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El impuesto a los ricos no nos acerca a los países nórdicos
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Juan Ramón Rallo

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El impuesto a los ricos no nos acerca a los países nórdicos

La fiscalidad sobre la riqueza en los países nórdicos ya era, antes de la creación de este impuesto a las grandes fortunas, bastante más moderada que la de España

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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Nos intenta convencer Pedro Sánchez de que ha instituido un impuesto a las grandes fortunas para avanzar hacia un estado de bienestar propio de los países nórdicos: "La cuestión es a quién queremos parecernos en el futuro. Lo que no podemos pretender es tener un estado de bienestar, como los países nórdicos, con niveles de ingresos fiscales propios de países menos avanzados". Uno ya no sabe cuándo el líder socialista miente con desparpajo o simplemente hace gala de una doctoral ignorancia. En este caso, miente o ignora: o ambas. A la postre, si algo caracteriza la fiscalidad de los países nórdicos, son dos rasgos absolutamente opuestos con las medidas fiscales que está tomando ahora mismo el PSOE.

Primero, y de manera muy evidente, los países nórdicos no tienen ningún impuesto a las grandes fortunas. Ni siquiera tienen impuesto sobre el patrimonio (salvo en el caso de Noruega y a cambio de eliminar el impuesto sobre sucesiones y donaciones que el PSOE defiende con uñas y dientes). En otras palabras, la fiscalidad sobre la riqueza en los países nórdicos ya era, antes de la creación de este impuesto a las grandes fortunas, bastante más moderada que la de España, donde arroja una recaudación del 2,7% del PIB: en Suecia, los impuestos sobre la propiedad proporcionan el 1,1% del PIB, en Noruega el 1,2%, en Finlandia, el 1,6%, y en Dinamarca, el único que se acerca de verdad a nuestro país, el 2,6%.

Foto: La ministra de Economía y Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Fernando Alvarado)

Ahora bien, en realidad, las distancias son mucho más notables: prácticamente toda la recaudación por impuestos sobre la riqueza en los países nórdicos se obtiene por gravámenes sobre la propiedad inmobiliaria (en su mayoría, mediante impuestos similares al IBI, que paga todo el mundo), no así en España. Si excluimos la recaudación derivada de gravar el valor de los inmuebles, en España representa el 1,4% del PIB, en Suecia el 0,4%, en Dinamarca el 0,6% y en Finlandia y Noruega el 0,8%. Ya estamos gravando la riqueza de los altos patrimonios mucho más que los nórdicos.

Segundo, si los nórdicos no financian su gigantesco gasto público mediante impuestos sobre la riqueza, ¿cómo lo sufragan? En términos generales, con impuestos más altos en prácticamente todo (aunque no, como decimos, en los gravámenes sobre la riqueza ni tampoco sobre los beneficios empresariales), pero especialmente en una materia: el consumo. El IVA en estos países es altísimo: Suecia tiene un tipo superreducido del 6% (frente al 4% de España), uno reducido del 12% (frente al 10% de España) y uno general del 25% (frente al 21% de España); Finlandia tiene un tipo superreducido del 10%, uno reducido del 14% y uno general del 24%. Y Dinamarca mantiene un tipo único del IVA —sin distinción alguna por tipo de producto— del 25%. Como es obvio, estos diferenciales de tributación sobre el consumo se notan en la recaudación: Noruega ingresa por IVA el equivalente al 9,1% del PIB, Suecia el equivalente al 9,2%, Finlandia al 9,3% y Dinamarca al 9,7%. Por el contrario, España únicamente registra, merced a este impuesto, unos ingresos del 6,3% de su PIB. Solo a través de este tributo sobre el consumo podemos explicar alrededor de tres puntos de PIB de diferencia en la presión fiscal de España, por un lado, y de los nórdicos, por el otro.

A este último respecto, tengamos presente que la recaudación que espera lograr el Gobierno con su impuesto a las grandes fortunas apenas alcanza los 1.500 millones de euros, es decir, alrededor del 0,12% del PIB. Sí, Sánchez nos justifica su impuesto contra los ricos apelando a la necesidad de parecernos a los nórdicos cuando este impuesto proporciona casi 30 veces menos recaudación que aquello que verdaderamente equipararía nuestra estructura fiscal con la de los nórdicos: subir el IVA. Pero el PSOE no está ahora mismo subiendo el IVA, sino en muchos casos bajándolo (temporalmente, no esperen milagros), es decir, alejándonos de los países nórdicos a los que asegura querer emular. La realidad es que el PSOE decide primero el sablazo impositivo del momento y luego busca la justificación: en el futuro, les tocará no solo a los ricos, sino también a todos los demás.

Nos intenta convencer Pedro Sánchez de que ha instituido un impuesto a las grandes fortunas para avanzar hacia un estado de bienestar propio de los países nórdicos: "La cuestión es a quién queremos parecernos en el futuro. Lo que no podemos pretender es tener un estado de bienestar, como los países nórdicos, con niveles de ingresos fiscales propios de países menos avanzados". Uno ya no sabe cuándo el líder socialista miente con desparpajo o simplemente hace gala de una doctoral ignorancia. En este caso, miente o ignora: o ambas. A la postre, si algo caracteriza la fiscalidad de los países nórdicos, son dos rasgos absolutamente opuestos con las medidas fiscales que está tomando ahora mismo el PSOE.

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