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¿En qué consiste el primer plan de ajuste fiscal de Milei?
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Juan Ramón Rallo

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¿En qué consiste el primer plan de ajuste fiscal de Milei?

El plan de reformas económicas de Milei acaba de arrancar. Su objetivo es reducir el déficit con un ajuste fiscal y avanzar hacia el levantamiento del control de capitales

Foto: El presidente de Argentina, Javier Milei. (Reuters/Matías Baglietto)
El presidente de Argentina, Javier Milei. (Reuters/Matías Baglietto)
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Argentina es un Estado al borde de la bancarrota. La acumulación de endeudamiento público y el cierre de la financiación (interior y exterior) dificulta no solo la captación de nueva financiación neta, sino también la refinanciación de los vencimientos de los pasivos existentes. En este contexto, la emisión de nuevos pesos para amortizar los vencimientos de deuda en pesos o para cambiarlos por dólares y amortizar los vencimientos de deuda en dólares solo genera más inflación y depreciación cambiaria.

El Gobierno de Javier Milei está intentando poner en orden la situación financiera del país y, para ello, va a necesitar aplicar múltiples reformas en muy diversos frentes. El primero de ellos, anunciado por el ministro de Economía, Luis Caputo, este pasado martes, ha sido el ajuste fiscal y cambiario. La lógica de este paquete es,por un lado, tratar de remedir la causa última de los males argentinos —el déficit público estructural que requiere de monetizaciones estructurales de la deuda para su financiación— mediante una recomposición presupuestaria que alcance, ya en 2024, el equilibrio fiscal; y, por otro, alinear el tipo de cambio oficial con el tipo de cambio paralelo para avanzar hacia la unificación cambiaria y el levantamiento del cepo.

Respecto al ajuste fiscal, Milei ha optado por recortar en tres puntos de PIB el gasto público (esencialmente, a través de la paralización de la obra pública, la disminución de transferencias a las provincias y la supresión o reconfiguración de ciertos subsidios sociales). Pero, además, Milei, contradiciendo sus promesas de campaña, también ha subido ciertos impuestos para incrementar en dos puntos de PIB la recaudación: principalmente, ha revertido la rebaja del impuesto a las ganancias (que él mismo apoyó siendo diputado hace unos meses), ha incrementado el tributo sobre la compra de moneda extranjera (el llamado impuesto país) y ha subido las retenciones sobre las exportaciones.

Ahora bien, resulta imprescindible poner en relación este ajuste fiscal con el ajuste cambiario que lo ha acompañado. En Argentina, existe un tipo de cambio oficial que suele sobrevalorar el peso en relación con el dólar: es decir, el banco central está dispuesto a vender dólares a precios por debajo de los de mercado. Por ejemplo, hasta el pasado martes, el precio de mercado de un dólar eran aproximadamente 1.000 pesos y, en cambio, el banco central los vendía por 400 pesos: de ahí que la demanda de dólares al tipo de cambio oficial sea gigantesca y el banco central deba racionarla. No otra cosa es el cepo cambiario: un control de capitales por el que el Estado argentino limita quién y cuántos dólares puede comprar al tipo de cambio oficial.

Foto: El economista ultraliberal Javier Milei. (EFE/Gala Abramovich)

Semejante control cambiario provoca notables distorsiones tanto reales como financieras: al subsidiar la compra de dólares para los importadores, se incrementan artificialmente las importaciones; al penalizar la adquisición de pesos por los exportadores (pues estos están obligados a liquidarlos a un tipo de cambio que se calcula a partir del oficial), se desincentivan las exportaciones. De este modo, el superávit comercial es menor de lo que podría ser (o incluso se convierte en déficit) y las reservas del banco central se vacían. Por eso Milei ha decidido devaluar el peso hasta los 800 pesos por dólar: para ajustar el tipo de cambio oficial con el tipo de cambio real, dejando de subsidiar (o no haciéndolo tanto) la compra de dólares por los importadores y fomentando las exportaciones. El objetivo último, claro, es que ambos tipos de cambio se unifiquen y se libere el control cambiario.

Pero es que, además, buena parte de las medidas fiscales adoptadas por Milei se entienden mejor dentro de este contexto. Si el tipo de cambio oficial (por debajo del de mercado) es un subsidio al que compra dólares (compra por 800 pesos lo que vale 1.000 pesos, obteniendo una transferencia pública de 200 pesos por dólar), el otro modo de reducir la magnitud de ese subsidio, aparte de devaluar, es incrementando el impuesto país, esto es, el impuesto a la compra de dólares. Milei ha incrementado el impuesto país del 7,5% al 17%, lo que supone que el tipo de cambio oficial para el importador se halla, en realidad, en 936 pesos por dólar (muy cerca del real). A su vez, la devaluación proporciona ganancias adicionales al exportador, porque ya no tiene que vender tan artificialmente baratos los dólares que cobra. En este sentido, los exportadores han pasado de cobrar aproximadamente 690 pesos por dólar a obtener 860 pesos por dólar: y, para reducir esta ganancia extraordinaria cosechada mediante la devaluación, Milei ha incrementado las retenciones sobre las exportaciones desde, aproximadamente, el 5% en términos promedios al 15% (es decir, que el exportador, después de retenciones, ha pasado de lograr 650 pesos por dólar a 760 pesos por dólar). Por ambas vías, por tanto, se mejora la posición fiscal del Estado reduciendo los desajustes cambiarios.

En definitiva, el plan de reformas económicas de Milei acaba de arrancar. Globalmente, y con la excepción de algunas subidas tributarias, se trata de un plan bien orientado: reducir el déficit con un ajuste fiscal y avanzar hacia el levantamiento del control de capitales. Pero tengamos presente que este solo es un primer paso en un largo camino con muchos baches y algunos abismos.

Argentina es un Estado al borde de la bancarrota. La acumulación de endeudamiento público y el cierre de la financiación (interior y exterior) dificulta no solo la captación de nueva financiación neta, sino también la refinanciación de los vencimientos de los pasivos existentes. En este contexto, la emisión de nuevos pesos para amortizar los vencimientos de deuda en pesos o para cambiarlos por dólares y amortizar los vencimientos de deuda en dólares solo genera más inflación y depreciación cambiaria.

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