con sus 33 escaños actuales. En concreto, el PP habría obtenido nuevos diputados en Cantabria, Girona, Lleida, Murcia, Pontevedra y Sevilla.

¿Son 388.000 votos muchos o pocos? Para juzgar esta cantidad, a mí me gusta pensar en términos de "elasticidades", un concepto clave en economía cuando hablamos de los efectos de un cambio marginal. La elasticidad diputado/voto mide el rendimiento de un pequeño incremento de votos para un partido en términos de diputados. Por ejemplo, si el PP hubiese tenido un 1% más de votos (80.000 aproximadamente; ojo es 1% más de votos, no 1% más del porcentaje total de votos), y estos hubiesen venido todos del PSOE, el PP habría obtenido dos diputados más, en Cantabria y Murcia, pero solo uno incrementando el bloque de derechas (Murcia). Una elasticidad de uno (1% más de votos lleva a un diputado más) es moderada. En el marco de polarización actual de España, esta elasticidad nos dice que 388.000 votos pueden ser muchos.

Foto: La última Conferencia de Presidentes y Presidentas de Parlamentos Autonómicos, en 2022. (EFE/A. Visómine)

En mi siguiente entrada sobre el 23-J, analizaré cómo estas elecciones se comparan con elecciones anteriores, en particular con la 2011, cuando el PP era el único partido del bloque de derechas; 2016, cuando tuvimos a un PP y Cs en una relación de tamaño casi idéntica a la actual entre PP y Vox (137 diputados en ambos casos para el PP, 33 para Vox hoy frente a los 32 de Cs) y las autonómicas de mayo (las elecciones municipales tienen su propia dinámica). Ya aventuro que no estoy muy de acuerdo con la lectura de muchos comentaristas sobre el comportamiento electoral de comunidades como Madrid y Andalucía. Pero, para ello, requiero un espacio que hoy no tengo.

*En bloque de derechas incluyo, a lo largo del tiempo, UCD, AP, Unión Nacional, CP, CDS y Cs. Excluyo UPyD, pues sus fundadores venían mayoritariamente del PSOE. Si añadimos UPyD al bloque de derechas, los resultados del bloque de derechas en 2011 también son mejores que los del 23-J. Se puede argumentar que los resultados del bloque de derechas en 2016 estaban inflados por un cierto porcentaje de votantes de Cs que no se identificaban con el bloque de derechas. Bajo esta hipótesis, el 23-J sería el mayor éxito electoral del bloque de derechas en términos de votos desde 1977. La diferencia en términos de escaños con respecto a 2000 y 2011 viene de cómo se ha repartido el voto dentro de los bloques de izquierda y territorial, que se han configurado de manera más negativa para el bloque de derechas en asignación de escaños, limitando la sobrerrepresentación que el PP obtuvo en esas dos elecciones generales.

El complejo escenario resultante de las elecciones del pasado 23-J justifica un análisis de los resultados e interrumpir, de manera provisional, mi serie sobre la economía de la inteligencia artificial. Este análisis cumple tres objetivos. Primero, explicar la divergencia entre muchas predicciones anteriores a las elecciones y sus resultados. Segundo, pensar en cómo se podrán desarrollar futuras elecciones generales en España, sean estas en unos meses o en unos años. Tercero, entender la economía política de España, que es uno de los objetivos principales de mis entradas en El Confidencial.

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