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Antonio Casado

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Europa toca el violín por amansar a la fiera

Sobre el plan de rearme de la UE, una cosa son las recetas, otra la voluntad real de aplicarlas con todas las consecuencias y muy diferente es la imposibilidad de aplicarlas de un día para otro

Foto: Reunión del Consejo Europeo en Bruselas. (EFE)
Reunión del Consejo Europeo en Bruselas. (EFE)
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Trump y Putin son resolutivos. Van deprisa. Europa, en cambio, es premiosa y deliberativa con tendencia a procrastinar en materia de seguridad y defensa. La sed de paz nos deja más pendientes de los equipos negociadores de Ucrania y EEUU, que se reúnen la semana que viene en Arabia Saudí, que de una posición europea elaborada en estado de perplejidad.

De la cumbre del jueves en Bruselas salimos con cabeza caliente y pies fríos en su doble pretensión: arropar a Zelenski, presente en la reunión, y lograr una remada conjunta frente al cambio de bando de Trump. También eso es hablar por hablar si reparamos en las indescifrables reacciones del nuevo sheriff de la Casa Blanca, que ahora amenaza a Rusia con sanciones “a gran escala” si no se apresura a negociar la paz con Ucrania "antes de que sea demasiado tarde".

¿Será que de repente los violines de Bruselas han amansado el instinto depredador de la fiera contra la Europa acostumbrada a protegerse tras el americano primo de Zumosol?

La UE no está en el discurso estadounidense de paz a precio de mercado (minerales, misiles, nuevas tecnologías en la industria bélica), sino en una paz "justa y duradera" inspirada en valores. Pero eso solo genera diagnósticos de finos analistas y recetas inservibles de hoy para mañana. Como el volquete de 800.000 millones de euros, bien visto incluso por la frugal Alemania, al servicio de un plan de rearme que acabe forjando (no hay plazos) un escudo militar frente al expansionismo ruso y desactive la amenaza de Trump de dejarnos solos ante a Putin.

La UE no está en el discurso de la paz a precio de mercado (minerales, misiles) sino en una paz "justa y duradera" inspirada en valores

Una cosa son las recetas, otra, la voluntad real de aplicarlas con todas las consecuencias y otra la imposibilidad de aplicarlas de un día para otro. De hecho, no encontraremos una respuesta clara a cualquier pregunta respecto a los planes inmediatos de Europa para hacer creíble su rearme, así como garantizar el futuro de Ucrania y sus problemas existenciales frente al oso ruso, si lo comparamos con la velocidad con la que trabaja el frenético cerebro de Trump, mientras continúa la lluvia de misiles y drones rusos sobre territorio ucraniano.

De ahí mi escepticismo sobre la declaración de Sánchez, cuando apuntó, en el marco del Consejo Europeo del jueves pasado, la necesidad de que la UE aporte "certidumbres" a sus opiniones públicas. "Tenemos que transmitir un mensaje de unidad, de fuerza y de que vamos a avanzar en el fortalecimiento de una Europa mucho más libre", dijo.

¿Y cree Sánchez que su buenista apelación contribuye a aportar las "certidumbres" que necesitamos, cuando hasta su propio Gobierno está dividido sobre el adelanto del objetivo del 2% en gasto militar antes de 2029?

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Kevin Lamarque) Opinión
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De eso va mi empeño en distinguir entre tomar decisiones y tocar el violín con recetas teóricamente compartidas, como blindar la soberanía de Ucrania o contraponer nuestro sistema de valores al supremacismo norteamericano que alienta el discurso de Donald Trump y sus teólogos de la "ilustración oscura".

Vale, todos somos Zelenski, pero ni un solo planteamiento europeo es rotundo en la voluntad de emanciparse de EEUU. Nadie muestra una clara predisposición a implicarse con todas las consecuencias en un conflicto bélico con Rusia. Como mucho se habla de fuerzas de paz "voluntarias" —como una cordada de países, no como un brazo armado de la UE—, rechazadas por Putin, que las consideraría una agresión a su país. Y nadie ha puesto sobre la mesa de forma creíble el uso de las ojivas nucleares francesas para reforzar las posiciones negociadoras de la UE frente al inesperado tándem ruso-norteamericano que está pateando el orden mundial.

Quién nos lo iba a decir cuando no hace ni tres meses la cordada UE-USA plantaba cara a Rusia, por su agresión contra Ucrania, en nombre de la democracia, el imperio de la ley y los derechos humanos. Eso explica el desconcierto del que aún no nos hemos recuperado a esta parte del llamado mundo civilizado.

Trump y Putin son resolutivos. Van deprisa. Europa, en cambio, es premiosa y deliberativa con tendencia a procrastinar en materia de seguridad y defensa. La sed de paz nos deja más pendientes de los equipos negociadores de Ucrania y EEUU, que se reúnen la semana que viene en Arabia Saudí, que de una posición europea elaborada en estado de perplejidad.

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