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Demanda del PSOE contra El Confidencial: ladran, luego cabalgamos
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Nacho Cardero

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Demanda del PSOE contra El Confidencial: ladran, luego cabalgamos

Las querellas y demandas por difamación, honor e imagen son una herramienta útil para acallar a los medios críticos, pero los intentos de amedrentar a este medio no han tenido éxito

Foto: Sánchez, Gómez y Montero en el Congreso Federal. (Europa Press)
Sánchez, Gómez y Montero en el Congreso Federal. (Europa Press)

Los departamentos legales de la prensa han cobrado un protagonismo inédito por culpa de la polarización y la guerra de trincheras en los que nos quiere situar la clase política. El abogado ha devenido un elemento natural de las redacciones. Un personaje clave. El periodista número cinco. Las querellas y demandas por difamación, honor e imagen están al orden del día. Son una herramienta útil para acallar a los medios críticos porque "esos procesos", advierte Martin Baron, exdirector de The Washington Post, "se llevan el tiempo, el dinero y la tranquilidad de la gente: es el tipo de castigo que Donald Trump pretendía infligir cuando propuso ampliar las leyes contra la difamación". ¿Les suena la música?

En fechas recientes, recibimos en la redacción una carta del coordinador de la Asesoría Jurídica del Partido Socialista Obrero Español en el que se nos anunciaba que habían presentado ante los tribunales una demanda de conciliación contra mí, el medio y varios periodistas, en relación con noticias publicadas los días 16, 17 y 18 de septiembre [las que tenían que ver con el serial denominado 'las cloacas de Ferraz'].

Foto: Sánchez preside la Ejecutiva Federal del PSOE en Ferraz. (EP/Carlos Luján) Opinión

En la demanda pedían que reconociéramos "la espuria intencionalidad de las manifestaciones vertidas" y "la falsedad de estas dirigidas únicamente a perjudicar al PSOE, debiendo disculparse pública y notoriamente por ello", que nos abstuviéramos de "cualquier intromisión ilegítima ulterior en los derechos del PSOE" y, para terminar, solicitaban que los indemnizáramos con 150.000 euros de forma solidaria.

En román paladino, toda una película legal para tratar de parar las informaciones sobre las alcantarillas del partido. Tras el éxito en taquilla de ‘Begoña Gómez pierde el juicio’ contra El Confidencial, ahora llega a las pantallas 'Amenaza que no es poco’.

Foto: La mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. (Europa Press/A. Pérez Meca)

Los intentos de amedrentar a este medio, sin embargo, no han tenido éxito. Este lunes, damos cuenta de cómo el excomisario de Policía Marcelino Martín-Blas entregó en el Congreso dosieres prefabricados por las cloacas de Ferraz. Lo hizo en la Comisión de Investigación sobre la Operación Cataluña, una comisión pasteleada con los independentistas para que Francina Armengol, hoy en el punto de mira por la trama Koldo, pudiera ser la presidenta de la Mesa.

La comparecencia de Martín-Blas, como se pudo comprobar, poco tenía que ver con la Operación Cataluña y sí con la subrepticia intención de convertir esta en la Operación Peinado, es decir, de tratar de desacreditar al magistrado que está investigando a la mujer del presidente del Gobierno. Para el Ejecutivo, amenazado por una treintena de casos de corrupción, los jueces son su mayor amenaza, así que hay que orillar o cargarse a aquellos que no le bailan el agua. En la documentación entregada por el comisario había archivos contra los magistrados Fernando Andreu y Manuel Marchena, el exmagistrado Manuel García-Castellón y el fiscal anticorrupción José Grinda, entre otros.

El serial sobre las cloacas de Ferraz, que destapa una unidad de desinformación diseñada por el PSOE para fabricar campañas contra jueces, dirigentes de la oposición y periodistas con el objeto de, uno, tapar los líos del Fiscal General del Estado, la trama Koldo, y la imputación de Begoña Gómez y, dos, poner en marcha causas judiciales con las que desviar la atención, es uno de los asuntos más graves publicados por este medio. Lo es porque estamos hablando del partido que sostiene al Gobierno, porque supone un atentado contra el Estado de derecho y la separación de poderes, en tanto en cuanto se trata de invadir, cuando no eliminar, a los contrapesos que son incómodos, y porque, en definitiva, desprende un peligroso tufillo a república bananera.

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Un asunto de gravedad máxima que, sin embargo, no ha tenido consecuencias políticas. Más bien al contrario. Basta con que haya una acusación de corrupción o malas prácticas, para que el partido te saque en volandas por la puerta grande. No lo digo solo por Pedro Sánchez, que ya ha dicho ufano en el Congreso de Sevilla que quiere aguantar hasta 2027 y volver a ser el candidato —"lo he hablado mucho con mi familia (la de verdad)", que "también es víctima del odio de los odiadores profesionales"—, sino por los subalternos.

Me refiero a gente como Santos Cerdán, que continuará como secretario de organización del PSOE, a pesar de aparecer como demiurgo de las cloacas. Nadie lo señaló en Sevilla a pesar de que en su momento se especuló con el cese. Tampoco hubo debate de fondo ni renovación de caras. Solo culto al líder y un 'cierren filas'. El Titanic se hunde, pero la fiesta continúa. Hasta José Luis Rodríguez Zapatero, reconvertido en la ‘Taylor Swift del PSOE’, recibió un premio con honores. Para ver y no creer. Todo en orden.

Foto: Pedro Sánchez durante la entrevista con Wyoming en el 'Intermedio'. (La Sexta) Opinión

Si las cloacas de Ferraz no pasan factura al PSOE es porque sus militantes prefieren estas cloacas a las de la oposición y porque los tentáculos de Moncloa consiguen hacer digeribles hasta los clavos más afilados. También por la omertà de algunos medios de comunicación, que desdeñan estas informaciones por no ser relevantes o porque les atribuyen, al igual que hace el PSOE en su denuncia, alguna intencionalidad política, crítica que, paradójicamente, hacen aquellos que no destacan precisamente por sus investigaciones sobre el poder.

Nadie es infalible. Todos cometemos errores, pero lo que subyace bajo estas críticas es una estrategia de ocultar la verdad y crear realidades alternativas al gusto del que manda. En una sociedad en la que el poder público ha permeado hasta el tuétano, estas realidades alternativas prenden a toda velocidad y uno solo puede defenderse en uno de los pocos reductos que todavía no han sido ocupados por el poder público: la Justicia.

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Los departamentos legales de la prensa han cobrado un protagonismo inédito por culpa de la polarización y la guerra de trincheras en los que nos quiere situar la clase política. El abogado ha devenido un elemento natural de las redacciones. Un personaje clave. El periodista número cinco. Las querellas y demandas por difamación, honor e imagen están al orden del día. Son una herramienta útil para acallar a los medios críticos porque "esos procesos", advierte Martin Baron, exdirector de The Washington Post, "se llevan el tiempo, el dinero y la tranquilidad de la gente: es el tipo de castigo que Donald Trump pretendía infligir cuando propuso ampliar las leyes contra la difamación". ¿Les suena la música?

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