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Amnistía: la bronca tapa los argumentos
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Antonio Casado

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Amnistía: la bronca tapa los argumentos

El debate sobre la toma en consideración de la iniciativa se quedó en una reyerta entre profesionales de la política

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene en el debate. (EFE/Fernando Villar)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene en el debate. (EFE/Fernando Villar)
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Pedradas de ida y vuelta y descalificaciones mutuas desplazaron las razones. Vergüenza ajena por la absurda porfía entre Núñez Feijóo y Patxi López (voz del ausente Sánchez) en decidir si el pleno de ayer en el Congreso fue más triste que el interrumpido por Tejero en 1981 o el que tumbó a Rajoy en 2018 por la corrupción del PP. Qué bochorno.

Malas noticias para quienes esperaban un baño de racionalidad en el trámite parlamentario de la ley de amnistía. Todo es barato, mediocre, efectista, barriobajero, ruidoso, apresurado, en una insoportable reyerta entre profesionales de la política. Se ponen estupendos en nombre de grandes causas sin convencernos de que se mueven por impulsos distintos al apremio partidista.

De hecho, en el pobre debate de ayer (vía de urgencia, deprisa, deprisa), prácticamente nadie se remitió a las sesudas reflexiones técnicas e ideológicas de los expertos que se han venido aireando en los medios de comunicación desde que Sánchez decidió canjear amnistía por investidura.

El oleaje político, social y económico del debate pone en carne viva a la clase política y la sociedad española. No son las mejores condiciones objetivas para razonar el porqué —no o sí— de la medida de gracia decidida por Sánchez para seguir atornillado a la Moncloa.

La mayoría favorable no tapa la fractura del Congreso en un asunto en el epicentro de los temblores venideros (nada de tierra 'firme')

De entrada, es que la racionalidad institucionalizada por obra y gracia de las urnas está partida en dos, pues tan democrática y tan legitima es la representación cuantificada de la soberanía nacional del Congreso como la del Senado. ¿Por qué, a la luz de la razón, ha de valer más el pronunciamiento de una Cámara sobre la otra, si ambas componen la institución parlamentaria que representa al pueblo español y ambas comparten tanto la potestad legislativa del Estado como el deber de controlar al Gobierno?

Sin embargo, la mayoría de respaldo a la proposición socialista en la Cámara Baja (toma en consideración), según lo previsto (178 a favor, 172 en contra), va a trocarse con toda seguridad en mayoría discrepante cuando llegue la hora de la Cámara Alta. Por una mayor diferencia de votos, aunque el detalle es irrelevante porque el vigente ordenamiento considera prevalente la voluntad del Congreso, a pesar de ser el Senado la Cámara de los territorios y ser un territorio concreto (Cataluña) el afectado por una iniciativa legislativa de discutible constitucionalidad.

Aun así, la prefabricada mayoría del Congreso favorable a la amnistía, con toda su legitimidad formal a cuestas, tan glosada ayer por los portavoces de la balcanizada amalgama de fuerzas políticas sindicadas con el PSOE, no puede ocultar la fractura de la Cámara en un asunto que está en el epicentro de todos los temblores venideros (de tierra firme, nada).

Y de ahí el abochornante insulto a la inteligencia de los españoles por parte de esos portavoces en su tramposa equiparación con la amnistía de 1977. Aquella fue una operación de Estado votada casi por unanimidad en el Congreso (dos diputados en contra y 18 abstenciones), mientras que esta es una operación de partido con el voto en contra de 172.

A no olvidar que los 178 diputados que ayer respaldaron la toma en consideración de la proposición de ley responden al alineamiento del PSOE (segunda fuerza en las últimas elecciones generales) con una chocante amalgama de formaciones de dudoso compromiso con el espíritu y la letra de la Constitución española, incluidos los nacionalismos periféricos de confesada aspiración segregacionista. Lo volvió a recordar el portavoz de Junts, Josep Maria Cervera, al dejar claro que para los independentistas la amnistía solo es un peldaño para avanzar hacia una “Cataluña libre”.

Pedradas de ida y vuelta y descalificaciones mutuas desplazaron las razones. Vergüenza ajena por la absurda porfía entre Núñez Feijóo y Patxi López (voz del ausente Sánchez) en decidir si el pleno de ayer en el Congreso fue más triste que el interrumpido por Tejero en 1981 o el que tumbó a Rajoy en 2018 por la corrupción del PP. Qué bochorno.

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