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Sánchez, en el burladero de las frases enlatadas
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Antonio Casado

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Sánchez, en el burladero de las frases enlatadas

La pobreza argumental del presidente en los congresos socialistas de Cantabria y Aragón no sirve para encubrir sus verdaderos problemas: debilidad parlamentaria, corrupción de cercanías y ostensible pérdida de credibilidad

Foto: Pedro Sánchez en la clausura del Congreso de Aragón. (EFE)
Pedro Sánchez en la clausura del Congreso de Aragón. (EFE)
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El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, hizo bolos de partido en Cantabria y Aragón, donde se personó el domingo para arremeter por enésima vez contra el PP de Feijoo, por aliarse con Vox, por convertir el "todo por la patria" en el "todo por la pasta", por ser "fuerte con los débiles y débil con los fuertes" y por ser incapaz de ajusticiar políticamente a Mazón en Valencia y Ayuso en Madrid.

Muletillas de saldo que Sánchez, inhabilitado para dar lecciones morales y políticas, compra para hablar en público, sobre todo a los suyos. No sabe que el abuso de las frases enlatadas por los guionistas de la Moncloa vacía su contenido y las vuelve ineficaces. Y digo Moncloa, no Ferraz, donde agoniza el alma de un partido histórico.
El recurso se ha convertido en el burladero de sus verdaderos problemas: debilidad parlamentaria, corrupción de cercanías y una ostensible pérdida de credibilidad. Es lo que hay detrás de la pancarta, y las consignas repetidas hasta la saciedad.

Como Berna González Harbour (El País), uno cree que “los factores de implosión que aporta el propio Gobierno y sus aliados son tantos que solo cabe sentarse a mirar”. Y cree también que el mencionado recurso a las frases hechas, al igual que la mentira de patas cortas, tiene poco recorrido.

Sin embargo, es desalentador que semejante pobreza argumental, cuya simpleza roza el insulto a la inteligencia de los españoles, haya disparado el aplausómetro de los asistentes a los respectivos actos de clausura (primero el de Cantabria y luego el de Aragón, en la mañana de ayer, domingo). Dicho sea, como prueba de convicción sobre el desarme del PSOE. No solo en su capacidad autocrítica. También en su instinto para generar alternativas de poder dentro de la propia organización, en la que ahora encontró su postura el "socialismo de la oportunidad" y no "el socialismo de los principios", como diría Alfonso Guerra.

Tanto se banaliza el discurso que el PSOE solo se reconoce en la descalificación del adversario (Feijóo, Ayuso y Abascal, por ese orden)

Todo eso ya se remite al ordeno y mando de la Moncloa en un insoportable proceso de oligarquización. Equivale a contagiar el descrédito del Gobierno a quienes aspiran a recuperar el poder territorial en las elecciones de 2027.

El papel de la militancia se limita a respaldar a los nuevos lideres regionales designados a dedo en Madrid para las dos federaciones mencionadas y todas las demás en unos procesos congresuales controlados con mando a distancia por la camarilla de Sánchez, sin aspirantes alternativos. No solo en los nombres (cinco ministros o ministras, entre ellos). También en los discursos, tan banalizados que el partido solo se reconoce en la descalificación del adversario (Feijóo, Ayuso y Abascal, por ese orden y en temerario amontonamiento).

Déjenme cerrar el artículo con un comentario extraído de la comunidad de lectores de El Confidencial porque retrata a un líder que ha desbordado sus propias limitaciones en el ejercicio de un poder sometido al apoyo mercenario de los enemigos del Estado: “Tarde o temprano el Sr. Sánchez, jefe del gobierno de España, acabará como Bettino Craxi. Denostado, expulsado, desterrado por traidor, truhan y sinvergüenza. Después será olvidado y pasará a la historia junto a Fernando VII como unas de las personas más perversas, grises, mediocres y perniciosas para España” (Usuario EC63712BFA)

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, hizo bolos de partido en Cantabria y Aragón, donde se personó el domingo para arremeter por enésima vez contra el PP de Feijoo, por aliarse con Vox, por convertir el "todo por la patria" en el "todo por la pasta", por ser "fuerte con los débiles y débil con los fuertes" y por ser incapaz de ajusticiar políticamente a Mazón en Valencia y Ayuso en Madrid.

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