Es noticia
¿Embargo o impuesto punitivo contra Rusia?
  1. Economía
  2. Laissez faire
Juan Ramón Rallo

Laissez faire

Por

¿Embargo o impuesto punitivo contra Rusia?

Si se van a imponer nuevas sanciones energéticas, mejor que sea con un impuesto extraordinario y punitivo que con un embargo

Foto: Foto: Reuters/Maxim Shemetov.
Foto: Reuters/Maxim Shemetov.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Europa quiere imponerle nuevas sanciones a Rusia y en este caso la mirada parece estar puesta en las importaciones energéticas de petróleo y carbón (de momento, el gas queda fuera). El último en sumarse al coro de impulsores de las sanciones ha sido Macron, de manera que la pelota se coloca ahora sobre el tejado alemán. ¿Por qué Alemania recela de las sanciones? Evidentemente, porque serían potencialmente dañinas no solo para Rusia, sino también para los europeos: y acaso eso —que nos hagan tanto daño— sea lo que las vuelva amenazas creíbles para Putin a largo plazo. Si los europeos son los primeros interesados en no establecerlas o en retirarlas tan pronto como resulte posible, ¿cabe prever que sigan en pie durante mucho tiempo?

Si de lo que se trata es de cerrarle el grifo de la financiación exterior a Putin para no seguir sufragando su invasión de Ucrania, convendría pensar en algún tipo de alternativa que redujera igualmente esa financiación sin causarnos a los europeos un daño tan grande como el que supondría el embargo de petróleo y carbón. En este sentido, el economista Ricardo Hausman propuso hace unas semanas una medida que, si bien no tiene el éxito garantizado, sí tiene más visos de funcionar que el mero embargo: un impuesto extraordinario y punitivo contra las importaciones energéticas desde Rusia.

Foto: Cadáveres de civiles en la calle en Bucha. (Reuters/Zohra Bensemra) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Financiamos los crímenes de Putin comprándole gas
Esteban González Pons

En particular, la propuesta de Hausman consiste en, por ejemplo, imponer un recargo de 90 dólares a cada barril de petróleo importado desde Rusia. De entrada, podría parecer que esa medida acabará pagándola el consumidor europeo: si el barril de petróleo ruso cotiza a, pongamos por caso, 100 dólares en los mercados globales, ese impuesto punitivo implicará que debamos pagar 190 dólares por él. Pero, en realidad, los impuestos no los acaba pagando aquel que dicta la ley, sino aquel con menor capacidad para evitar que le sea repercutido el impuesto. Y esa capacidad para evitar la repercusión del impuesto depende de la elasticidad de la oferta y de la demanda de un bien: a mayor elasticidad, mayor capacidad de adaptación ante la subida de precios y, por tanto, mayor facilidad para evitar sufragar el impuesto.

Así pues, lo que debemos plantearnos es lo siguiente: ¿es más elástica la demanda de petróleo ruso que la oferta de petróleo ruso o al revés? La demanda en principio es muy elástica: los consumidores no desean comprar específicamente petróleo ruso, sino petróleo en general, de modo que, si el ruso se encarece en términos relativos, dejarán de demandarlo (pequeños incrementos en el barril de petróleo ruso en relación con el barril de otros países conducen a fuertes reducciones de la demanda de petróleo ruso). Y la oferta en principio es bastante inelástica: Hausman estima que el coste variable de producción del crudo ruso oscila en torno a los cinco dólares, de modo que a Rusia le sigue interesando vender aun cuando el precio que reciba sea solo ligeramente superior a cinco dólares.

Foto: Refinería en Alemania. (Reuters/Hannibal Hanschke) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
¿Puede Occidente prescindir del petróleo ruso?
Juan Ramón Rallo

Aplicando este elemental análisis económico, deberíamos llegar a la conclusión de que un impuesto punitivo y extraordinario contra las importaciones rusas de carbón o petróleo sería pagado fundamentalmente por el Kremlin. Para seguir exportando petróleo después de ser castigada con un tributo de 90 dólares por barril, Rusia deberá rebajar enormemente su precio antes de impuestos: por ejemplo, si el crudo internacional cotiza a 100 dólares por barril, el Kremlin debería venderlo a 10 dólares para que, después de sumar los 90 en concepto de impuestos, su precio sea idéntico al de sus competidores.

Si todo funcionara tal como Hausman especula, estaríamos ante el mejor de los mundos posibles para los intereses occidentales: el precio global de la energía no aumentaría y Rusia dejaría de recibir ingresos extraordinarios con los que financiar su guerra. Ellos pierden mucho y nosotros nos quedamos igual.

Foto: Cargadores en el Mar Negro. Puerto de Odessa, Ucrania. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
TE PUEDE INTERESAR
Rusia aprovecha una laguna legal para sortear el embargo de petróleo
Carlos Sánchez Infografía: Rocío Márquez

Personalmente, creo que hay dos importantes lagunas en el argumento de Hausman que, no obstante, no desmerecen su propuesta frente al mero embargo. Primero, la afirmación de que la oferta de petróleo rusa es muy inelástica se basa en el presupuesto de que el Kremlin actuará movido por una cortoplacista racionalidad económica: “Si gano un céntimo por barril, me sigue interesando vender”. Sin embargo, Putin bien podría optar por cerrar el grifo energético si el daño económico que puede causarle a Occidente es superior al beneficio que obtiene por unas exiguas rentas petroleras (y, en ese caso, la oferta no sería demasiado inelástica). Segundo, aun bajo una cortoplacista racionalidad económica, la oferta rusa de crudo para Europa solo sería verdaderamente inelástica si Rusia no puede vender su petróleo a otros países que no le cobren el impuesto: Hausman sostiene que el único mercado que no gravaría en principio las importaciones rusas y que podría absorber los excedentes de petróleo que Rusia deje de vender en Occidente sería el chino: pero considera que China, si se convirtiera en un monopsonio frente a Rusia, también tendría incentivos a exigir un importante descuento. Sin embargo, China podría asignar más valor a mantener buenas relaciones diplomáticas con Rusia a largo plazo que a ahorrarse algunos miles de millones de dólares (y, en ese caso, de nuevo, la oferta de petróleo ruso en Europa no sería tan inelástica).

En todo caso, el peor escenario para la propuesta de Hausman (Rusia reduce el suministro de petróleo y concentra todas sus restantes ventas en el mercado chino) es idéntico al que se produciría si el embargo tiene éxito. Así que, si se van a imponer nuevas sanciones energéticas, mejor que sea con un impuesto extraordinario y punitivo que con un embargo: no hay garantías de que tenga éxito, pero, en cualquier caso, no será peor que el embargo.

Europa quiere imponerle nuevas sanciones a Rusia y en este caso la mirada parece estar puesta en las importaciones energéticas de petróleo y carbón (de momento, el gas queda fuera). El último en sumarse al coro de impulsores de las sanciones ha sido Macron, de manera que la pelota se coloca ahora sobre el tejado alemán. ¿Por qué Alemania recela de las sanciones? Evidentemente, porque serían potencialmente dañinas no solo para Rusia, sino también para los europeos: y acaso eso —que nos hagan tanto daño— sea lo que las vuelva amenazas creíbles para Putin a largo plazo. Si los europeos son los primeros interesados en no establecerlas o en retirarlas tan pronto como resulte posible, ¿cabe prever que sigan en pie durante mucho tiempo?

Petróleo Importaciones Vladimir Putin Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda